Trinidad

El Cyberpunk ha evolucionado a Cyberchamanismo!
¡Ojo!, Masamune Shirow ya habló de esto en ''Ghost in the Shell'' pero de una manera más sutil, sin vísceras y órganos sexuales utilizados como conectores por doquier.

Me ceñiré a hablar de Trinidad, precuela de Ygdrasil, ya que es el orden de lectura que he escogido:

Como en prácticamente todas las obras de este género, el escenario supera a la trama de fondo. Pero, ¿hasta que punto el universo creado por Baradit tiene cimientos sólidos y no es un llamativo cartón piedra?

Nos encontramos en un futuro en el que ya no hay límites de ningún tipo (mucho menos éticos) y en el que morir no es lo peor que te puede pasar. La ''energía espiritual'' es tangible, controlable. El cuerpo no es mucho más que un mero recipiente o un canal, algo sin importancia, cuasi despreciable, que se puede mutilar o destruir en función de su utilidad en este u otro plano. La tecnología se esfuerza por conectar ambos mundos y lo que denominamos alma, es un nuevo software. Aquí, pasado y presente vienen de la mano; las experiencias programan y facultan al alma para una u otra función útil y si no es así, se le permite reencarnar.

Baradit trata de innovar y con todo esto lo consigue. También procura escandalizar y de nuevo lo logra mediante una sucesión inagotable de escenas descarnadas que en otro tipo de novela se considerarían de terror; hay fantasmas, están por todas partes pero no nos podemos permitir temerles, debemos utilizarles, no dejamos que nos asusten pero las imágenes son a veces perturbadoras.
Acaba también con nuestro pudor mediante implantes que mutilan y desprecian la carne de los vivos en sus partes más sensibles.

Y aquí me asaltan las dudas, en el exceso. No sé si una vez sentadas las bases del universo es necesario continuar intentando sorprender en cada página con imágenes trasgresoras, introduciendo conceptos y simbología de todo tipo. Habría agradecido algo menos de esto y más esfuerzo en la narración de fondo que queda en algo bastante al uso, con unos malvados de manual y un final que después de tanta sorpresa... ya no impacta.
En fin, que para saber si estamos ante una obra contundente o artificiosa tendré que leer Ygdrasil y tener una visión más global. Pero con Trinidad, a pesar de los pesares, he disfrutado como un enano.
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