Whisky & Nueva York

El cómic comienza con la decisión de la autora de mudarse allí desde San Francisco. La idea le seduce, parece el sitio donde hay que estar, pero al mismo tiempo echa de menos muchas cosas y se siente culpable por haberse alejado de su familia, puesto que sus padres están divorciados y su hermano es un drogadicto reincidente. En cualquier caso, su vida en la Gran Manzana no dista mucho de lo que era antes: sigue viviendo en pisos destartalados y su rutina es cuanto menos desastrosa. Como aún no se gana la vida haciendo cómics, tendrá que buscar diversos empleos, como freelance en una revista, camarera o repartidora de comida. Como es un desastre, o se va porque no aguanta que le digan cómo tiene que hacer las cosas o terminan echándola.

Por otra parte, Julia tiene un problema con la bebida, hasta el punto de quedarse dormida en bancos o no levantarse de la cama más que para beber (me sorprende la conexión con el cómic que publiqué hace unos días de Kabi Nagata, ¿será un mal común de su quinta (ambas son de los 80)? ¿De su profesión? ¿O más bien vendrá por su carácter introvertido y por aquello de vivir un poco al margen?). En cualquier caso, sus anécdotas son divertidas, transmiten mucho carácter y originalidad. Aquello de dejarse las llaves dentro de casa en muchas ocasiones, perder el monedero tantas otras, salir con zapatillas de distinto color a la calle, encontrar sus refugios en la gran ciudad, etc. tiene su encanto, jeje.

En definitiva, es una lectura muy disfrutable, porque nos parece estar recorriendo la ciudad al mismo tiempo que la autora, descubriendo aquellos lugares que empiezan a ser un hogar, y, a su vez, comprender las motivaciones de Julia, de dónde viene y hacia donde se dirige. Porque el punto de no querer madurar nunca lo tenemos un poco todos.