El traje del muerto

Si hay algo que sorprende en la literatura de Joe Hill es la frescura de sus ideas. Esa capacidad innata que tiene para imaginar situaciones aterradoras en base a unas premisas que sorprenden por su sencillez. Ya aquí, en lo que supuso su debut como novelista, se encuentran varios de esos golpes de efecto que convierten sus narraciones en una montaña rusa de emociones. Una espiral de sorpresas que consigue meter el miedo en el cuerpo del lector en más de una ocasión.
La premisa de El traje del muerto es sencilla y, en cierto modo, parece limitada en cuanto a sus posibilidades. Nos presenta a un exitoso y excéntrico cantante de rock, colmado de rasgos egocéntricos y despreciables, que posee una colección de objetos esotéricos y, en cierto modo, macabros. de ahí que cuando llega a su conocimiento la existencia de un fantasma asociado al traje de un fallecido no dude en hacerse con él.
Hasta aquí la presentación de la historia y las bases de una novela cuya premisa salta por los aires a las primeras de cambio, porque si algo tiene de bueno Hill es su capacidad para retorcer sus historias y escarbar en ellas en la búsqueda del auténtico horror. Hill nos plantea una alternativa a la historia de fantasmas que como lector presuponemos y nos alista en una pesadilla con implicaciones mucho más siniestras.
Y es que tras esa fachada sobrenatural, se esconden una serie de personajes cuya personalidad inicial está llena de claroscuros. Nada es lo que parece en esta historia de fantasmas y eso se agradece conforme uno avanza en la trama y va desentrañando el pasado turbio que moldea a los personajes. Eso facilita la comprensión de sus actos, sus decisiones y, en definitiva, pone en bandeja la empatía necesaria para sufrir con ellos.
Y es que una de las grandes cualidades que tiene Hill, heredada de su padre, es la capacidad de torturar a sus protagonistas, tanto a nivel físico como psicólogo. En más de una ocasión te estremeces con los tormentos que tienen que vivir y sientes que aquello a lo que se están enfrentando es realmente amenazador. Hay ciertos pasajes que ponen los pelos de punta, con ese tipo de imágenes que se te quedan grabadas en la imaginación ante los conceptos que plantea, sobre todo cuando te has rendido a lo que el autor te quiere contar.
Por otro lado, es una novela que exige al lector la complicidad necesaria para adentrarse en todo su mundo. No todo funciona como debiera, llegando algunos pasajes a rozar lo absurdo, teniendo que perdonar al autor la inocencia propia de un debut que no es perfecto. Ciertos momentos de tensión están cogidos con pinzas y requieren esa suspensión de la credibilidad para que no te distraigas del verdadero objetivo de esta historia que es la de entretener aterrándote. Eso podrá alejar a los lectores exigentes de una trama cuyo plato fuerte llega cuando el propio autor se aleja de todo lo sobrenatural, cuando se acerca a los personajes y los desnuda. Todo planeado para que el cierre de la trama te deje con las sensaciones apropiadas para cerrar una trama tan compleja e interesante.
Puede que todo parezca exagerado. Puede que sus planteamientos estén más cerca de lo visual, que de la creación atmosférica clásica en una obra de esta índole. Pero El traje del muerto da miedo cuando tiene que darlo y esas emociones son dignas de disfrutarlas en medio de la noche.