Hiroshima

Allí, en la fábrica de estaño, en el primer momento de la era atómica, un ser humano fue aplastado por libros.

Se preguntó cómo de un cielo silencioso podía haber llovido semejante destrucción.

"Y ahora cada uno sabe que en el acto de sobrevivir vivió una docena de vidas y vio más muertes de las que nunca pensó que vería. En aquel momento, ninguno sabía nada."

A la mañana siguiente encontré a muchos de los hombres y mujeres muertos, a quienes había dado agua la noche anterior. Pero, para mi gran sorpresa, nunca escuché que nadie gritara, aunque sufriera tan grande agonía. Murieron en silencio, sin rencor, apretando los dientes para soportarlo. ¡Todo por la patria!

(...) casi todos estaban demasiado ocupados o demasiado cansados o demasiado heridos para que les importara haber sido objetos del primer gran experimento en el uso de la energía atómica.

Para proteger por completo a un ser humano de la radiotoxemia se necesita un refugio de concreto de ciento treinta centímetros de grosor.