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Crítica de CARMINA


CARMINA
09 March 2018
Julia Navarro ha vuelto a enamorarme con su pluma y con una historia tan intensa como bien estructurada, con unos personajes cercanos y humanos, que en ocasiones parecen traspasar el papel y contarte en primera persona sus cuitas. Pero sobre todo ha sido capaz de abordar un conflicto como el árabe-israelí desde la neutralidad, dándole voz a las dos facciones en liza, sin tomar partido en ningún momento por ninguno de los dos bandos, y al mismo tiempo trazar temporalmente la línea en la que la brecha entre las dos comunidades fue agrandándose y sus posturas fueron convirtiéndose en irreconcilliables.

Un conflicto como el que aborda este libro, es complicado de explicar puesto que todos tenemos ya demasiadas ideas preconcebidas, mucho es lo que se ha abordado el tema en documentales televisivos, y ya comienza a cansar que sus posturas continúen tan enfrentadas como en 1948. Sin embargo pocos somos los que realmente conocemos como comenzaron los problemas entre las dos comunidades y porque no son capaces de llegar a un acuerdo, en el que ambos seguramente perderán y no están dispuestos a ello. Durante años no he entendido las políticas de asentamientos de los judíos en territorio árabe y no puedo decir que esta novela me lo haya aclarado, sin embargo si que a través de una historia muy bien estructurada o mejor dicho a través de dos historias que se entrelazan y entrecruzan, he sido capaz de adentrarme en los orígenes y he sido capaz de ir siguiendo el deterioro, y con ello he podido entender porque está en el punto en el que se encuentra.

La autora ha conseguido no tomar partido terminando la historia en 1948, a partir de ese momento solo se nos dan ligeras pinceladas, para poder cerrar la trama de una forma impactante, que me mantuvo con la boca abierta durante mucho rato y que convirtió esta novela en una de las mejores lecturas que he abordado este año, y eso que de candidatas no ando sobrada, porque he tenido bastante suerte al elegir los títulos.

Personajes:

No se si es lo más importante de la novela, pero si lo que a mi me ha llamado más poderosamente la atención. Nos encontramos ante una historia ambiciosa que recorre parte del s. XIX y también del s. XX, de la mano de dos familías, una judía, que conocemos a través de uno de los miembros y de una árabe cuyo testimonio nos viene dado por el miembro de una ONG. La historia se nos cuenta desde el principio de la generación, o lo que es lo mismo desde los abuelos de quienes nos la narran, por el lado de la familia Zucker es Ezequiel y por el lado de la familia árabe es Wädi. A ambos los veremos nacer, forjar su relación y sobre todo distanciarse.

Y quizás lo más impresionante es que en una novela de casi 900 páginas, la autora no haya repetido el nombre de ningún personaje, con ello ha hecho más sencilla la lectura, ya que yo he sido capaz de seguirla sin hacerme ni tan siquiera un árbol genealógico y eso es muy de agradecer. al mismo tiempo destacar lo complicado que es crear tantos personajes, dibujados con guante blanco la mayoría y darles vida propia y caracteres en ocasiones contrapuestos.

En una historia de esta envergadura es casi imposible hablar de todos ellos por lo que destacaré aquellos que por una razón u otra hayan llamado más mi atención, y tengo que reconocer que la mayoría son mujeres, cuya fortaleza de carácter y física me han dejado en ocasiones sin palabras. Para mantener un poco el orden separaré por historias

Familia Zucker: Aquí voy a incluir a todos los miembros de la Huerta de la esperanza, ya que las tierras que labraban los Ziad fueron compradas por cuatro personas y crearon allí una especie de kibutz pero con características muy especiales.

Samuel: Con este personaje tuve sensaciones muy encontradas, ora empatizaba con él, ora no comprendía su comportamiento, era un volcán de sentimientos encontrados, que parece que solo al final de su vida hallaron cauce y tranquilidad. Con Samuel no comienza realmente la historia, porque cuando Ezequiel comienza a narrar este es apenas un niño que se ha quedado huérfano de madre. Isaac su padre intenta inculcarle amor por una religión que él ya ha repudiado y ve como algo malo. Para salvar la vida Samuel sale de Rusia y emprende viaje a Jerusalén, más por remordimientos por la muerte de su padre que por ganas de hacerlo, y allí comienza una nueva experiencia socialista con personas que no conocía hasta ese momento y fragua amistad con un árabe que irá manteniendo generación tras generación.

Kassia: es una judía de Kiev, su fortaleza es tal que ningún hombre se atreve a cuestionar sus ordenes. Intenta adaptarse a la vida de la Huerta de la Esperanza y se afana en arrancarle a esa tierra tan desagradecida los frutos, nunca se queja y fragua amistad con Dina, una musulmana afable, que tiene tanto carácter como ella, pero que lo esconde por no avergonzar a su esposo. La evolución de Kassia quizás es la que más sorprende, porque va paralela al conflicto y se niega a aceptar que la política este dando al traste con tantos años de amistad.

Judith y Miriam: su peso en la historia es más bien escaso, sobre todo el de la primera, sin embargo las resalto porque son de origen Sefardí, sus raíces se anclan en España, concretamente en Toledo y mantienen la lengua que se hablaba en aquel entonces, además que siguen respetando costumbres y tradiciones propias de los sefardies y entre ellos comidas, para mi ha sido un placer. Miriam adquiere más peso al convertirse en la mujer de Samuel y la madre de Ezequiel.

Dalida: Es la hija de Samuel y Miriam, su historia comienza a coger algo de impulso cuando comienza la II Guerra Mundial y al encontrarse en Europa forma parte de la resistencia. Es una mujer tenaz, sin miedo aparente, que lucha por lo que cree justo y que tiene un final trágico, que tendrás que descubrir por ti mismo.

Sara: Es una superviviente de Auschwitz, un testimonio y un relato tan vivo, que llega a estremecer, su aparición en la historia es más bien escasa, pero lo suficientemente profunda para que merezca un sitio de honor.

Ezequiel: nuestro narrador, posiblemente no sea un personaje destacable, actúa como cualquier joven lo haría en su situación, con el corazón partido por enfrentarse a quién ha considerado sus amigos, pero con un fuerte sentimiento de patria que su padre no tenía.

Familía Ziad:

Ahmed: es el patriarca, un hombre reflexivo, poco amante de la violencia, muy juicioso que entabla una amistad sincera con Samuel a pesar de la diferencia de cultos religiosos, ambos piensan que no son diferentes y que pueden convivir. Les enseña a labrar la tierra y les ayuda a levantar su casa. El devenir de los acontecimientos le obligan a tomar una postura que no es precisamente la que el hubiera deseado.

Dina: es la esposa de Ahmed, una mujer respetuosa con las tradiciones y con su marido al que no avergonzará en ningún momento. A pesar de que le cuesta entender a Kassia y su comportamiento entre ambas mujeres se forja una amistad sin fisuras que mantendrán con tiras y aflojas hasta el final de sus días. La fortaleza de Dina se manifiesta conforme va avanzando la historia, y se muestra ante nuestros ojos de forma encantadora.

Mohammed: Es el hijo de Ahmed y Dina, es un muchacho impulsivo que venga todas las afrentas que se le comenten, mantiene con Samuel la misma amistad que su padre, pero el es consciente de que en algún momento la brecha será tan profunda que todo cambiará. Respetuoso con las tradiciones y con sus padres, se casa con Salma a pesar de estar enamorado de otra mujer.

Salma: Es la mujer de Mohammed, discreta y atenta con su marido, su suegra, y con todos los que a ella se acercan, una mujer que sabe que el corazón de su marido no le pertenece y aún así en ningún momento se lo reprocha.

Wädi: Es el hijo varón de Mohammed y Salma, un muchacho más parecido a su abuelo que a su padre, que poco a poco tendrá que virar sus convicciones para hacer frente a las vicisitudes de la guerra y la partición de su tierra.

Y lo dejo ahí porque personajes hay cientos, y todos ellos son atractivos por un motivo o por otro, quizás destacaría al otro narrador, a la Señora Miller, miembro de una ONG encargada de hacer un informe sobre las condiciones de los palestinos en los campos de refugiados. Una mujer con ideas preconcebidas que al conocer a Ezequiel se ven un poco tambaleadas, sin embargo, sus intenciones no son del todo loables...

Enclaves:

Y si personajes hay muchisimos, también la historia se desarrolla en varios enclaves, unos más importantes que otros, pero todos de interés para el discurrir de la narración.

La historia comienza en Jerusalen en la época actual, con una Marian Miller dirigiéndose a casa de Ezequiel para hablar sobre asentamientos judíos, una mujer que de mala gana acepta esa entrevista porque realmente necesitaba hablar con el hijo.

Varios son los escenarios en los que se desarrolla esta acción:
Rusia: Los Zucker descienden de allí, de un pueblecito judío que es atacado por los hombres del zar, Isaac y Samuel logran salvar la vida porque se encontraban en ese momento en viaje de negocios. Incapaces de continuar la vida en el que hasta ese momento había sido su pueblo se trasladan a San Petersburgo, ciudad cosmopolita donde los judíos pueden vivir con permiso del zar, siempre y cuando no se signifiquen
Paris: Será el destino elegido por Samuel cuando tenga que huir de San Petersburgo para salvar su vida. Su madre era parisina y su contacto con la capital francesa ha sido continuo. Allí se refugia en los cuidados de Marie a quien le confía a Irina y Mijail que han escapado con él de las garras de la Ojrana.
A pesar de no ser el destino final de Samuel allí vuelve siempre que alguna de las mujeres reclama su presencia, y allí terminará afincando su residencia.
Jerusalén: Tras su paso por París, Samuel decide hacer realidad el sueño de su padre, y viaja a Jerusalén, allí comienza una vida llena de privaciones, compartida con otros judíos rusos, y lleva a cabo su idea del socialismo, entabla amistad con Ahmed y es feliz, aunque no siente que pertenezca a ningún sitio en especial.

Tel Aviv: ciudad enteramente judía en la Palestina de entonces, allí se instala finalmente Mijail.

Londres: ciudad en la que se instalan Konstantin, Vera, y Katia, amigos de la infancia de Samuel, que al final también tienen que dejar Rusia. Allí viaja Ezequiel en busca de pistas sobre el paradero de su padre.

Auschwitz: Parte del libro, se desarrolla en aquellos campos, de mano de Sara una superviviente, y más tarde lo visitan Ezequiel y Gustav.

Toledo: Samuel efectúa un viaje a los orígenes de su mujer Miriam.

Muchos enclaves diferentes que se van sucediendo a la par que los hechos históricos reales presentes en esta novela.

Un retazo de historia

Si algo me asombra de Julia Navarro es la ingente cantidad de documentación que maneja y que va introduciendo en la novela sin que en ningún momento llegue a abrumar al lector, porque está totalmente integrada.

A través de su pluma viajamos por la Rusia zarista, los pogromos judíos, las reuniones clandestinas bolcheviques, la represión zarista, la caída de los zares y la instauración del bolchevismo, aunque esto último con pinceladas muy ligeras.

También a vuelo de pájaro pasaremos por la I Guerra Mundial y las consecuencias que de ello se derivaron, en Palestina, la caída del Imperio Otomano, que supone el comienzo de las desavenencias entre judíos y musulmanes.

La II Guerra Mundial adquiere mucho más protagonismo, musulmanes y judíos apuestan por distintos bandos en lucha, aunque los musulmanes no están unidos a la hora de elegir bando, como las consecuencias de esta guerra son más importantes la autora le dedica mucho más énfasis, y la aborda tanto en Palestina como en Europa, de la mano de los personajes que nos acompañan durante buena parte de la narración.

Con la victoria de los aliados llega la partición de Palestina, 1948 es el punto donde las posturas de ara bes y judíos se convierten en irreconcilliables, puede que ninguna de las dos facciones este de acuerdo con la partición, sin embargo los judíos la aceptan y los musulmanes no...

Con la partición la novela comienza a languidecer, la autora deja de darnos datos tan concisos, a partir de ese momento ligeras pinceladas de la mano de Ezequiel que se niega a dar por terminada la historia nos llevan a conocer la guerra de los seis días y atentados de uno y otro lado, las intifadas, los fedayines... Y una amistad que sigue latiendo aunque hay muchas cosas que no pueden perdonarse, y posturas enfrentadas que no pueden reconciliarse.

Y como broche para esta novela que ante todo es redonda, un final de lujo que impacta, que te descoloca y que te hace ver la historia desde otro prisma y sobre todo te permite constatar que hay formas de ser, y de ver la vida que se heredan.

Julia Navarro consciente de lo larga que es la novela y de la cantidad de datos que nos aporta crea al final de la novela un glosario en el que nos explica algunos términos que puede que no conozcamos y también algunos acontecimientos históricos que ella resalta como interesantes en el devenir de la acción, como el caso Dreifus o la Declaración de Balfour.

Como en su anterior novela no todos los personajes son de ficción, algunos realmente existieron y supongo que algo habrá ficcionado para poder integrarlos con normalidad en la historia, pero al final también nos ofrece alguna pincelada de estos personajes históricos. Me ha gustado que haya tenido con los lectores ese gesto, puesto que no todos estamos puestos en historia, y en el caso de conocer el periodo en el que se desarrolla puede que algo se nos escape.

Conclusión

Si has sido capaz de llegar hasta aquí, habrás comprobado que la novela ha hecho mis delicias y de paso me ha hecho perder el miedo a afrontar un libro largo con el escaso tiempo del que dispongo, ya que el mundo no se ha parado porque yo haya arrastrado durante un mes un libro, y tampoco ha pasado nada por no llegar a tiempo a una iniciativa, creo que necesitaba una lección de esta categoría.

Por otro lado nos encontramos ante una novela en la que se entrelazan dos historias, dos formas de ver un mismo hecho, que nos permite ser imparciales, o al menos conocer las dos versiones, la vida de los Zucker y de los Ziad se enlazan y entrecruzan, ambos tienen una forma de ver los hechos y de vivirlos, pero entre ellos hubo una amistad sincera que las circunstancias menoscabaron, pero no pudieron romper, para poder entender estas afirmaciones tendréis que bucear en la novela, adentraros en sus páginas y embeberos de la belleza de la narración.

Nos encontramos ante una novela coral, con un gran cantidad de personajes y que sin embargo no es dificil de seguir gracias a la deferencia de la autora de no repetir ningún nombre, imagino que el esfuerzo habrá sido grande pero ha valido la pena porque es un punto a favor de la obra.

Llegados a este punto solo me queda recomendárosla, que no os abrumen sus páginas porque van fluyendo sin apenas daros cuenta, a pesar de los capítulos que para mi gusto son demasiado largos.



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