Mujeres que leían

Se daba por supuesto que el sueño más hermoso que teníamos era el matrimonio y que, si alguna decía lo contrario, estaba mintiendo.

La lectura nos hace crecer, nos levanta del suelo. Nadie sabe adónde va pero sí podemos saber de dónde viene. Yo sé que vengo de ellas, las mujeres que leían. La lectura me une a todas, las desconocidas, y nos abrazamos en silencio desde el tiempo.

No me servían las invenciones porque el tiempo apremiaba y quería vivirlo, reposarlo y escribirlo. Las palabras y la realidad juntas. Escribir es mi forma de estar en el mundo y el mundo todo lo llenaba mi madre.

Es peor sentir que vives una vida robada, que no has podido desarrollar tus capacidades, que no has explorado lo suficiente, que no has hecho lo que deseabas. Quizá ninguna de mis abuelas tuviese esa sensación, tal vez su mundo reducido les bastara y quien realmente sufra esta desazón de querer ser sea yo misma.

La fama es lo más efímero que existe: a lo único que alguien cabal puede aspirar es al olvido.

El olvido borra y la imaginación escribe.

Descubrir quiénes eran ellas, las olvidadas, me ha dado las claves de mi propia vida.