Pálida luz en las colinas

Hay libros en los cuales es tan importante lo que se dice, como lo que no. Este es uno de aquellos, en que lo que está entre líneas, configura lo primordial.
Etsuko es una mujer japonesa de mediana edad radicada en Inglaterra cuya hija mayor se ha suicidado, aún tratando de procesar este hecho, de buscar una explicación, una causa y buscando lidiar con su otra hija, se centra en los recuerdos de su vida en Japón, en la época de la ocupación estadounidense.
Sus recuerdos se centran en la amistad que desarrollo con una mujer llamada Sachiko, una mujer cuya actitud y la de su hija, no deja de ser a lo menos rara y misteriosa. Sachiko es una mujer que parece vivir aspirando algo que no volverá o soñando con un futuro que sabe que tampoco vendrá.
La novela nos presenta el levantarse de Japón después de la catástrofe que para ese país implicó la Segunda Guerra Mundial, nos habla de la reconstrucción, no solo la material, sino también como una nación se tuvo que poner de pie, literalmente de las cenizas. Nos habla de dos mundos que se enfrentan, por una parte el antiguo Japón, el Japón Imperial, con sus costumbres y tradiciones, con una visión del mundo que va quedando en el pasado, visión encarnada por el suegro de Etsuko, un hombre que no deja de producir cierta ternura; y la visión más "moderna" en que se reniega de todo ese pasado y en que se parece querer partir de cero.
Es como si la Bomba Atómica no solo hubiese matado a miles de personas, si no que también hubiese arrasado con un modo de vida, con una visión del mundo.
Así Ishiguro nos hace un retrato preciso y contundente del Japón de la postguerra.
Pero no solo es eso, es una novela que trata temas mucho más íntimos, el suicidio es uno de ellos, el sentimiento de culpa de una madre, las relación de esta con sus hijas.
Lo curioso es que se nos da un atisbo a partir del cual podríamos encontrar los motivos del suicidio, pero no podemos señalar a ciencia cierta que esa sea la razón, en ese punto competimos la incertidumbre de una madre que busca entender el que llevó a su hija a quitarse la vida Etsuko por otra parte, quiere mantener contacto con su hija menor, pero contra más trata de acercarse pareciera que está más la rechaza, quizás el contraste cultural entre una madre japonesa y una hija británica, a la que parece que lo único que la une con su madre es el recuerdo de la hermana muerta.
En fin una obra reflejo de la prosa elegante, mesurada y contundente de su autor.

Este es uno de los casos donde el gusto de la mayoría y el mío no coinciden. Ésta es la primera novela de Kazuo Ishiguro, y también la primera que leo del autor. Reconozco que su prosa es límpida y elegante, el libro está bien escrito. Mi principal disconformidad se deriva de la trama. La historia transcurre en dos tiempos separados: uno en el Japón de los años 50, recuperándose del trauma de la bomba atómica y la derrota militar, y otra en Gran Bretaña alrededor de veinte años más tarde. Irremediablemente voy a incurrir en algunos spoilers. Dejen de leer a partir de aquí si no quieren saber nada.
Mi principal queja radica en que la novela es demasiado implícita. Realmente no se deja nada en claro al lector. No sabemos qué sucedió con ninguno de los dos esposos de la protagonista, no sabemos si la vecina que juega un rol importante en la historia existió en verdad, tampoco entendemos los motivos del suicidio de la hija mayor de la protagonista Etsuko. Ni siquiera se entiende el rol que juega el suegro en la novela.
Es posible que haya algún mensaje subliminal muy brillante que justifique tanta ambigüedad, pero me temo que no lo capté.

Me vienen a la mente una serie de palabras, efímero, tenue, gris, todos estos adjetivos calzan con la novela corta del nobel, si tuviera que mencionar al menos un verbo me decantaría por susurro, pero creo que la palabra que se lleva la palma es silencio, este libro va de eso, de silencios, los incómodos, los de comprensión y los otros también, esos silencios que el lector rellena con conjeturas para completar los espacios en blanco, lo que los personajes se reservan, lo que el autor decide obviar, los entredichos nunca pronunciados, la interpretación de la mirada tensa, pero sobretodo, el silencio cargado de significado del que calla para ahorrarse problemas, porque no tiene palabras, porque ninguna explicación es suficiente.

Así dejando espacios para el silencio y la luz, Ishiguro da forma a un personaje que va narrando a punta de recuerdos como fue su vida allá en el Japón de los 50's, y como es 40 años después en una Inglaterra campestre; de lo que pasa en ese período de tiempo poco o nada se sabe, lo que sucede con los personajes del pasado solo se intuye y la aparición de nuevos caracteres es más instinto que descripción. Así, mientras todo el entramado va tomando forma, cuando finalmente empieza a vislumbrarse una estructura constante a pesar de la sensación de ingravidez literaria, se te acaba el libro.

Que puedo decir, me ha gustado, es verdad que el tema no es lo suficientemente interesante para mí, y que se presienten más cosas de las que se saben, pero aun así este conjunto de páginas deja entrever el potencial de Kazuo como hilandero de ficciones, un estilo muy marcado y unos personajes que se pueden describir de muchas formas, pero que logran traslucir humanidad con pocas palabras.

Angustiosa novela, la primera del Premio Nobel en 2017, que habla sobre la maternidad en dos tiempos, y narrada en primera persona por Etsuko, una joven embarazada de su primer hijo que vive en Japón, en una ciudad, Nagasaki, ocupada por las tropas americanas tras la II Guerra Mundial. En su memoria, las figuras de una madre y su pequeña hija, Sachiko y Mariko, cobran una especial y enigmática relevancia, hasta el punto que son precisamente ellas las que dominan buena parte del libro. La misteriosa mujer y la no menos inquietante niña, cuyas reacciones son de lo más extraño, comprimen los recuerdos de Etsuko. En el presente encontramos a ésta ya viviendo en Inglaterra, a donde ha llegado tiempo atrás con su marido y dos hijas. La mayor, Keiko, se ha suicidado recientemente, la pequeña, Niki, pasa unos días de vacaciones con su madre a la que no suele ver con mucha frecuencia.
¿Qué sucedió en Nagasaki para qué la familia tuviera que trasladarse al extranjero? ¿Qué le ocurrió al primer marido de Etsuko, cuyo suegro se lleva tan bien con ella? ¿Quién es el amante de Sechiko, y que le sucedió a su hija para que tenga tanto miedo, vea fantasmas, y se comporte de manera tan extraña? ¿Por qué se suicidó Keiko, tuvo algo que ver el pasado de su vida en Japón?
He leído en alguna crítica que en esta novela lo no dicho es más importante que lo dicho, no puedo estar más de acuerdo. Está fantásticamente bien escrita, con una atmósfera agobiante, unos personajes siniestros, una descripción magnífica de los problemas del país nipón tras la derrota en la guerra, del estado de ánimo de los japoneses, así como de la diferencia de carácter de las generaciones que vivieron antes y después. Parece mentira en tan pocas páginas, no es una novela muy extensa, como se pueden condensar tantos temas. Soberbia.

Admire el personaje Etsuko, me pareció una amiga y una madre brillante, es interesante la trama, habla de dos japonés distintos, una antes de las bombas y otra después, lo que más me da curiosidad es como tomo el pueblo japonés tal desgracia y como la superó? Sobre todo que piensan los japoneses hoy en día acerca de tal suceso? Este libro me dejo con muchas curiosidades, y ganas de buscar más información. También toca el tema del suicidio, por que las personas piensan que los japoneses son vulnerables a tal cosa? Da mucho que pensar.