Un artista del hambre

El Hungerkünstler fue un tipo de artista circense, muchas veces fraudulento, que hasta principios del S-XX se exhibía en los espectáculos de fenómenos. Se trataba de personas que se retaban para ver cuantos días podían aguantar sin comer. Las sospechas de que se les alimentaba en secreto propiciaron el declive de este tipo de espectáculos.

Con este personaje como eje principal, Kafka escribió este relato corto a modo de parábola en el que un ayunador profesional observa como su poder de atracción del público disminuye hasta ser completamente ignorado.

Desde que leí La metamorfosis hace ya muchos años que no me había vuelto a acercar a su escritura. Y me ha encantado hacerlo a través de esta sencilla trama que en pocas páginas el autor consigue dotar de elementos que me han llevado a reflexionar en profundidad.

En él encontramos una alegoría a la melancolía del artista después de perder la fama. Víctima de la presión y el olvido al que la sociedad de masas le somete. La incomprensión y el desprecio después de haberlo adorado y admirado. ¿Tiene sentido lo que hace un artista si no tiene la mirada de los demás? Lo que un día provocó fascinación en el espectador, el efecto de la costumbre puede acabar quitando importancia a lo que observa y abandonar a quien antes veneró.

La parte espiritual también se ve reflejada en la libertad interior que siente el ayunador al decidir por propia voluntad prescindir del alimento, en contraposición a la falta de libertad exterior impuesta por la jaula en la que yace encerrado.

El relato fue escrito en los últimos años de vida del autor y parece que pueden observarse en él elementos autobiográficos marcados por la precaria salud, trastornos alimentarios, aislamiento y soledad que experimentó.

En el Centenario de su muerte (1924-2024) @nordica_libros ha publicado este cuento en una preciosa y cuidada edición ilustrada por Federico Delicado. Agradezco el envío a través de masa crítica.

Encontrar relatos que en tan poco pueden transmitir tanto siempre es un lujo. Totalmente recomendable.

“Podía pasar todo el hambre que quisiera, y lo hacía, pero ya nada podía salvarlo. ¡Prueba a explicar a alguien el arte del ayuno!”

[Gracias a Babelio por confiar en mí para reseñar esta joya para su Masa Crítica]

Pese a ser el libro más corto que he leído este año, es uno de los que más me va a costar reseñar. Porque es complejo. Porque es Kafka, y como en toda la obra de Kafka, la esencia se esconde debajo de capas y capas que hay que ir excavando para sacarla a la luz. Voy a tratar de explicaros lo que me ha parecido este relato y mi interpretación sobre lo que Kafka quiso explicar con él. 

La trama es aparentemente sencilla. Un artista del hambre se pasea por el mundo cosechando éxitos. Su arte, el de mantenerse vivo sin ingerir alimentos durante semanas, congrega numerosos espectadores allá donde va. Hasta que llega un día en que nadie se interesa por su arte porque ha pasado de moda. El ayunador profesional, entonces, decide establecerse en un circo donde lo colocan en una jaula a medio camino entre la carpa y los establos de los animales. Sus nuevos espectadores, por tanto, son las personas que transitan entre el espectáculo y las jaulas de las fieras, sin apenas detenerse ante él ni prestarle atención. de esta forma, el artista del hambre, sin espectadores que contemplen su arte, queda como una reliquia de otros tiempos que va marchitándose lentamente en su jaula.

Considero que el texto, escrito por Kafka poco antes de morir, funciona como una parábola y que por tanto, suscita una intepretación diferente en cada lector. Teniendo en cuenta que Kafka fue un autor poco conocido en vida y que su gran éxito llegó, especialmente, años después de su muerte, me inclino por establecer un paralelismo entre el arte del ayuno y el de la escritura. El ayunador va perdiendo el favor del público de la misma forma en que Kafka no logra tener la admiración de los lectores. Poco a poco, ambos van muriendo victimizados y marginados, ante la indiferencia de la sociedad, al no ser capaces de ganarse la vida con su arte.

El “hambre” de notoriedad del protagonista del relato aplicado a la vida de Kafka también me ha hecho reflexionar. Ese hambre de reconocimiento, de amor, de admiración, es algo de lo que adolece el ayunador, algo que también marcó la vida del autor y que en definitiva es un asunto, pienso, que nos concierne a todos los seres humanos. Creo que en su parábola, Kafka también quiso dejar patente su preocupación por esta dependencia humana del reconocimiento social y personal. 

En definitiva, pese a su corta extensión, creo que es un relato al que hay que dedicarle tiempo, relecturas y mucha reflexión, porque el subtexto es mucho más poderoso que el propio texto. No obstante, lo recomiendo, aunque no quizá como puerta de entrada al universo de Kafka.

Por último, permitidme que os hable brevemente de la edición en la que he leído este relato, porque estoy enamorado. La joya que se ha marcado Nórdica, en tapa dura, con papel de 120 gr. es una auténtica maravilla y hace que la experiencia de lectura sea mucho más placentera. Las ilustraciones de Federico Delicado (que podéis ver en el carrusel) no podían ser bellas ni más acertadas. Estoy muy feliz por poder contar con estos tesoros en mi biblioteca.

Había leído a Kafka en tres ocasiones en formato novela pero nunca me había acercado a sus relatos (bueno, realmente La metamorfosis no tengo claro si es novela corta o relato largo). Un artista del hambre ha sido el elegido para ello.

En este breve relato que leí y disfruté de una sentada, el autor nos plantea la historia de un espectáculo en el que el artista lo que hace básicamente es ayunar, ayunar durante varios días, y la gente va contemplando su evolución.

Es una historia realmente sencilla (en un cuento de esta extensión poco más se puede decir), pero que te deja pensando más allá de su lectura; de hecho, yo estuve más tiempo dándole vueltas que lo que me llevó su lectura.

No sé cómo expresar todo lo que me transmitió sin caer en el spoiler porque es difícil no decirlo, así que os animo a leerlo. No es nada compleja su lectura pero sí que tiene entre sus páginas varios mensajes a los que el lector tendrá que darle sus vueltas, y eso en un relato tan breve es maestría. Kafka en sí lo es, ya me lo ha demostrado unas cuantas veces (y las que quedan).

Así que solo me queda recomendaros su lectura.

Además, esta edición ilustrada (hay alguna foto de ellas en la publicación) me ha parecido preciosa.

Aprovechando la iniciativa que se vio en redes sociales el día 29 de febrero y que consistía en leer ese día –día “de regalo” cada cuatro año – un libro entero, aproveché para leer este librito que en realidad no es más que un relato o novelita muy corta. En la edición de Nórdica no llega a sesenta páginas y muchas de ellas son ilustraciones. En poco más de media hora se empieza y se termina.

Éstas son mis impresiones
El protagonista de esta novela es un Hungerkünstler, un artista del hambre. Una especie de artistas que trabajaban en algunos circos a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Su “arte” consistía en no comer durante muchos días. En el caso de nuestro protagonista, hasta cuarenta. Metido en una especie de jaula como los animales, los clientes del circo le visitaban para ver su cada vez más mermado cuerpo.

Cuando empecé a leer el libro y vi en qué consistía “la proeza” del protagonista, me quedé a cuadros. Pero, sabiendo que Kafka escribía en ocasiones sobre cosas no reales –“La metamorfosis”- pensé que en este caso podría ser también así. Así que busqué en Google y en la misma Wikipedia aparecía un artículo sobre estos artistas. Que sí, que hubo casos parecidos a los del protagonista de este relato. Y, aunque parezca mentira, se exhibían como fenómenos y la gente pagaba por verlos y apostaba cuánto tiempo durarían sin comer, sólo bebiendo agua. Como se suele decir, la realidad siempre supera la ficción.

En el caso de este relato, nuestro artista ve como el interés de la gente va disminuyendo, hasta ser prácticamente olvidado. Sin la razón de ser de su trabajo –ser admirado- ¿qué será de él?. Y, una pregunta más importante, ¿por qué se hizo artista del hambre? El protagonista da la respuesta en las últimas líneas y me he quedado asombrada ante la obviedad de la respuesta.

Leí “La metamorfosis”, una de sus obras más conocidas, hace muchísimos años. Recuerdo que me gustó. Me quedó pendiente leer su otra gran obra, “El proceso” pero aún no le ha llegado el momento. Desconocía que tenía relatos como este pero cuando lo vi en Masa crítica de Babelio, al saber que era ilustrado, lo pedí y tuve la suerte de que me lo asignasen. Y digo suerte porque he disfrutado mucho de una lectura corta pero intensa. En muy pocas páginas el autor dice mucho y hace pensar al lector. Sobre la futilidad de la fama, la necesidad de ser admirado, el olvido. También, en mi opinión, sobre la estupidez humana porque, ¿qué puede tener de atractivo ver a una persona no comiendo?

Es la primera vez que tengo un libro de Nórdica entre mis manos y he quedado sorprendida de la calidad de la edición. Desde la calidad del papel hasta las preciosas ilustraciones obra de Federico Delicado, que hacen justicia a la bella prosa del autor checo.

Conclusión final

“Un artista del hambre” es un relato tan corto como intenso, bellamente envuelto por la edición de Nórdica libros. Una delicia.



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