Seamos honestos, nuestros reinos están henchidos de maledicentes, viciosos y sátrapas corruptos que, como hambrientas hienas, esperan la oportunidad para morder desde la obscuridad. los aciertos y virtudes de sus príncipes, cuando las hay, son reconocidas únicamente después de muertos éstos; el interés de todos es privar, imponer y servirse, nunca servir. El pueblo también tiene lo suyo: es indolente, holgazán y supersticiosos, y su veta de bondad e nobleza es aprovechada por los explotadores para avasallarles.
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