Guerras de Poder. Cisma

Un pacto de lealtad sin condiciones

La novela de nuestra autora resulta curiosa desde el principio. Saya, esta muchacha que acaba de despertar de una larga enfermedad, tiene que prepararse con premura puesto que esa va a ser su gran noche. A pesar de estar enferma, alguien ha querido comprarla. No solo eso, sino que a la mañana siguiente la muchacha descubre que también han saldado su deuda y ahora pertenece a un hombre del cual no conoce nada, ni si quiera su cara, ya que va perpetuamente enmascarado.

Cuando en el camino a los dominios de su nuevo señor se encuentra con su primo, este plantea la pregunta que el lector se hace desde el principio, para qué ha comprado a Suigetsu. El enmascarado lo revela pronto y así comenzaremos a conocer al personaje que más adelante será nombrado como Zenko. Este personaje misterioso en todo, pero muy directo y claro en sus palabras, nos ofrecerá una visión de la realidad, cruda, tal y como es. La autora ha conseguido con todo ese misterio que rodea a Zenko, que precisamente por eso sea el mejor exponente para revelarnos las verdades de su mundo: la red de araña que ha establecido el poder y en la que él está atrapado desde su nacimiento. Y es que Zenko no es otro que el heredero al trono de su mundo y como tal ha de resguardarse de las intrigas palaciegas propias de la política. En este orden de cosas, nos dice, lo único que quiere y necesita de Suigetsu es su lealtad sin condiciones. Como os podréis imaginar, esto provocará que Saya se mezcle en situaciones un tanto particulares.

A partir de esta revelación, la novela se va a coordinar en dos puntos importantes. Por un lado, tendremos los juegos de poder que se establecerán con los personajes de Zenko, Dafne y el condado de Vahl, territorio recientemente adquirido por Zenko. En este sentido veremos la artimañas y las intrigas que se llevarán a cabo por parte de cada uno de los miembros de la realeza y la nobleza del lugar para conseguir los fines que se proponen. Por otro lado, tendremos la fusión de esto con el misterio y casi magia que rodea al personaje de Zenko y al personaje de Shinra, que tendréis que descubrir vosotros en la lectura, y de la que será partícipe el personaje de Suigetsu.

Además, viajando entre estos dos mundos, el de la política y la magia, encontraremos al personaje de Kazuma que junto con le personaje de Quinn, un muchacho extremadamente bondadoso, acudirá a la capital del reino de Pronkei para estudiar en la escuela. Ambos personajes compartirán el mismo destino desde distinta perspectiva. Quinn, que comprende todo el entramado político, nos guiará a través de él, en sus idas y venidas; por su parte, Kazuma, será el altavoz de la extrañeza que nos produce este lugar, de sus elementos sobrenaturales y de su decisiones, en principio arbitrarias.

Una nueva visión del medievo

De esta manera podemos decir que el personaje de Suigetsu y su primo reflejarían esa incorporación, de la que hablábamos en la introducción, de lo oriental en lo occidental, dándonos esa visión que nos permite extrañarnos de nuestra propia cultura y poder admirar la del otro. Kazuma, como hemos anticipado más arriba, lo hará desde el punto de vista político y cultural, mientras que Suigetsu nos ofrecerá la visión de lo cotidiano y lo sentimental. Las reacciones de Zenko y las reflexiones de este se nos ofrecen a través de la niña japonesa como un enigma a resolver.

Con esto y con un estilo ágil, directo y sencillo consigue la autora sincretizar las visiones más orientales de los personajes japoneses, con la particular política de un medievo que podríamos identificar con el europeo. Quizá la única falta que le pondría a la novela sería que el comienzo me parece poco compacto. Mientras leía tenía la sensación de que le faltaba cohesión al texto y que la transición de un mundo al otro supone un salto en la narrativa que se nota. Quizá si se hubiera extendido un poco más con el comienzo hubiera conseguido esa cohesión.

Nos deleita la belleza

Sin embargo, a pesar de lo último que he dicho, el libro y su mundo me han encantado. El libro es ilustrado y no sabéis lo genial que es leer y tener al lado imágenes tan bellas. Las ilustraciones de la novela no relatan en sí escenas, sino personajes actuando, lo que nos invita, como sucede con el arte japonés, a contemplar y ya está. Además los personajes son estupendo, ya que están muy bien construidos y sus personalidades muy bien definidas. La trama es rotunda y no se adivina desde el principio, lo que permite que en el lector broten las ganas de indagar en el asunto.

En definitiva, el libro de Rosario Jiménez Roque es invitación estupenda a descubrirnos a nosotros con otra mirada, a disfrutar de una fantasía medieval bien hecha y a disfrutar de las ocurrencias de Suigetsu y Zenko
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