El Llano en llamas

El llano en llamas” es un libro de cuentos de entre 10 y 15 páginas de extensión. Estos 17 cuentos están situados en el México de inicios del siglo XX: el desierto, los bandoleros, los ríos, las grandes extensiones de tierra, los primeros viajes a Estados Unidos para hacer fortuna, el asesinato, un terremoto, y muchos otros temas que se pueden situar en esa época, son los principales protagonistas de todos estos cuentos.

Una particularidad de todos los cuentos es que están escritos como si fuera el propio protagonista quien está contando la historia a otra persona. El estilo narrativo convierte al lector en un receptor anónimo de aquello que cuenta cada personaje; dando un mayor atractivo a lo que se lee, pues no es una historia relatada para alguien neutral que la quiera leer, sino que es un relato contado por el propio protagonista que busca que el lector se sienta como si quien le está contando la historia, estuviera sentado al lado suyo en el ambiente donde se desarrolla todo.

Otro gran protagonista del relato es la locación donde se ambienta el cuento, en las diferentes historias, se siente como si estuviéramos allí presentes, oliendo la yerba que pastan las vacas y los chivos, viendo el río correr desde las montañas, sintiendo el calor en los llanos y desiertos, mojándonos con el agua que arrastra vacas y cadáveres, sintiendo la soledad y desesperación de pueblos inhóspitos que hacen lo posible por sobrevivir y llevar su día a día. Todos estos elementos juegan un papel importante en la lectura, pues hacen que no sea sólo un libro de cuentos, sino que el lector verdaderamente se sumerja en sus páginas y no sienta los cuentos como un producto de la ficción de un escritor, sino como una historia que pudo haber pasado en algún lugar de México en un tiempo determinado y en la que la persona que relata los hechos pudo haber sido el protagonista o el testigo de estos hechos.

Sobre los cuentos, esta vez no tengo que resaltar alguno en especial, todos, absolutamente todos, me parecen increíbles. La forma de hablar de asesinatos, de ocupaciones de tierras, de crecientes de ríos que terminan llevándose los únicos animales que serían el seguro para que una niña no entrara en la prostitución, la larga caminata entre un hombre y la mujer de su hermano para llevar a su hermano a una iglesia y poderlo curar de una penosa enfermedad, el ajuste de cuentas generacional que planea su venganza por más de 30 años, las veneraciones a “santos milagrosos” cuyo único milagro es pasar la noche con una mujer diferente todos los días… Estos y todos los temas, son narrados de una manera tan magnífica y cuidadosa, que sin necesidad de describir exhaustivamente el paisaje o construir muchos rasgos de un personaje, se entiende su historia, se entiende su mensaje y al final de cada cuento se produce la reflexión de si pudo haber sido verdad lo que hay allí escrito o es simplemente fruto del ingenio de un escritor.

Para finalizar, solo queda recomendar el libro, no solo por su narración, construcción de personajes y su ambientanción, sino también por lo que representa para la literatura mexicana y latinoamericana; es una muestra de una tradición oral propia de un país, que se convierte en un testimonio para toda Latinoamérica, en donde, con pequeños cambios en la jerga y en las locaciones, podría ser también una historia que sucedió en un país como Colombia o Perú, o cualquier otro. Leer “El llano en llamas” es una buena forma de apreciar los escritores de nuestro idioma y nuestras costumbres, al igual que de sentirse orgulloso de los talentos que existen en este lado del mundo.
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