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Doce cuentos donde eso que no tiene nombre, existe. Nos recuerdan que los árboles caídos también son el bosque. Lo doloroso, la muerte, las sombras son parte de la vida. La prosa de Alejandra Kamiya es exquisita, poética, precisa. Puro deleite en la lectura. En este libro las palabras adquieren sentidos profundos, se extienden en paisajes y gestan personajes con la claridad y la fluidez del agua. Alumbran historias de vida con una síntesis perfecta. Estos cuentos atraviesan las fisuras de lo humano, la existencia, la identidad, la ausencia, la muerte, el suicidio, el sinsentido de la guerra, lo fortuito, la culpa. Los dramas íntimos se desenvuelven con sutileza. Estos relatos son profundos y luminosos. «Los árboles caídos también son el bosque» es una lectura que destaca. Su narrativa es impecable. Incomoda cuando lo requiere, pero también envuelve y conmueve con sus palabras. Cuando terminé de leer sus cuentos me quedé acariciando las hojas, como las historias. Es hermoso, de los mejores libros que leí este año. |
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