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La premisa es sencilla de explicar: una mujer y un niño aparecen encerrados en un sótano. En la casa solo vive un anciano que asegura no saber nada de ellos. El inspector Adam Fawley y su equipo tendrán que resolver este caso tan intrigante. Conforme avanza la investigación vamos recabando pistas y pruebas junto con la policía haciendo que nos metamos de lleno en el caso. Un caso que al principio parece complicado porque la mujer no habla, el niño es muy pequeño y el anciano parece no estar lúcido. Pero dentro de la montaña rusa que es este libro, pronto pasamos esa fase para llegar a un momento en el que todo parece perfectamente claro, misterio resuelto aunque con algunas incógnitas. Y serán estos pequeños cabos sueltos los que nos llevarán a unos giros totalmente inesperados. Lo mejor del libro es el ritmo, ágil y fluido, mezclado con una trama muy intrigante que te hace querer leer más y más hasta resolver el enigma de este truculento sótano. Un aviso en cuanto a la estructura, no hay capítulos como tal, sino momentos separados por asteriscos, un acierto en mi opinión porque crea más adicción aún a la lectura. Si hay algo que no me ha terminado es la cantidad de personajes que hay. Sobretodo en el equipo investigador encontramos muchos policías que dan su punto de vista y me perdía entre unos y otros. Hubiera preferido menos voces, pero esto es principalmente cuestión de gustos. Es un libro compulsivo, de estos que no puedes soltar, 100% recomendado para los que disfruten del género de suspense o quieran adentrarse en él. Si deslizáis veréis mi proceso de lectura con "El sótano de Oxford" |
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