El portal de los obeliscos

Uno de los aciertos de leer esta segunda parte nada más terminar el primero es que la historia comienza justamente donde termina. Para quienes tuvieran que esperar un año hasta la publicación del siguiente sería un gran problema: la autora no hace ningún repaso ni da detalles de lo que ocurrió en el primero y ahí uno puede perderse. Dicho esto, mejor leer la trilogía del tirón haciendo maratón que dejar pasar el tiempo y perder la frescura de los detalles.

Esta segunda parte me ha gustado menos o quizá después de lo mucho que me gustó el primero fue precisamente ese mi problema: esperar algo igual de bueno. Aquí se adentra más en la orogenia, algo sumamente interesante, pero quizá no haya explicaciones pertinentes que expliquen todo para que el lector no se haga un lío al comprender las diferencias entre orogenia, magia y plata. Es muy interesante pero en muchos momentos me sentía muy perdida. Los obeliscos era uno de los temas que más intrigada me tenía y en este libro hacen su aparición. No es que nos den mucha información sobre ellos, solo la necesaria, pero aún así me quedo con mas intriga sobre ellos.

Los personajes me gustan, pero los secundarios se me quedan un poco flojos en esta ocasión. Essun me gusta mucho cómo protagonista, sigue con su alma rota, sus heridas y cicatrices tratando de buscar su lugar. Nassun no ha terminado de convencerme y eso que tenía muchas ganas de conocerla después del primer libro. Entiendo su comportamiento, el querer y no poder, el tratar de ser la persona que esperan que seas a pesar de ocultar tu naturaleza, pero no ha logrado conquistarme. Hoa me ha faltado mucho en este segundo libro. Durante mucho tiempo en la lectura lo eché de menos y tengo la esperanza que en la última parte tenga más aparición. Alabastro pierde muchísimo protagonismo y se nota un montón porque es uno de los personajes más interesantes. Schaffa, quizá el personaje más potente de esta segunda parte. Interesante y me deja con ganas de saber más. Pero los secundarios pasan sin pena ni gloria, casi no tienen diferencias entre sí y únicamente cumplen su papel en la trama. Ni siquiera la geomestra, ese personaje que conocimos en el primer libro, logró crearme curiosidad con el potencial que tenía.

A pesar de gustarme, devorarlo (porque me enganché bastante), se nota que el ritmo decae y en varios puntos de la lectura se pierde un poco el interés cayendo en la rutina de los personajes. Aún así me lanzo ya mismo a leer el siguiente y último libro de la trilogía.