El café de los corazones solitarios

Aquí viene una opinión impopular, lo sé.
Os cuento. Decidí leer este libro porque vi una cita en internet que me pareció preciosa. El problema es que, al terminar el libro, me di cuenta de que esa cita no aparecía, cosa que me extrañó. al final descubrí que me había equivocado de título, la cita en cuestión era de El café de los corazones rotos, no de El café de los corazones solitarios. Triste historia la mía, he añadido el libro a mi lista de deseos de Goodreads, para leerlo algún día. Estas cosas solo me pasan a mí... En fin, momento anécdota finalizado.
El café de los corazones solitarios es un libro que no está mal, pero a mí no me ha convencido del todo. El principal motivo es que me ha aburrido, se me ha hecho cuesta arriba, demasiado lento y la historia no me atrapaba. No sé, como que en ningún momento terminó de arrancar, y quizás eso se deba también a que las historias que contaba eran bastante predecibles. Sinceramente, nada me sorprendió, y cuando digo nada, es nada. Se nota que la autora quiso mantener intriga sobre algunas cosas, en especial sobre las pérdidas de memoria de Molly o sobre la hija viajera de Leni, pero es que desde que vivimos algunas escenas, ya se sabe por dónde van los tiros. Y eso junto con una narración bastante pausada, que no hizo que saltara la chispa, pues me ha dejado un poco fría. Creo que no tiene que ver con que la historia se base en las vidas cotidianas de un grupo de personas, porque por ejemplo, muchos libros de Alice Kellen son así y los adoro, porque me remueven muchos sentimientos, así que para mí el principal problema ha sido la forma de contar la historia, y también la falta de chicha de la misma. Sé que la mayoría de personas que han leído este libro lo han amado con todo su ser, pero es que a mí me ha dejado bastante igual.
Os voy a hablar un poco sobre los personajes. Primero conocemos a Carla, una joven que acaba de perder a su marido y no ve la luz al final de todo el dolor, especialmente cuando, en su funeral, se entera de que su marido la engañaba con otra. Su historia es cómica a la par de dolorosa, y es que lo que hizo Martin no tiene nombre, aparte de que a ella la dejó con la autoestima por los suelos. Por otra parte, tenemos a Molly, una anciana cuyo hijo es el mal de todos los males, pero tiene una hermana a la que quiere con toda su alma y también tiene un buen marido de segundo exmarido, a pesar de lo que sufrió con su marcha. Molly me ha parecido una persona muy tierna, y la pobre ha sufrido mucho, no se merece para nada lo que vamos descubriendo a lo largo de las páginas de la novela. También contamos con Will, un joven que ha de empezar de cero tras la quiebra de su negocio y el abandono de su mujer. Will es un chico lleno de vida que nos regala la visión del mundo con optimismo, aunque me parece que la autora ha exagerado con la personalidad que le ha pintado a su mujer. La hace demasiado frívola, superficial y mala, vamos, un bicho, y él parece haberse dado cuenta ahora. No sé, él decidió casarse con ella y él mismo reconoce que ella siempre fue así. Asimismo, tenemos a Shaun, el hombre que se dedica a alquilar locales y a hacer reformas, que es un tanto brusco, pero siempre esta cuidando de los que le importan. Por último, pero no menos importante, está Leni, la dueña de El Café de la Esquina, el cual ha abierto sus puertas hace poco y será donde se reunirán todo este grupo de personas, siendo un lugar de refugio para ellos, donde podrán ponerse al día de sus vidas, darse consejos, y mantener debates literarios. Esto me ha encantado, que todos hayan encontrado en esta cafetería un hogar, y también que Leni dedique cada martes a autores clásicos, como las Brönte o Bram Stocker, y los asistentes debatan sobre sus libros, mientras devoran un rico pastel con nombre de la temática. Disfruté mucho de esos momentos, era como asistir a reuniones familiares y solo de pensar en la comida, se me hacía la boca agua. Leni es una persona que es todo sonrisas, confianza y buenas palabras, un encanto de mujer, y su rinconcito es muy especial.
La verdad es que la historia prometía, y no niego que tenga sus partes buenas, sobre todo lo relativo al café, pero me ha faltado emoción, más sentimiento y empatizar más con los personajes. Es cierto que la autora nos cuenta todo sobre ellos para entender sus personalidad y también sus comportamientos, pero aunque los entendiera, no llegué a tomarles un cariño especial. Si acaso la que más me caló fue Molly, el resto un poco meh, estaba bien ir leyendo lo que les ocurrió y su evolución, pero tampoco para tirar cohetes. Es verdad que algunas reflexiones me gustaron, sobre todo me hicieron pensar en que, cuando esperamos unas señales y queremos creer en ellas, estas aparecen, y también en que la vida nos concede lo que deseamos de maneras inimaginables, jugando con nosotros. No obstante, es una lectura que me ha dejado bastante indiferente y que probablemente olvidaré en poco tiempo.
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