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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
07 September 2018
Henry James es el tipo de escritor que me cuesta mucho recomendar, porque es un autor que según la lectura que se escoja de su extensa obra y la época de su vida creativa a la que pertenezca, puede resultar más o menos asequible a la hora de enfrentarse a sus páginas. Por decirlo de alguna manera, su obra a partir de comienzos del siglo XX empezó a complicarse, a llenarse de párrafos repletos de frases subordinadas infinitas, a volverse muy, muy densa... una especie de prosa barroca y enroscada sobre sí misma que hasta los propios lectores de lengua inglesa sudaban (y sudan) para comprender.

Sin embargo, antes de eso, la obra de James podría gustar más o menos, como pasa con cualquier escritor, pero en cuanto a lectura objetiva, era mucho más asequible, fácil... y sí, aunque parezca mentira hablando de él, fluida. Y en ese grupo entra la novela que os traigo hoy, Los papeles de Aspern, que no solo es muy, muy entretenida, sino que forma parte de las novelas de este autor que me atrevo a recomendar sin miedos ni tapujos.

Nuestro protagonista, que narra en primera persona, es un escritor y editor americano bastante obsesionado con la obra de un tal Jeffrey Aspern, poeta americano fallecido años atrás. Se entera de que existen unas cartas enviadas a una antigua amante, y esa amante, todavía viva aunque ya muy anciana, vive en Venecia apartada por completo de la sociedad junto a una sobrina de mediana edad. Tras pedirle las cartas por las buenas y obtener un rechazo contundente por su parte, decide infiltrarse en el palacete veneciano en el que viven como inquilino para intentar ganarse su confianza y conseguir esa anhelada correspondencia... pero este editor no sabe que tendrá que vérselas con una mujer vieja pero muy pelleja que se las sabe todas, y con una sobrina completamente anulada por su tía que malinterpreta los acercamientos que realiza hacia ella.

En esta novela corta asistimos a una lucha de voluntades, de poderes, de picardía y astucia... Él quiere conseguir esas cartas a toda costa pero no puede desvelar que ese es su propósito para que no le echen del palacete, así que tendrá que buscarse aliados, como la sobrina, que le allanen el camino y le ofrezcan información. En cuanto a la anciana, se intuye durante toda la novela que sabe de sobra qué hace ese americano en la casa y qué es lo que está buscando, pero juega al ratón y al gato con él constantemente sin poner las cartas jamás sobre la mesa, exprimiéndole mientras tanto dinero como a un limón por el alquiler. Y luego está la sobrina, ya en edad madura, nada atractiva, condenada a cuidar de su tía sin haber recibido jamás las atenciones de ningún caballero, y que no puede evitar ver tambalearse sus lealtades cuando un hombre le colma de atenciones y le pide que haga ciertas cosas.

La historia en sí es fascinante. Las personalidades de los tres protagonistas quedan perfectamente plasmadas sobre el papel, y todos ocultan sus ases bajo la manga lo mejor que pueden y todo el tiempo que les dejan. Los del narrador los conocemos porque en todo momento nos hace partícipes de sus triquiñuelas y sus intenciones, pero los de las dos mujeres se van desplegando poco a poco en las páginas sin que el lector sepa nunca del todo por dónde van a salir... porque eso es lo que se le daba bien a James: la psicología femenina, sus recovecos, los motivos ocultos que la mueven y los deseos reprimidos o resguardados que la impulsan. Todo eso lo exploraría hasta la saciedad, hasta sus profundidades más íntimas, en sus novelas posteriores más importantes y conocidas, pero en Los papeles de Aspern ya reluce como papel recién pintado.

Y de fondo en la historia, como una niebla que lo rodea todo, que lo impregna todo, que da sentido real a la historia más allá del evidente, está una de las obsesiones de James: la preservación de la privacidad de cada uno independientemente de su fama, de su trascendencia histórica, de las pasiones que despierte, de la idolatría que persigue a casi cualquier ser humano que alcance cierta notoriedad por las razones que sean. El propio James siempre se mostró huidizo, le sobrevivió mucha correspondencia (unas diez mil cartas) pero también destruyó otra tanta: hacía hogueras de tanto en tanto para quemarlas, o le pedía al propio destinatario que lo hiciera una vez leídas... poco respetó su familia su obsesión por la privacidad, pues cuatro años después de su muerte ya estaban publicando 400 cartas en una primera compilación.

Pero el caso es que esa necesidad de resguardar la intimidad, de no dejar en manos ajenas lo que estaba destinado a una persona en concreto, de no permitir que unas palabras, sin el contexto necesario, fuesen malintepretadas por ojos que no sabían a ciencia cierta lo que estaban leyendo... está aquí. de hecho es el leitmotiv de la novela: el joven y fanático editor está obsesionado por conseguir esas cartas y adentrarse en la intimidad entre su adorado Aspern y su antigua amante; y esta amante, que en cierto modo representa la actitud del propio James, defiende con uñas y dientes la confidencialidad de esa correspondencia, que a nadie más interesa y concierne que a ella misma y a Aspern, por muy famoso que fuese.

Otro de los atractivos de la novela es la ambientación en Venecia... para quienes nos gusta Venecia, claro, que sé que hay gente que no le gusta y que dice que huele mal xD. Y aunque James dota a su protagonista de un carácter tan obsesivo y centrado en las cartas que apenas parece reparar en nada de lo que le rodea, las idas y venidas del protagonista por los canales o hacia la Piazza San Marco huyendo de la claustrofobia y la falta de compañía en el palacete (pues a veces se pasan los días sin que vea ni a la anciana ni a su sobrina) forman parte de un paisaje que James conocía bien. Su descripción de la ciudad, de sus peculiaridades, tonos, colores y espíritu es muy precisa.

Y no quiero terminar sin comentar que esta novela está basada (o inspirada) en hechos reales. Claire Clairmont, cuñada de Percy Shelley y antigua amante de lord Byron (y madre de su hija Allegra), vivió recluida y hasta muy avanzada edad en Florencia, donde murió. Un admirador un tanto obsesivo de Shelley sabía que esta mujer tenía en su poder documentos que él ansiaba poseer e intentó conseguirlos por todos los medios, ya fuese a través de la anciana como de su sobrina de mediana edad, Paulina, llegando a introducirse como inquilino en la casa donde ambas vivían. No doy más datos porque las dos historias, la real y la ficticia trasladada por James a Venecia, siguen senderos muy parecidos y os estaría spoileando lo que pasa en el libro, pero sí, una situación similar a la que se narra en Los papeles de Aspern tuvo lugar con Percy Shelley como objeto de devoción e idolatría absolutas.

Me parece una historia muy recomendable, de muy fácil lectura y con un punto de misterio, obsesión y manipulación que te hace leer la novela con fruición (esto me ha quedado muy rimado xD). Para quienes no os guste James, o se os haga pesado, u os parezca un soberano peñazo... de verdad, no dejéis de intentarlo con Los papeles de Aspern. Disfrutaréis de su lectura y de la historia que cuenta. Palabrita.
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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