Macabea11 June 2020
El perro sin plumas (Paisaje del Capibaribe-I) La ciudad es atravesada por el río como una calle es atravesada por un perro; una fruta por una espada. El río a veces parecía la mansa lengua de un perro, a veces el vientre triste de un perro, a veces el otro río de acuoso paño sucio de los ojos de un perro. Aquel río era como un perro sin plumas. Nada sabía de la lluvia azul, de la fuente de color de rosa, del agua de la copa de agua, del agua del cántaro, de los peces de agua de la brisa en el agua. Sabía de los cangrejos de lodo y herrumbre. Sabía del barro como de una mucosa. Debía saber de los pulpos. Sabía seguramente de la mujer febril que habita en las ostras. Aquel río nunca se abre a los peces, al brillo, a la inquietud de navaja que hay en los peces. Nunca se abre en peces. Ábrese en flores pobres y negras como negros. Ábrese en una flora sucia y más mendiga que los mendigos negros. Ábrese en mangles de hojas duras y rizos como un negro. Liso como el vientre de una cachorra preñada, el río crece sin reventar nunca. Tiene el río un parto invertebrado y fluente como el de una cachorra. Y nunca lo vi hervir (como hierve el pan que fermenta). En silencio, el río carga con su fecundidad pobre, grávido de tierra negra. En silencio se da: en capas de tierra negra, en botas o guantes de tierra negra para el pie o la mano que moja. + Lire la suite |