El tiempo es un canalla

Ligada a El tiempo es un canalla tanto por los temas (la memoria y el paso del tiempo) como por la estructura (13 capítulos, cada uno contado desde la perspectiva de un personaje diferente, y partes que remiten al universo de la música pop), La casa de caramelo está ambientada entre la California de la contracultura, Chicago, Nueva York y un lugar sin nombre de Mediterráneo durante una misión de espionaje, llena de personajes inolvidables, transida de una pizca de humor, ingenio y melancolía. Esta distopía tecnológica narra un presente, pero basculando hacia el pasado y el futuro y la tensión narrativa se genera por el destino incierto de los personajes, fracasados, dementes, alcohólicos, drogadictos. Éstos no son dueños de su pasado: no pueden recordarlo de forma literal ni hacerse responsables de los acontecimientos de sus vidas, no son capaces de entender o aceptar aquellos momentos cruciales en los que todo se torció. Una novela una defensa encendida de la ficción, amenazada por la alienación y la uniformidad que comportan las herramientas tecnológicas y los algoritmos matemáticos aplicados a la vida y la literatura.

Una novela llena de grandes aciertos. El primero, la elección de su estructura en capítulos que pueden funcionar como piezas independientes. Desprenderse de los corsés de las novelas al uso le ha permitido a la autora dar una visión mucho más amplia de todo este tiempo nuestro que seguramente habría dificultado mucho unas exigencias de tiempo y espacio y un seguimiento convencional de los personajes... al menos con el mismo número de páginas.

Sí, este libro puede ser considerado como un conjunto de relatos, pero es más potente cuando se entiende como lo que realmente es, una novela, una muy buena novela que plantea muchos y variados problemas vitales, situaciones que nos son muy cercanas y actuales (puede que algo más a los que formamos parte de una generación, digámoslo suavemente, madura) y que nos son contadas con una aparente ligereza, sin rodeos pero también sin atajos, sin pedanterías y sin ninguna intención moralizante (o, lo que también sería digno de elogio, teniéndola sin que lo parezca mucho).

Por supuesto, uno de esos grandes problemas, el gran canalla protagonista que atraviesa todos los relatos, es el tiempo, aunque en su descargo no hay que olvidar que es un canalla que nunca actúa solo. En este sentido, esos saltos temporales donde observamos a los protagonistas en un punto temporal A y, sin transición, en algún momento posterior o anterior o punto B (metáfora que, a modo de estribillo, se repite alguna que otra vez en el libro), relatados además desde puntos de vista distintos y con modos diferentes, logran de una forma espléndida subrayar en verde fosforito lo patético que es darse cuenta tarde de que "la vida realmente iba en serio".

Y sí, podemos decir con Egan que "la nostaliga es el fin", pero, de verdad, sin acritud alguna, Egan, ¿era necesario preguntarnos con ese desdén, con esa superioridad insolente, aquello de pero tú te acuerdas siquiera de cuando tenías nuestra edad? Joder, Egan, quién no ha tenido en infinidad de ocasiones la sensación de haber pasado de A a B sin apenas transición (vale, vale, sigo con mi crisis).

Y sobre el final de nuestro tiempo, del de cada uno de nosotros, pues eso, que…

"El tiempo es el mejor autor; siempre encuentra el final perfecto" (Charles Chaplin).

Leo las críticas publicadas a este libro, todas ellas laudatorias, y de verdad que he quedado un tanto perplejo. Es muy posible que existan carencias en mí que me hayan impedido compartir algunas de las magníficas experiencias anotadas por lectores cuya opinión me merece un gran respeto. Claro que también la discrepancia tendrá seguramente su lugar en este apartado, y de hecho, ¿Por qué no expresar mi opinión, las sensaciones diversas que he sentido durante la lectura, y después de ella? No en vano, el tiempo es un canalla, y yo también soy víctima de sus canalladas.

Bueno, pues por ahí va la cosa. Enmarco este relato, y no sé si también a esta autora, en cierta tendencia que llevo algunos años percibiendo en autores, en especial estadounidenses, que en mi opinión se produce por una intención de epatar al lector. No es esto lo que busco cuando entablo relación con una narración. Prefiero pensar que el escritor quiere contar cosas interesantes, buscando la complicidad del lector, logrando una lectura lo más agradable posible. A partir de esta premisa, acepto juegos, guiños, incluso agradezco traspasos de límites establecidos y otras transgresiones. Existen bastantes ejemplos en los que no encuentro últimamente estas premisas. No me refiero a la mayoría de autores actuales, pero sí estoy encontrando un aumento de cierto mal entendido barroquismo en la literatura estadounidense contemporánea. Y me parece esta novela un ejemplo de ello.

De igual manera, esta forma excesivamente directa de contar, buscadamente desapasionada, utilizada por la autora, (influida quizá por el mejor y el peor John Irving), me impide alcanzar la deseada sensación de complicidad, aunque es preciso reconocer que la prosa es impecable, y en no pocas ocasiones brillante.

Los saltos en el tiempo, los lugares, las circunstancias, el espacio y los personajes, siendo herramientas válidas y loables, me han producido un cierto desasosiego, fruto quizá de mis .limitaciones. Y la boutade final de un extensísimo PowerPoint, entendible quizá para destacar nuevos canales y nuevos estilos de comunicación, me ha resultado infumable.

Al leer lo que precede, siento que más que una crítica, he reunido mis sensaciones. Pido perdón por ello.

'El tiempo es un canalla' es una novela coral, de lectura fácil y rápida, narrada de una manera original, saltando en cada capítulo de unos personajes a otros, de una época a otra y de una localización a otra.

Cada capítulo cuenta una historia independiente, pero entrelazada (en mayor o menor medida) con todas las demás a través de sus personajes, que van coincidiendo unos con otros en distintos momentos de su vida. Creando una especie de puzzle que nos muestra algunos de los episodios mas importantes de las vidas de los protagonistas, y que nos habla del paso del tiempo, de las relaciones humanas y del amor.

Una novela, por tanto, sencilla por lo que cuenta, pero compleja por la original forma en que lo hace. Con personajes imperfectos (con vicios, vivencias complicadas, pasados conflictivos) a los que el tiempo va arrastrando de un tipo de vida a otra. Y con un final que me ha parecido bastante redondo.
A mí me ha gustado bastante.
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