Echó a andar por las calles, que es el recurso de quienes padecen.
|
Echó a andar por las calles, que es el recurso de quienes padecen.
|
La primera justicia es la conciencia.
|
Nada importa morir, pero no vivir es horrible.
|
Humanidad equivale a Identidad. Todos los hombres son de la misma arcilla. No hay diferencia alguna, al menos aquí abajo, en la predestinación. La misma sombra antes; la misma carne durante, la misma ceniza después. Pero la ignorancia, si se amasa mezclada con esa arcilla humana, la vuelve negra. Esa negrura incurable se mete dentro del hombre y se convierte en el Mal.
|
Aquel niño no se sentía nunca en ninguna parte más a gusto que en la calle. Le resultaban menos duros los adoquines que el corazón de su madre
|
La dicha suprema de la vida es la convicción de que somos amados, amados por nosotros mismos; mejor dicho amados a pesar de nosotros
|
su angustia suprema era la desaparición de la certidumbre
|
La hija de aquella mujer era uno de los seres más hermosos que pueden imaginarse y estaba vestida con gran coquetería. Dormía tranquila en los brazos de su madre. Los brazos de las madres son hechos de ternura; los niños duermen en ellos profundamente. En cuanto a la madre, su aspecto era pobre y triste. Llevaba la vestimenta de una obrera que quiere volver a ser aldeana. Era joven; acaso hermosa, pero con aquella ropa no lo parecía. Sus rubios cabellos escapaban por debajo de una fea cofia de beguina amarrada al mentón; calzaba gruesos zapatones. Aquella mujer no se reía; sus ojos parecían secos desde hacía mucho tiempo. Estaba pálida, se veía cansada y tosía bastante; tenía las manos ásperas y salpicadas de manchas rojizas, el índice endurecido y agrietado por la aguja. |
¿Qué rama desdeñamos cuando notamos que estamos cayendo?
|
La risa es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano.
|
¿Cuál de los siguientes libros fue escrito por Gustave Flaubert?