Los Miserables

Ha sido una lectura maravillosa: con unos personajes que te sorprendían y te robaban el corazón y otros que sacaban tu odio más profundo; con una ambientación exquisita, un análisis del contexto histórico que permite al lector hacerse una idea exacta y concreta de lo que se vive en la novela; con una narración fluida, original, ingeniosa, repleta de retórica y aforismos para enmarcar.

Esta novela conjuga a la perfección la emoción y la razón: me ha hecho reír (a carcajadas), me ha hecho llorar (a mares), me ha hecho enfadar (hasta el grito) y sobre todo me ha hecho pensar.

La verdad sea dicha, si a la novela hay que buscarle fallos, se encuentran... El ritmo resultante de ir alternando capítulos de acción con capítulos de ensayo histórico-filosófico, no llega a ser demasiado sincopado ni abrupto, pero, a medida que se acerca el final, se hacen desesperantes. No sería una lectura apta para impacientes.

Pero si le pongo las 5 estrellas no es tanto por este análisis más o menos objetivo... Si le pongo las 5 estrellas es porque se trata de una lectura que voy a echar de menos. Que pese a tratarse de 1.600 páginas de novela, hubiera seguido leyendo 1.600 más. Porque voy a seguir llorando a algunos de sus personajes. Porque Los miserables han entrado a formar parte de mi vida para quedarse.

Cuando era niña me interesaba casi exclusivamente por la trama y los personajes. Normal.
Más tarde comencé a apreciar las digresiones del señor Hugo que adora dar una opinión sobre todo y cualquier cosa.
Un ejemplo de ello:
Fíjese en sus consideraciones sobre el guano y su análisis sobre el costo ecológico y económico de la mala gestión de residuos...
Yo digo que si generaciones de maestros de escuela hubieran enseñado a los futuros líderes de Los paises desarrollados que "Los Miserables" también debe servir para aprender a pensar y a ser más inteligente, sin duda habrían hecho un trabajo útil.

A mí me gusta todo de Victor Hugo.
Su universalismo, su grandeza de vista, y también su espontaneidad e ingenuidad en su posición de narrador omnisciente (y megalómano).

(citación traducida por "reverso":
"Ella caminaba inclinada hacia adelante, con la cabeza agachada, como una vieja; el peso del cubo tendía y cubría sus brazos delgados; el asa de hierro terminaba de adormecer y congelar sus pequeñas manos mojadas; de vez en cuando se veía obligada a detenerse, Y cada vez que paraba, el agua fría que salía del cubo caía sobre sus piernas desnudas. Esto sucedía en el fondo de un bosque, de noche, en invierno, lejos de toda mirada humana; era un niño de ocho años. En aquel momento solo Dios veía esta cosa triste. »

Tanto si reflexiona sobre la historia como si nos guía en sus historias, siempre está ahí Hugo, contagioso en sus indignaciones como en todas sus emociones, es esta sinceridad lo que me toca,
y cuando al lector le suben lágrimas , yo creo que Hugo había sido el primero en llorar por la historia que inventó para regalarnos.
En verdad, mi «personaje» favorito de los Miserables, ¡es Victor Hugo!

Anticipándose 200 años al metaverso, Víctor Hugo construye un universo paralelo en el que te sumerges de una manera total, completa. Después de 4 meses de lectura, alternando con otros libros para respirar algo de aire, por fin llego a la piedra en el rincón. La obra es monumental. Los personajes son inolvidables: Jean Valjean, virtuoso y honorable hasta la autodestrucción; Javert, recto e inquebrantable como un roble pero incapaz de soportar los vaivenes de la conciencia; Cosette, inocente e ingenua pero resiliente como un peñasco en medio de la tormenta; el pequeño Gavroche, inteligente, lenguaraz, libre y rebosante de vida. Hugo pinta no ya un fresco, sino todo un mundo para recrear su historia. Es como esos videojuegos de territorios infinitos por explorar. Cargado de un racionalismo heredado de la ilustración Víctor Hugo escribe un alegato a favor de los miserables de París, que son los miserables del mundo. Es interesante en este sentido leer acerca de los cambios ideológicos que sufrió Hugo a lo largo de su vida.
En fin, creo que es una de esas obras que hay que leer. Requiere tiempo, paciencia y dedicación pero la recompensa vale la pena.
¡Ah, si! Las famosas digresiones. Bueno, hay que reconocer que Víctor Hugo es el campeón de Europa de irse por las ramas. Ya no voy a entrar en la cuestión de si molesta más o menos que cuando más enfrascado estás con la historia va el tío y te mete una descripción de la batalla de Waterloo de tropecientas páginas. Igual de célebre es su descripción del sistema de alcantarillado de París. ¿Es necesario? No sé. Creo que estos pequeños (y no tan pequeños) paseos por los cerros ubetenses hacen que la obra sea más total y trascienda más allá del relato. Además, siempre está nuestra habilidad como lectores consumados para la lectura en diagonal. En fin, una novela descomunal, con personajes que se salen de las hojas, con una ambientación exhaustiva y una historia emocionante.

Es difícil hablar de este libro sin emocionarse por todo lo que supone, ya sea en lo literario como en los ámbitos histórico, filosófico, humano. Creo que no exagero si digo que es el libro más completo que he leído nunca, cualquier otro carece de la profundidad y belleza que desprende tanto su leguaje como las historias entrecruzadas de sus personajes.

Parte de la historia de un personaje perseguido por la mala suerte y el infortunio que acabas amando como si de un familiar cercano se tratara. Pero irán desfilando también personajes que representan arquetipos sociales vinculados con el pillaje, la miseria, la inmundicia, la desesperación, la justicia y que nos harán temer y sufrir por las víctimas de sus acciones.

Víctor Hugo nos habla del poder de supervivencia, el destino y la redención no sin antes haber padecido lo indecible.

Es tan inmenso y cercano el mensaje de este libro que el autor nos hace disfrutar cada palabra, cada capítulo, haciéndonos partícipes del escenario sociopolítico de una época fundamental de Francia en donde la mala suerte, el odio y la suspicacia de un enemigo hace descender de forma fulminante a lo más bajo de la escala social y salir del pozo y la agonía se convierte en misión imposible. La suspicacia, el pillaje, la hipocresía, la opresión, la injusticia, la deslealtad son recurrentes en muchos de los personajes de esta obra. También nos alegran reconocer la candidez, la misericordia, la lealtad, la resiliencia y el amor que nos muestran otros.

Es con mucho el libro que ocupa la primera posición de entre los libros que he leído en mi vida, el libro favorito de mi padre, del que siempre hablaba y me recomendaba y a quien siempre agradeceré la insistencia de su recomendación.

He tardado mucho en decidirme a leerlo pero estoy segura que lo retomaré algún día y lo disfrutaré incluso más.

Veo difícil que sea destronado por algún otro 👌📚.

Los miserables de Victor Hugo hace que el lector se sienta obligado a reflexionar sobre la normatividad de las leyes. El autor, inmiscuyéndose en el espíritu humano y en su amplio continente psíquico hace posible que el lector aflore sentimientos positivos ante un malhechor, un ladrón. ¿Qué condujo a aquel hombre a robar sin meditación? ¿Qué caminos tortuosos llevan al hombre a obrar de determinada manera? ¿Qué acto es bueno ante la ley? Si alguien se fugase de la cárcel para salvar a un inocente ¿cómo podríamos catalogar moralmente tal acto? Estas y muchas otras preguntas son las que surgen a través de la lectura de los miserables, además de la preocupación tácita del autor por involucrar su historia dentro del contexto social y político de la Francia napoleónica.

Si usted lector se encuentra entre los miles y miles de entregados admiradores de esta obra tengo el deber de advertirle que las palabras que leerán a continuación pueden herir su sensibilidad.

Los miserables es la narración de una lucha a muerte. Una lucha que más o menos se podría presentar de la siguiente manera:

En la esquina derecha del ring, distinguido por una luz interior, de una magnificencia sobrehumana, vejado por las mayores injusticias, héroe de las más despiadadas tragedias, ataviado con un abrigo amarillento, raído y entallado, con sombrero deformado: el “EX PRESIDIARIO ANGUSTIADO“…JEAAAAAN VALJEAAAAN, ¡¡¡el éxito del hombre, la encarnación del perdón!!!

Al otro lado, portador de enormes patillas, engalanado con un levitón largo y esgrimiendo un garrote amenazador, con la mirada oscura, la boca fruncida y temible, y un gesto feroz de mando: “PERRO DE PRESAAAAAA” JAVEEEEERT, ¡¡¡representante de la ley ciega, de la imposibilidad de la redención, emisario plenipotenciario del castigo implacable y terrible como única respuesta al delito!!!

Tan desigual combate se resuelve, como no podía ser de otra manera, por K.O en la quinta parte, libro tercero. Un triunfo que lleva aparejada la gran victoria de la idea que vertebra toda la novela: la bondad innata del hombre, esa bondad que permitirá, más tarde o más temprano y gracias a la educación universal, alcanzar el paraíso en la tierra.

Esta ingenua idea del hombre junto con la descarada parcialidad exhibida no hubieran sido suficientes para molestarme en la forma en la que lo ha hecho. Es más, el estilo de Víctor Hugo, en contra de la opinión de Flaubert —incorrecto y vulgar— me ha parecido que alcanza, en no pocas ocasiones, una gran altura, que su lirismo apasionado, potente, su prosa derrochadora y rica me habrían compensado sobradamente tal candidez y tan escandaloso favoritismo. Pero por lo que no hay compensación posible, lo que soy incapaz de perdonar, es su portentosa necesidad de comunicarnos sus vastos conocimientos sobre los temas más variopintos y aburridos, su viciosa inclinación a apabullarnos con detalles y explicaciones cargantes e innecesarias, evitando así al torpe lector todo esfuerzo de su escasa imaginación, su tendencia al retorcimiento de la historia hasta límites paródicos, su gusto por los hechos sorpresivos, coincidencias inexplicables, encuentros inverosímiles y efectistas, su grave inclinación al melodrama, a los amores castos y desgarradores, a los odios desaforados, a las intolerables miserias, su devoción por personajes que son encarnaciones puras, simples y asexuadas, símbolos de lo más excelso y lo más bajo del ser humano y siempre bajo el prisma romántico que sitúa lo emocional muy por encima de lo racional.

Conste que avisé.

Amor, injusticia, bondad, miseria, discriminación, París siglo XIX… Víctor Hugo nos entrega una de las obras literarias más importante de la literatura actual.

Logra acaparar, en su obra, la problemática social vivida en Francia a mediados del siglo XIX y nos concede una imagen, desde el punto de vista político y social, sobre la situación difícil vivida por los parisinos después de la derrota de Napoleon.

En esta mágica obra, el autor fusiona el amor y la política de una forma ingeniosa, conquistando los corazones de muchos. Vemos como el amor entre dos jóvenes consigue sobreponerse ante las dificultades y como un padre amoroso es capaz de sacrificarlo todo una y otra vez por el bienestar de su hija.

Sin duda, los miserables, aunque no es una lectura corta, es un libro que vale la pena leer; ya que nos muestra la complejidad humana en todo su esplendor y nos recuerda la fragilidad de nuestra sociedad.

"Los Miserables" se adentra en los rincones más oscuros de la condición humana, pero mi experiencia con esta obra maestra merece una valoración de 3,5 estrellas de 5. La vastedad de la trama y la profundidad de los personajes de Victor Hugo crean una narrativa que oscila entre lo épico y lo íntimo, pero en mi travesía por sus páginas, digamos que me encontré navegando por aguas turbulentas.

Desde el principio, me cautivó la figura de Jean Valjean, cuya transformación de ex-convicto a héroe redentor es digna de admiración. Hugo teje su historia con hilos de compasión y humanidad, pintando un retrato vívido de un París del siglo XIX marcado por la miseria y la desigualdad. Sin embargo, a medida que la trama se desenvolvía, me vi desviada por las extensas reflexiones políticas y sociales que, aunque fundamentales para la trama, a veces amenazaban con opacar la esencia misma de la historia.

Las páginas dedicadas a la historia de amor entre Marius y Cosette evocan ternura y emotividad, pero en algunos momentos, la narrativa se tornaba excesivamente detallada y dispersa en subtramas aparentemente interminables. La maestría de Hugo para entrelazar múltiples hilos narrativos es innegable, pero en mi experiencia, esto resultó en una cierta desconexión emocional con los personajes principales.

Admiro la audacia del autor para abordar temas universales como la redención, la justicia y la lucha contra la opresión. No obstante, me encontré enredada en discursos filosóficos que, aunque ricos en contenido, a veces rompían el ritmo y la fluidez de la lectura. En este sentido, la extensión de la obra, aunque grandiosa en su ambición, puede alienar a algunos lectores que buscan una experiencia más ágil.

A pesar de estas reservas, "Los Miserables" es innegablemente una joya literaria que resuena a lo largo del tiempo. La capacidad de Hugo para capturar la complejidad de la naturaleza humana y explorar la redención de sus personajes es digna de aplauso. Mi calificación no disminuye su importancia histórica ni su impacto cultural, pero refleja la sensación de haberme perdido en ocasiones en el laberinto de sus páginas densas y detalladas. En última instancia, "Los Miserables" es una obra monumental que, aunque desafiante, deja una huella imborrable en aquellos dispuestos a sumergirse en su vasto universo.

Empecé 2022 leyendo Los miserables y han sido dos meses de leer poco a poco, de saborear esa prosa delicada y deliciosa que me ha enamorado.
Una historia triste, dura y dolorosa en la que he amado a algunos personajes y he detestado profundamente a otros porque Víctor Hugo los dibuja tan bien que los conoces y sientes y sufres con ellos y anhelas estar ahí y ayudarles a cargar con sus culpas y sus penas.

Una lectura con la que he llorado a mares, con la que me he sentido triste en su dolor, feliz en sus momentos de alegría y orgullosa de sus progresos por pequeños que fueran.
Y al acabarla me he quedado vacía y desolada y aunque hace unos días que la he terminado todavía siento esa falta, ese vacío que te deja la ausencia de lo importante.

Todo, absolutamente todo me ha gustado. Incluso la batalla de Waterloo, las luchas en las barricadas o las cloacas de París. Nada se me ha hecho pesado y en ningún momento he querido dejarlo.
Para mí ha sido EL LIBRO. Incomparable, imprescindible e inolvidable.

Hay que leerlo. No lo dejeis. No os asuste su extensión. Os va a fascinar todo, historia, personajes, reflexiones, estilo, prosa... TODO.

En mi corazón quedarán para siempre monseñor Myriel, Fantine, Gavroche, Eponine e incluso Javert. Pero sobre todo Jean Valjean.
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«Los miserables», una de las obras fundamentales de Víctor Hugo y una de las grandes novelas del siglo XIX.

Si os digo la verdad, me cuesta mucho encontrar las palabras para hablar de este libro. Un libro que hay que leer despacio, dedicándole tiempo, con mimo, sin perder ni un detalle, con constancia para no perderse entre sus páginas y con paciencia para hacerse con todos los datos en los que se recrea el autor.

Puedo empezar por los personajes, maravillosos todos y cada uno de ellos, con los que he sufrido, amado, reído y llorado, y cuyas luchas internas he vivido como si fueran propias.
Sobre el autor, ¿qué decir? Profundo conocedor de la historia, de la ciencia y las humanidades que no ahorra en detalles para explicar los entresijos de la guerra, cada rincón de la ciudad o las tradiciones o manías de cada cultura o estrato social.
En cuanto a la temática, la mezcla de mendigos, prostitutas, ricos, huérfanos, presidiarios, policías y otros estamentos de la sociedad son enfocados con una delicadeza y un despliegue de humanidad que es difícil no generar empatía por todos ellos hasta el punto de notar cómo caen las lágrimas por tus mejillas conforme vas leyendo.

Antes, si alguien me preguntaba “¿por qué nunca has leído Los miserables?, contestaba “porque le tengo demasiado respeto a la obra y al autor”; y ahora me pregunto yo a mí misma, “¿cómo no te has atrevido a leer esta maravilla hasta ahora?”. de verdad os digo que es una novela que quedará para siempre en mi recuerdo, cuyos personajes me acompañarán durante toda mi vida; no hay ni uno que no aporte nada, no hay ningún hecho que no signifique algo y no hay ni una sola palabra que no tenga relación con lo que se está contando, a pesar de que en algunos momentos tanta información pueda resultar un tanto densa y excesiva.

Si me pedís una sola palabra para definir esta obra, solo puedo decir MARAVILLOSO.
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