Ficciones

Qué difícil que es empezar un párrafo para hablar de Borges, me produce el mismo miedo que Shakespeare. Y es mucho peor el esfuerzo para dar a entender, en la medida de lo posible, qué encontré en este libro. Mi reseña será general, porque tratar cuento por cuento me llevaría años, en parte porque me gustaron, en parte porque son complejos.

Abrir Ficciones y preguntarse de qué estará hablando el narrador es todo un clásico. “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” ya teje una pauta que se extiende a los otros cuentos y que descoloca al lector. Se mencionan libros y autores, direcciones, fechas, citas… Cada relato (sobre todo los de El jardín de los senderos que se bifurcan) está construido por libros, por la literatura misma. La conclusión a la que llegué es que Borges no podía dejar de ser lector ni aún en los cuentos que escribió, porque otros hubieran buscado protagonistas de carne y hueso (como los de El Aleph), en lugar de poner en el centro a los objetos (y, en ciertas ocasiones, a meterlos unos adentro de otros). Cuesta “acomodar el ojo”, salir de las reglas preestablecidas del cuento y disfrutar de una narración limpia, estéticamente impecable, que se dedica, por ejemplo, a hablar de un universo como biblioteca. O de una biblioteca como universo. Sin embargo, también hay seres humanos en esta colección, como el de “Funes el memorioso”, un condenado a recordarlo todo y profundizar en nada. Por lo general son personas sufridas, misteriosas, que tienen vivencias extraordinarias y quieren compartirlas. Por supuesto, los personajes no crecen demasiado durante el cuento, pero son particulares y difícilmente descartables.

Ficciones es exigente con el lector, lo desafía. Una vez me dijeron que era imposible leer a Borges sin una enciclopedia o con Google a mano y tenían razón. A veces los resultados de esas búsquedas terminan en el vacío, porque o todo es un invento o la verdad es muy pequeña. Después de superar la sensación de que Borges se está burlando de quien lo lee, se amiga otra vez con él. Y le promete que no va a soltar el libro hasta el final. No es complicado llegar hasta allí porque las narraciones atrapan (y son historias laberínticas, precisamente), pero requiere paciencia por lo que mencioné antes.

Los cuentos me gustaron en conjunto (algunos más, otros menos, como era de esperar) y pude hacer una extracción de mis favoritos: “Las ruinas circulares”, “La Biblioteca de Babel”, “Funes el memorioso” y “El Sur”. Son muy bellos y muy diferentes entre sí. Planeo hacer una relectura en algún momento porque no pude evitar terminar el libro con cierta impresión paranoica: seguro que algo me perdí o no entendí. Me preocuparía menos si el libro no me hubiera gustado. Antes que nada, me espera Historia universal de la infamia en mi biblioteca y veré si causa el mismo efecto.