Otra vuelta de tuerca

Estoy seguro que, ponga la nota que ponga a esta novela, la cambiaré con el tiempo. Porque tengo metido en la cabeza una palabra que puede resumir en su totalidad lo que supone leer este clásico entre los clásicos de novelas fantasmales: Desconcierto.
Y ese desconcierto viene de muchos frentes. Por un lado, la tremenda exigencia que supone leer una lectura de este calibre. El escritor escribe de una manera sublime, tanto que me resulta imposible avanzar en la lectura sin tener que releer una y otra vez alguno de los pasajes. Sus descripciones de lo que acontece, tanto real como imaginado, requieren de una lectura serena y dispuesta pero no siempre dispones de esa condiciones para poder llevarla a cabo.
Y por otro lado la exigencia la pone James directamente en el lector. ¿Qué es lo que acabas de leer? Te habías hecho una idea en tu cabeza y, ciertamente, es algo completamente distinto a lo que esperabas. Porque este libro es de fantasmas, ¿verdad? ¿O le damos otra vuelta de tuerca? Cualquier libro que consiga esa sensación en mi ya tiene garantizada una estrellita de más en la valoración. Pasarán horas esta noche, y estoy seguro que en los próximos días, en los que me pase buscando las interpretaciones de otros lectores para ver si son semejantes a las mías o para darme cuenta de detalles que se me han pasado desapercibidos. Y todo eso garantiza una nueva relectura, si no mas, porque estoy completamente seguro que mis deducciones serán distintas en la siguiente inmersión a la obra.
Cuando te planteas eso, la relectura, la ambigüedad, la capacidad del escritor para volarte literalmente la cabeza con una pequeña historia llena de matices e interpretaciones, empiezas a entender el por qué de la magnitud de esta obra y , de paso, le guardas un rinconcito en tu colección de libros que no te dejarán nunca indiferente.
¿De qué va la historia? Pues de lo que tú quieras y de lo que yo, en estos momentos quiero.