Los nombres propios

Solo puedo recomendar esta lectura. Me ha gustado mucho. Bien es cierto que ha sido el libro adecuado para el momento preciso, de modo que a lo mejor en otro momento no me hubiese fascinado tanto. Me habría gustado haberlo leído de forma fluida, sin los parones que realicé, pero no pudo ser y, pese a todo, lo disfruté muchísimo.Los nombres propios es una novela narrada por Belaundia Fu, la amiga imaginaria de la infancia de Marta, la protagonista de la novela. Esta instancia funciona como doble de Marta, un otro que la contempla desde fuera con el conocimiento de su pasado y de su futuro. La narración es ágil, cercana, amable. Es la de una voz que conoce todas las caras y matices de la protagonista, que la trata con ternura, con la sabiduría de quien te quiere, te entiende, te sabe, te sufre...La novela narra de este modo tan particular la vida de Marta desde la infancia a la juventud (los casi treinta), poniendo el foco en el proceso de crecimiento, en la transformación; en definitiva, esto va de cómo nos hacemos mayores y cómo es hacerse mayor. Y lo que me ha gustado especialmente es que la narración de este proceso coincide, creo, con el de la mayoría de mi generación. Como la autora de este libro -Marta Jiménez Serrano-, y parece que también la protagonista, nací en 1990. Ambas cursamos Filología Hispánica -la Marta protagonista no estudia eso, pero también es una carrera minoritaria y vocacional-. Como el personaje, buenas notas, carrera, máster, doctorado y en un estado de desorientación y frustración importante en el terreno laboral. Y como Marta y yo está buena parte de mis amigas y compañeras. He visto aquí a, si no toda, buena parte de mi generación representada.Junto a Marta, está su abuela, personaje central de la novela, que está siempre, a veces más presente, otras solo latente. La abuela es verano, es el Huerto, es refugio, es casa. Los nombres propios es un homenaje a nuestros abuelos, pero no a los abuelos, en general, como categoría, sino a tus propios abuelos, a los tuyos, que son únicos y mejores que ninguno, con sus manías, su ropa, sus dejes, sus costumbres...Novela deliciosa, con la que identificarse quienes sean de la quinta, y de la que cualquiera puede disfrutar por lo bien construida y narrada que está y la ternura que desprende, con el mérito añadido de ser la primera novela escrita por su autora, a la que, a partir de ahora, seguiré la pista.P.D.: La ilustración de la cubierta es de mi admirada Lara Lars.

Nos encontramos frente a una novela de ficción autobiográfica donde la autora lo que quiere es contar y reflejar aquellas inquietudes, aquellos miedos de la adolescencia, aquella fase entre la infancia y la adolescencia, algo que de una manera u otra nos vamos a sentir identificados y que probablemente en algunas partes nos veamos reflejados, ya que todos alguna vez hemos vivido esos veranos en el pueblo, hemos teniedo algún desengaño, o hemos tenido alguna pérdida.
Lo que mas llama la atención sin duda de esta novela es la voz narradora, y el como esta contada la historia, desde el principio iremos siguiendo a la protagonista, Marta, que no sabremos su nombre que no lo sabremos hasta el final. Lo mismo pasa con los demás personajes, según va creciendo la protagonista va poniendo nombre a los personajes, pero hasta entonces tendremos, a la madre, a la abuela, el niño…
Aunque es verdad que el papel que tiene la madre es el mas importante desde el principio y en ningún momento conoceremos su nombre, siempre va a ser “madre”
No es un libro para aquellos que busquen una historia llena de giros, o que estén pasando cosas continuamente, es una novela de personajes, una novela para los que les gusten las historias familiares del día a día, no me gusta comparar pero me ha recordado un poco la historia a los “Ingratos”.

"Para qué las cosas terminen hay que atravesarlas. Si algo se esquiva, sigue ahí. Si algo se atraviesa, se disipa."

“Quiero ser lo que mi abuela fue para mi”
“El amor es saber quién es el otro a pesar de lo que los demás creen que es, a pesar de lo que él mismo dice ser”
“Un día vas a creer que el amor es eso: compartir un espacio haciendo cosas distintas.”

Todas nos hemos mirado alguna vez al espejo y nos hemos preguntado quiénes somos. Es intrínseco a la naturaleza humana. ¿Dónde reside nuestra identidad? ¿Quién y qué ha conformado lo que somos hoy en día? ¿No somos, al final, trocitos de lo que nos rodea?

De esto trata «Los nombres propios».

En esta novela, vemos la evolución de la protagonista desde su infancia hasta el final de sus veinte. El mayor punto de originalidad reside en cómo está contada: en una segunda persona que increpa, pregunta, sentencia y consuela. Una segunda persona conformada por la amiga imaginaria de la infancia de la protagonista: Belaundia Fu. 

De esta manera, a modo de “pepito grillo”, la autora conforma un relato repleto de pensamientos y reflexiones sobre la identidad, sobre qué (y quién) configura lo que somos. Es un relato nostálgico y emocional, que disecciona a su protagonista en su camino de crecimiento hacia la madurez, hacia la independencia emocional.

Todo ello se relata con un estilo lírico que se vale mucho (demasiado en ocasiones) de repeticiones y reflexiones entremezcladas con la narración. Está lleno de paralelismos en las diferentes etapas vitales en las que se divide el relato, por lo que vamos viendo cómo la protagonista madura, cómo cambia su parecer en cosas tan simples como bailar con su padre en una boda.

Lo que aquí se cuenta es costumbrista y cotidiano. Me ha resultado un retrato fiel de las diferentes etapas de la vida, pero es quizá ese el mayor problema de esta novela: que depende de la identificación que sientas con la protagonista para que te termine de llegar. A mí, por ejemplo, la parte de la infancia y de los “casi-30” me llegó muchísimo, pero el resto me dejó más fría al no verme reflejada en sus experiencias. Por tanto, no puedo decir que haya conectado con esta historia como me hubiese gustado.

Sin duda, es una autora que disfruto mucho más en su faceta de historia corta. Para mí «No todo el mundo«, su trabajo más reciente, fue un 10/10. Este se me queda cojo, sí (también es una primera novela), pero no quita que me lleve dentro algunas de sus reflexiones y fragmentos como oro en paño.

He terminado este libro llorando como una magdalena. Porque este libro es el retrato de una generación, la mía, y también es un viaje desde la infancia hasta la edad adulta. Pero, por encima de todo, este libro es una carta de amor a una abuela.

Anuncia. La abuela que te pregunta sin querer modificar la respuesta. La abuela que te deja ser. La abuela que te cuida. La abuela, que "se sabe pocas palabras, pero se las sabe con todo el cuerpo". La abuela que te quiere, que te apoya, que te admira crecer a tu manera, sin querer que seas otra cosa más que lo que eres.

Y mientras tú, Marta, la protagonista de esta historia, que crees saber todas las palabras pero sólo conoces su estructura, su sonido. Crees saber todas las palabras, pero aún tienes que aprender a nombrar las cosas. Tienes que aprender que "las cosas tienen los nombres que les son propios" y tú, a veces, tardas en descubrirlos. Las palabras no sólo hay que memorizarlas, sino también conocerlas, vivirlas, usarlas, digerirlas, pasarlas por la garganta, pero también por el estómago. Entenderlas desde lo más profundo. Amor, enfermedad, traición, vida. Palabras que tendrás que entender con todo el cuerpo, como tu abuela.

Y tú, Marta, que a la vez eres muchas Martas, necesitas una voz de la conciencia que te avise cuando unas Martas no están dejando hablar a las otras. Una voz que te guíe y te ayude a crecer, a ir pasando por todas las experiencias vitales que tendrás que pasar, como todas. El amor, el dolor  al asco, la ira. Los saltos, los vuelos, las caídas. "Cada sitio que veo es un sitio desde el que me he caído". Y mientras, Belaundia Fu, la amiga imaginaria que mantiene a raya a todas las Martas, te observa y te aconseja para que esas caídas duelan menos, o para que, al menos, aprendas algo de ellas.

Al leerte, Marta, he pensado mucho en "La flor", de Mary Karr. El uso de la segunda persona es poderoso. Mary Karr también se revolvió cuando la obligaron a taparse el pecho por primera. El paso de la infancia a la adolescencia es duro, empiezan a pasar cosas que te marcan de manera diferente si eres una chica.

Además, tu historia también me ha recordado la mía en algunos aspectos. En otros difiere totalmente, pero qué interesante verse reflejada en una vida que es tan diferente a la tuya, pero a la vez tan parecida. Me ha encantado conocerte, Marta. Y me ha encantado conocer a Simba, al niño, a Dani, Eli , Martin, y, sobre todo, a Belaundia Fu, y a tu abuela. Me he quedado con una sensación de ternura infinita después de leerte.

"La vida es larga. Hay que vivirla, al menos como si fuera larga. Solo hay un modo, ya lo sé, de calcular la magnitud del salto."

"Nunca has medido ni más ni menos que tú misma"

📚 Los nombres propios
♀ Marta Jiménez Serrano
📱 Aldiko

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Qué Historia tan bonita. ¿O se le puede llamar relato largo? ¿O se le puede llamar novela de la infancia?¿ de mi infancia? ¿ de tu infancia ? Este libro cayó en mis manos porque la reseña de @queleepaula me encandiló y a pesar que en un principio no me llamaba la atención, ha superado mis expectativas.

El título de Los nombres propios es el mejor título para dar nombre a esta novela, porque hay tantas palabras que a veces no bastan para poder describir la belleza de nuestra vida. Si, aunque suene cursi.

Si pudiera decir de qué va esta novela, lo resumiria usando la palabra infancia. La narración de Marta Jiménez ha conseguido que recordara cosas que había olvidado. Sentimientos, olores, sensaciones que solo disfrutamos , sin saberlo, cuando somos pequeños. Los grumos del Colacao, como quema el cemento después de salir de la piscina, el olor del tomillo fresco, jugar con tus hermanos, el rey león, tu abuela cortando cebolla y cocinando.

Además de sacarme una sonrisa, me sacó más de una lágrima. Ha hecho que me reencontrara con mi yo de niña y me recordó mucho a los veranos en casa de mi abuela. Y aunque no se puede describir porque todos tenemos una historia diferente, Marta Jiménez consigue que te sientas identificada con la Marta de la novela, más de lo que crees. Y es lo que me ha enamorado.

Tenéis que leer esta novela. Es tan bonita. Tan pura, escrita con el corazón. Que necesitáis hacerle un hueco en el vuestro.

✴ ¿ Conocéis la novela o la autora?
✴ ¿ Que otros libros os recordaron la infancia?