Un milagro para Helen

Helen creció en un mundo de oscuridad e incomprensión al que nadie podía acceder. Se hizo caprichosa, antisocial e intratable. Cuando la situación se volvió insostenible fue cuando sus padres trataron de encontrar una ayuda del exterior, y esa fue la maestra Anne Sullivan.

Nadie esperaba que Anne fuera a encontrar una forma de comunicarse con Helen, pero lo hizo. Para empezar porque la propia 'y tuvo que aprender a comunicarse con el alfabeto manual. Tan solo tenía que dibujarlo en la mano de otra persona. Con esos mismos conocimientos se entregó a cuidar y educar a la pequeña Helen. Poco a poco fue aprendiendo letras, palabras, y con ellos reconoció distintas emociones y sentimientos. El mundo había dejado de ser un lugar hostil y desconocido para llenarse de emocionantes oportunidades, y Helen salió de su propio encierro para entregarse a esos descubrimientos.


Anne también aprendió cosas de ella: Era una niña de una increíble inteligencia y ansias de conocimiento, tanto que con el tiempo también aprendería a "escuchar" apoyando sus dedos sobre los labios de la persona hablante y reconociendo las vibraciones que de ellos salían. Llegaron a vivir juntas, y Helen terminó trabajando como abogada.

Su historia llegó a ser tan sonada que hasta ha sido llevada al cine. No solo fueron dos precursoras, sino que también estamos ante una de las figuras más influyentes de su época, una ardua defensora de los derechos de la mujer, voz de los discapacitados y también pacifista. Con el tiempo, sin embargo, los mismos que alababan su historia de superación terminarían por darla la espalda al no compartir sus creencias.

Las ilustraciones de Ana Juan no podían ser más perfectas. Son oscuras, tenebrosas, nos reflejan lo que debía sentir Helen al estar aislada del mundo y turbada por la incomprensión de todo cuanto la rodeaba. Poco a poco, gracias al uso de los colores, somos testigos de cómo las emociones se abren paso en su vida y la brindan un nuevo espectro con el que enfocar su situación.

En cuanto a la publicación, es un libro de grandes dimensiones, en tapa dura y de muy breve extensión, por lo que se puede leer de una sentada.

Cabe mencionar también que en el libro se representa el alfabeto dactilógico que utilizan las personas sordociegas en España, no el universal.

Helen Keller y Anne Sullivan han dejado una importante huella en la historia, pero son mucho más que dos nombres: Son un mensaje. Un canto a la comprensión, a la dedicación, y sobretodo a la educación. Quién sabe qué habría sido de Helen Keller si nadie la hubiera dado una oportunidad, si nadie se hubiera esforzado en comprender todo lo que llevaba dentro. Ahora ellas sirven como ruta para que muchos otros sigan sus pasos.
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Tanto los personajes como sus propias historias son reales y se nos muestran de una forma preciosa y con un desarrollo demasiado profundo dada la extensión del libro.

La historia está contada de dos formas. El texto es brutal, sincero y sencillo. Las ilustraciones son mágicas, impactantes y emotivas, ofreciendo matices en la información muy importantes.

En cuanto a la ambientación, se centra más en la perspectiva de Helen, por lo que la oscuridad y la tristeza, pero también la emoción y la superación, tiñen sus páginas de principio a fin.

Una historia preciosa de personas que desconocía y que han sido tan importantes en la integración de las personas sordociegas. He disfrutado muchísimo.