Nadie nos oye

A mí me ponéis delante una historia de jóvenes conflictivos, violencia por todas partes y problemas sociales sin resolver y es una fórmula que conmigo nunca falla. Puede parecer morboso, pero cuanto más conflicto y más violento o agresivo sea, más disfruto yo de ver cómo se desenreda todo, si es que la violencia basada en el odio se puede resolver de alguna manera. Creo a veces es necesario colar novelas como esta entre nuestras lecturas menos realistas porque pueden abrirnos los ojos hacia muchos de los temas que damos por sentados para ver que la mayoría de las veces los conflictos surgen o se mantienen porque nosotr@s mism@s creamos dos bandos: un equipo y el rival, ellos y ellas, españoles y todos los demás…
El toque que distingue a esta historia de otras con temática similar es la resolución del asesinato como principal motor de la trama. Sin embargo, no se me ha quitado la sensación de que en realidad sólo ha sido una “excusa” para que el autor haya desarrollado todo aquello de lo que de verdad quería hablarnos. No os hacéis una idea de la cantidad de temas sociales y de actualidad que puede llegar a tratar en tan poquitas páginas y además, de los más preocupantes que tenemos en nuestra sociedad ahora mismo: violencia de género, homofobia, racismo, terrorismo islámico, agresiones sexuales minimizadas, comportamientos sexistas y machismo, bullying… Y la manera en que Nando López va introduciendo cada uno de ellos de forma tan sutil es una de las cosas que más he podido admirar mientras leía, porque no es fácil hacer que todo eso encaje sin que la novela parezca un panfleto para protestar por todo lo que está mal a nuestro alrededor.
En primer lugar, la forma en que está estructurado el libro y a la vez narrado, ayuda muchísimo a no polarizar las visiones diferentes de adolescentes y adultos. de esta forma, los dos narradores principales son Emma, la psicóloga recién contratada que se encuentra con el avispero dormido a punto de ser golpeado, y Quique, un chico cualquiera que un sábado cualquiera pierde a un compañero de clase asesinado de un paliza. Lo mejor es que toda la novela nos lleva a pensar que no fue un día cualquiera sino un día en el que confluyen muchísimos factores, personales y circunstanciales, que hicieron inevitable ese desenlace. ¿O todos los actores pudieron hacer algo para evitar el final de la obra? Eso es lo que realmente se plantea en el libro y es muy interesante ver cómo cada pequeña acción u omisión tiene una consecuencia que puede derivar en otra más grande. de hecho, había momentos en los que no podía evitar comparar esta misma premisa con la de Por trece razones, salvo que aquí en vez del suicidio de la protagonista, tenemos una víctima asesinada que al principio ni siquiera sabemos quién es.
Por otra parte, esa es otra de las cosas que diferencia la novela de otros thrillers juveniles: la sutileza con la que se van desvelando los datos relevantes, la mayoría de las veces en forma de información velada en medio de una conversación o una reflexión de cualquiera de los dos narradores. Me he encontrado muchas veces sintiendo la frustración que invade a Emma cuando se choca contra los prejuicios, las frases hechas y la ceguera de quienes todavía usan los cristales opacos de la homofobia, el machismo o el racismo. Y también me he sentido impotente como Quique cuando ve la espiral de violencia que se va formando por culpa de la insana competitividad que se fomenta entre los dos institutos implicados y lo poco que ayudan sus entrenadores a templar ese ambiente tan caldeado por la presión de la victoria. El aspecto emocional de la novela es más que obvio y está muy cuidado y tratado en profundidad, no sólo en relación a los dos narradores, sino a casi todos los personajes que aparecen que juegan su pequeña contribución a todo lo que está ocurriendo.
En ese sentido, el libro invita muchísimo a reflexionar porque creo que tod@s nos hemos encontrado muchas veces contra esos muros que son las mentes de muchas personas que aún no entienden que encajar no tiene que nada ver con ser igual o diferente a l@s demás, sino con ser un@ mism@. Y todo ello se hace visible en muchas de las conversaciones que mantiene Emma tanto con los chicos, como con Víctor, su mejor amigo y quien la contrata. Mientras la brecha con Víctor y su visión estrecha del mundo (que se limita al equipo de waterpolo y no hay más) se va haciendo más grande, el acercamiento de Emma con los chic@s que acuden a su terapia es más que evidente. Además, y dada la profesión de Emma, hay muchísima psicología entre estas páginas y se aprecia cómo el autor ha sabido informarse en muchos aspectos antes de ponerse a hablar de ellos y sin embargo, su estilo no deja de ser cercano porque está orientado a concienciar más que a explicar determinadas situaciones.
A modo de conclusión, es una recomendación clarísima si disfrutáis de historias reales y os gusta sentiros identificad@s con los problemas de gente de vuestra edad, con las inseguridades que generan los fracasos laborales o con la ansiedad causada por no encajar en nuestro entorno. Seguro que en esta novela hay alguna situación por la que habéis pasado y no os costará mucho empatizar con los discursos de varios de los personajes. Ni siquiera estoy segura de que sea una novela tan juvenil como aparenta porque hay cosas que sólo se comprenden con la perspectiva de la edad, así que en mi opinión es un libro obligatorio para todos los públicos.
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