La banda de Arruti

La acción comienza con la salida de la cárcel de Basauri de Ereño.
Ereño formaba parte de una pandilla de cuatro amigos que no tenían muy buena fama precisamente por los trapicheos en los que se metían cuando eran más jóvenes. Con el tiempo se fueron perfeccionando y se convirtieron en La banda de Arruti. Los años los han hecho tomar caminos diferentes, pero siguen siendo los mismos perlas de entonces, aunque han pulido un poco su imagen.
Entre los cuatro perpetraron un robo y Ereño fue el cabeza de turco que cargó con todas las culpas a cambio de mantener su parte y un billete para la República Dominicana para su pareja Yoselín, que debe estar esperándolo para montar un negocio. En los tres años pasados en la cárcel conoció a otro tipo, Gallego que también fue cabeza de turco de otro robo de joyas, y Ereño de forma sutil le sacó quién era su cómplice y dónde están escondidas las estas.

Ereño es consciente de que no va a ser capaz de encontrarlas él solo y se pone en contacto con sus antiguos compañeros. Delgado que ahora es cura, con algún problemilla, dejará plantados a sus feligreses para ayudarlo en su búsqueda, aunque con métodos poco ortodoxos.

Al plan se va a unir Urrutxurtu, que ahora es policía, aunque no demasiado limpio, y que gracias a sus contactos y al acceso a medios que los otros no tienen, será una parte fundamental para localizar el botín. Pero quien realmente maneja el cotarro y lleva las riendas es Arruti, el único de los miembros que sigue fiel a sus principios y se ha dedicado al trapicheo de drogas en un escalón más alto y con métodos que tienen acojonados a sus rivales.

Ir a por las joyas será ahora su único objetivo y para ello harán lo que haga falta, que no es poco. Asistiremos atónitos a una carrera contrarreloj para encontrarlas en un Basauri que el autor nos describe con detalle, en plenas fiestas patronales de San Fausto con sus cuadrillas, sus comidas típicas y sus francachelas.

No puedo contar ni una sola cosa más porque es mucho mejor ir descubriendo todo lo que pasa, los espectaculares giros que da la trama, los personajes secundarios, que tienen mucha miga, las peripecias en las que se ven envueltos todos, contado todo ello con una pátina de humor negro que hacen que no puedas dejar de leer, y que una sonrisa irónica se cuelgue de tus labios.

Me ha gustado todo en este libro, los personajes, por muy capullos que sean, la ambientación tan bien hilada que nos muestra el autor que va a caballo entre la crítica y el orgullo por sus tradiciones: he salivado y olido esos talos de chorizo y el zurracapote que aparecen más de una vez, he escuchado los tambores de las cuadrillas, los desfiles, he descubierto a la Escarabillera y su tradición que no conocía.

He disfrutado con su forma de narrar, alternando primera y tercera persona, cómo juega con el lector dando sorpresa tras sorpresa y me ha recordado a un clásico español por el final, que no digo, porque incluso con eso podría dar pistas sobre la trama.
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En esta ocasión, Arretxe deja descansar a Touré y al barrio de San Francisco en una novela independiente (que, por tanto, recomiendo a quienes quieran conocer la prosa del autor pero les de pereza empezar una serie).

Una novela muy corta, poco más de ciento cincuenta páginas, en la que pasan muchas cosas y resulta muy entretenida por lo que prácticamente se puede leer de un tirón.

Una banda de delincuentes "profesionales", a cada cual más chapucero. Y una trama con algún giro inesperado y unas cuantas situaciones un tanto absurdas que nos pondrán una sonrisa en los labios ante tanto desastre suelto

Cada uno de los cinco primeros capítulos lleva por título el nombre de uno de los protagonistas, así podremos conocer bien a cada uno de ellos.

Destacan los múltiples narradores elegidos por Arretxe en esta ocasión. El primer capítulo será narrado por Ereño, uno de los miembros de la banda, que acaba de salir de prisión. El segundo lo protagoniza y lo narra Delgado, en esta ocasión en segunda persona. En los demás, toma la palabra un narrador omnisciente. Diferentes narradores en una narración llevada con maestría; Arretxe tiene mucho oficio y eso se nota. Es alguien que hace parecer fácil lo que no lo es tanto; como muestra esta novela, aparentemente sencilla pero que, como estáis viendo, no lo es tanto en la forma

En definitiva, una buena novela, sumamente entretenida, que deja muy buen sabor de boca.
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