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Crítica de Soraya47


Soraya47
12 April 2018
Antes de empezar mi reseña sobre el libro, dejadme que os cuente una anécdota que en sí tiene mucho que ver sobre lo que opinaré a continuación.

Se dice que cuando el gran Hemingway ejercía de periodista, ya siendo famoso, le pagaban un dólar por palabra. Alguien lo vio en un restaurante y le mandó al camarero con un dólar. El escritor ante esto le devolvió escrita una nota con la palabra gracias.

Vamos con la historia que terminé de leer y que nos concierne.

Deciros que aunque sea un libro de Joe Hill, no es una novela de terror; es de fe y supervivencia, vivir por encima de todo, al precio que sea. Pero personalmente sí me causó escalofríos, tal vez porque morir quemada es parte de uno de mis miedos.

La enfermera Harper, la protagonista principal y la que llevará todo el peso del libro, trabaja en el hospital de la ciudad de Portsmouth ( USA), ayudando a los enfermos de Escama de Dragón, una especie de hongo que te sale en la piel y que a los pocos días hace que ardas de forma espontánea.

El mundo arde, las personas arden; un nuevo apocalipsis amenaza con terminar con la raza humana. En ese hospital conocerá a otros protagonistas: el bombero John, de origen inglés y personaje clave, y a Reéne, una de las miles de enfermas, que se dedica a contar cuentos para hacerlo todo más llevadero. Pero la vida de la enfermera se complica cuando ella misma se contagie del hongo, sepa que está embarazada y sufra el rechazo de su marido.

Abandonada por su cónyuge, recibe en su casa la visita de dos niños con sendos regalos, uno de ellos una flauta que debe hacer sonar si se ve en peligro. Y aquí es donde comienza lo que será la parte de la magia y lo fantástico, que lo hay. Días más tarde, con la ayuda de esos niños y el bombero, terminará en un campamento dentro del bosque donde se refugian los enfermos huyendo de las cuadrillas de incineración que los quieren muertos.

Pero el campamento no es lo que parece. Eso lo aprenderá pronto, con la ayuda de un diario que alguien dejó escrito, en el cual se comenta sobre una isla donde los enfermos tienen otra oportunidad .

Hasta aquí el resumen. Ahora os hablaré del libro.

¿Recordáis la anécdota de Hemingway? Pues he tenido esa sensación con nuestro autor, Joe Hill, la impresión de que le pagaban por palabras. La historia empieza muy bien, animándote a continuar la lectura , pero en la parte del campamento, cuando llevo unos cientos de páginas leídas, mi cabeza me recuerda lo que odio cuando un libro sólo contiene palabras.

No hay alma. No hay nada. Es un alargar por alargar, sin sentido. Dejas el libro, lo coges de nuevo y todo lo que lees es lo mismo que ya habías leído. Eso no es el arte de narrar, eso lo llamo yo el arte de meter paja. ¿Qué pasó? Pues muy sencillo: si en esta misma obra, en vez de meterle casi ochocientas páginas la hubiese dejado en unas trescientas, os estaría hablando de un buen libro. Pues no es así y es una pena. La historia es hermosa y no entiendo por qué lo estropeó de esta manera.

Vale , tiene un buen principio y un maravilloso final, pero eso no hace un libro. Si fuera así, qué fácil sería escribir. No nos cuenta nada que no sepamos ya sobre las miserias humanas. Casi todos hemos vivido incendios, inundaciones o alguna catástrofe similar, o sabemos de ellas, y nos consta que es cuando el ser humano saca lo mejor y lo peor que llevamos dentro, en este caso es lo peor.

No todo es malo en el libro, aunque la paja, el alargar por alargar, le hizo mucho daño a una historia que da la sensación que pensó como un relato corto y que el autor se empeño en convertir en una novela tocho. Aparte del principio y final, que como digo me han gustado mucho, a lo largo de su lectura podréis encontrar guiños a bastantes libros y eso me gusta. Me agrada que un libro me lleve a otros libros. Tiene, además, pasajes muy hermosos. Estamos ante un escritor que demuestra que sabe narrar cuando se limita a ello.

La lucha del ser humano por sobrevivir y la magia, sutil, pero presente, le da la historia un toque de cuento fantástico. Un fuego que lo quema todo, pero también ilumina nuevos caminos.

No voy a deciros que no lo leáis, pues no es una mala historia. Pero a Hill nadie le pagaba por palabras y debió de saber cuando parar, que no valía la pena seguir alargando de manera innecesaria. Eso también es parte del arte de saber escribir. Hay escritores que dicen que avanzan más quitando palabras que añadiéndolas.

Gran verdad.
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