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Crítica de Guille63


Guille63
12 March 2023
Otra vez me toca ir a contracorriente, qué cruz, madre mía, qué cruz.

Soy de la opinión, aunque en esto no estoy del todo solo, de que la relevancia que esta obra ha tenido desde que se representó por primera vez allá por 1879 reside fundamentalmente en llevar a escena el primer personaje femenino que se despide de un portazo de casa, marido e hijos. Lo cual es bastante curioso pues, en mi opinión, el objetivo de Ibsen en su crítica de la sociedad es fundamentalmente su hipocresía y lo injusto de algunas leyes y no mostrar la inaceptable situación de la mujer, algo que el propio autor siempre remarcó.

Bien es cierto que algunas de estas leyes que se critican son las que subyugaban a las mujeres a ser muñequitas de sus padres hasta que pasan a serlo de sus maridos. Leyes e hipocresía social que no dejaron otro camino a Nora que el de cometer un delito o que empujaron a su amiga, la señora Linde, a contraer un penoso matrimonio de conveniencia, lo que, a su vez, estuvo en la raíz del hundimiento moral de Krogstad, su antiguo amante. Pero es sorprendente que la base fundamental de la crítica legal la sustente en algo que precisamente está, y debe estar, en los cimientos de todo sistema jurídico, esto es, que el fin no justifica los medios.

“KROGSTAD.-A las leyes no les importan los motivos.
NORA.-Pues son unas leyes muy malas.”

En cuanto al aspecto feminista creo que Ibsen estaba en lo cierto al rechazar los elogios en este sentido. de hecho, de tener que elegir a uno de los personajes femeninos me quedo sin duda con la señora Linde, la amiga de Nora, alguien que toma sus propias decisiones sin sustentarla en su relación con los hombres, que trabaja y quiere seguir trabajando sin tener que renunciar a la felicidad que le pueda proporcionar una familia, que no se deja llevar por sentimentalismos paralizantes, que persigue lo que quiere cuando cree que ha llegado el momento, una mujer inteligente que se vale por sí misma.

Sin embargo, Nora, pese a su fortaleza a la hora de proteger a los suyos, me parece un personaje que para ostentar el papel de heroína del feminismo que algunos le adjudican precisa de una interpretación actoral capaz de reflejar en los gestos, en las actitudes calladas que se van sucediendo a lo largo de la obra aspectos de su personalidad que sirvan de enlace con la Nora del acto final, una evolución que únicamente con los diálogos de que disponemos en la simple lectura del texto nos es del todo inverosímil o bien propio de una personalidad histérica que oscila sin transición entre una alegría desmesurada en la sumisión a su marido y una despiadada dureza en su decisión final. Unas actitudes que, además, no dejan de estar determinadas por el amor al esposo, cuando este existe y cuando al final desaparece.

Tampoco quiero quitarle todo el mérito al autor. La obra no aburre en ningún momento, consigue una gran intensidad dramática, y es de alabar su valentía para enfrentarse a una sociedad que se escandaliza ante la denuncia que el autor hace de sus injusticias, así como su habilidad para exponerlas que, como dice Cristina Gómez-Baggethun en el prólogo a la preciosa edición que la editorial nordicalibros ha hecho reuniendo ocho de las principales obras del autor y que ella misma ha traducido, ha permitido que Ibsen sea interpretado con éxito desde posiciones ideológicas muy dispares, lo que sin duda ha favorecido que sus obras se sigan representando por todo el mundo 140 años después de su publicación.
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