El destino del Tearling

Siempre que termino una historia que me ha gustado mucho, me pongo nostálgica, al saber que no volveré a vivir nuevas aventuras con sus personajes. Podré releer los libros siempre que quiera, sí, eso es un consuelo, pero la pena sigue ahí. Y la verdad es que esta trilogía me ha gustado mucho, mucho.
En este último volumen veremos resueltas todas esas incógnitas que aparecieron en los libros anteriores. Conoceremos quién es El Traedor y cuál es su papel en la historia, quién es la cosa oscura y qué hizo, también se nos desvelará la identidad del padre de Kelsea y un sinfín de sorpresas más, bastante inesperadas, de las cuales no hablaré porque es mejor ir descubrirlas a medida que van surgiendo, dejándonos con los ojos a cuadros.

En el primer libro, solo contábamos con la historia de Kelsea; en el segundo, alternábamos esta con la de Lily, para situarnos en la época pre-Travesía. En esta última parte de la trilogía, asistiremos a los acontecimientos que se producen unos años después de la Travesía, a través de las vivencias de Katie, una joven que empezó a ver lo difícil que era mantener el sueño de William Tear y lo que causó la corrupción de las personas de su entorno. En el libro anterior, ya se demostró lo importante que es conocer el pasado, por lo que en este continuaremos profundizando en ese pasado que ha desembocado en el presente donde vive nuestra protagonista. Creo que al fin se comprende por qué es tan relevante la historia del Tearling, las acciones que realizaron determinadas personas y su relación, debido a que está más relacionado de lo que pensamos con lo que ocurre en el presente, donde Kelsea luchará contra viento y marea para salvar a los suyos.
En esta lectura, es cierto que los dos primeros capítulos, más o menos, son algo más lentos, se toma más tiempo para describir situaciones y debates internos, etc. Pero, páginas después, volvemos a esa acción a la que Johansen nos tiene acostumbrados, llegando a ponernos la piel de gallina con el realismo de algunas escenas y con los sucesos que tienen lugar en ellas. La autora consigue emocionarnos, meternos en la piel de cada uno de los personajes y empatizar con ellos, entendiendo sus personalidades, lo que nos ayuda a comprender por qué llevan a cabo determinados actos.
Si en la reseña de la invasión del Tearling, decía que me parecía fascinante la forma en la que la autora había tratado el tema del Arvath, en este he disfrutado mucho de su manera de plasma como una sociedad, en momentos complejos, puede verse muy influida por el idealismo, tanto en lo bueno como en lo malo. Como nos aferramos a clavos ardiendo, o tomamos el camino fácil o más seguro, sin darnos cuenta de que quizás no sea el más indicado, o que puede esconder algo detrás que nosotros no vemos porque estamos cegados. Política e ideología, dos temas en los que la autora hace hincapié a lo largo de los tres libros y que son trabajados de manera excelente. Me quito el sombrero.
Sobre Kelsea, una vez más, solo puedo decir cosas buenas. Es una protagonista de la que me llevo un gran recuerdo, que siempre ocupará un hueco en mi corazón lector, porque con su imperfección, brilla más que una persona que llegara a ser perfecta. Kelsea, como el resto de personas, tiene sus matices de gris, tiene defectos que ha de controlar para no sucumbir y convertirse en una persona cruel, pero también cuenta con virtudes dignas de alabar. Valentía, comprensión, fortaleza, sacrificio... Podría seguir nombrando muchos más, sinceramente, creo que es una joven a la que he llegado a admirar, por su mano de hierro cuando la situación lo requiere, por su tesón y por ese amor que siente, aunque no lo exprese demasiado.
Del resto de personajes, me repito en lo siguiente: Maza es increíble. Sigo adorándolo, es un hombre con las cosas claras, algo frío, pero al que no cuesta cogerle cariño, porque lo vale. También tendrá su protagonismo La reina Roja, la cual no ha dejado de aparecer en cada una de las novelas que conforman la trilogía, pero la destaco en esta porque he visto su papel desarrollado con maestría, Erika Johansen consigue que sintamos hasta compasión de una persona tan cruel y malvada, imaginad. Eso sí, El Traedor, un personaje que llamó mi atención desde el primer momento, considero que se ha ido desinflando mientras la saga avanzaba, hasta quedarse en una simple sombra. Tiene su función, sí, pero creía que me iba a dejar flipando en colores su papel, en cambio, llega a un momento en el que pasa casi desapercibido. Es un personaje al que se le podría haber sacado mucho jugo, pero que se quedo en un quiero y no puedo. Ha sido mi pequeña decepción, esperaba mucho de él.
Ahora vamos con la parte más compleja, el final. He leído reseñas de personas que han amado el final de la trilogía completamente, que les ha encantado y no imaginan desenlace mejor. Otros, sin embargo, lo han odiado, aborrecido y criticado, diciendo que no está a la altura de la historia. ¿Cuál es mi opinión sobre el tema? Pues bien, a mí ni fu ni fá, de hecho, a día de hoy no estoy segura de si me gustó o no. Es un desenlace que, por un lado, me encantó, puesto que no me lo veía venir, pero por otro, me dejó con un sabor agridulce. En mi opinión, los personajes se merecían un final mejor, acabar de otra manera. Pero tampoco es que haya aborrecido la manera en la que ha terminado el libro. Lo dejo en que habría disfrutado mucho más con otro desenlace, no obstante, comprendo por qué la autora ha escrito este final y ha estado bien. Creo que ha sido acertado, incluso, porque se plasma que quien algo quiere, algo le cuesta. No es el que más feliz me hubiera hecho, pero es un buen final.
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