Y entonces el grupo se mueve y veo a Will. Lo devoro con los ojos, que me duelen de mirarlo tan intensamente. El tozudo mechón castaño le sigue cayendo sobre la frente. Su marcada mandíbula sigue siendo tan implacable como siempre. Está aquí. Will que ha cumplido la promesa que me hizo. Y luego pienso que no, que es imposible. (…) Puede que haya llegado hasta aquí accidentalmente. A lo mejor se ha separado de su grupo y se ha perdido, hasta tropezar con nuestra niebla…
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