La tristeza de los ángeles

“Cuando se cierran nuestros ojos fijos no es el sueño lo que nos invade, sino los recuerdos” ~ La tristeza de los ángeles de Jón Kalman Stefánsson.

Segunda entrega de la trilogía de El muchacho. El primer libro, titulado “Entre cielo y tierra”, me enganchó de principio a fin. He de reconocer que este no tanto. No es una historia rápida sino para disfrutar lentamente por la forma tan poética en la que está escrita y si se lee con una buena taza de té caliente, mejor, porque el frío del paisaje islandés que marca el trasfondo de la historia se te mete hasta los huesos.

En La tristeza de los ángeles nos reencontramos con el muchacho y con otros personajes de la primera entrega. En esta ocasión cobra protagonismo uno nuevo: Jens, el cartero. Llega al pueblo en medio de una terrible tormenta y tras días de recuperación retoma la ruta. El muchacho le acompaña.

Así, avanzan entre las montañas y el paisaje helado y conviven con la vida y la muerte. El libro es en si mismo un ensayo sobre la vida –“es posible conocer a un hombre viendo adónde se dirigen sus ojos”; su fragilidad –“el ser humano puede permanecer mucho tiempo en pie si se trata de cuestión vida o muerte, el deseo de vivir no conoce límites”–, la muerte y sus recuerdos, –“el que se muere nunca nos deja del toro, esa es la paradoja que nos consuela y tortura a la vez, el que se muere está tan cerca como lejos”–; los sueños –“el hombre muere si le quitan el pan pero si no tiene sueños se marchita”– y el poder de la literatura –“¿para qué sirve la literatura su ni tiene el poder de cambiar el destino?”.

La verdad es que habla de tantas cosas y he destacado tantas frases que casi necesitaría veinte entradas para plasmarlo todo. Continuaré con el siguiente de la trilogía, sin duda.