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ISBN : 8466609938
Editorial: Ediciones B (30/11/-1)

Calificación promedio : 3.67/5 (sobre 3 calificaciones)
Resumen:
Corre el año 1906, y el gobernador de San Petersburgo, Yégor Rasimkara, ha cerrado la universidad a raíz de las protestas estudiantiles y se ha refugiado en su casa de campo, donde pretende proteger a su familia y a sí mismo de las amenazas de muerte. Todo es en vano, porque el hombre que su esposa ha elegido para que vele por su seguridad está conspirando a sus espaldas. Capaz de ganarse la confianza, la admiración e incluso el amor de los miembros de la familia,¿l... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
Inquilinas_Netherfield
 28 April 2021
Os digo desde ya que El último verano me ha gustado mucho y que ha cumplido por completo mis expectativas. Vuelvo a estar en las mismas de los últimos tiempos, casi que cierro el libro y me tengo que poner a hablaros de él sin tiempo para reposarlo, pero intentaré transmitiros mis sensaciones lo mejor que pueda.

Huch escribió El último verano en 1905, año de la primera Revolución rusa, en la que la tensión social existente en el país dio paso a actos terroristas, huelgas, disturbios, motines, etc... En este contexto de agitación política de masas está ambientada la novela. Tras una revuelta encabezada por diversos estudiantes, la universidad de San Petersburgo ha sido clausurada sin haber finalizado el curso. Estamos en el mes de mayo, y se espera que el juicio a los cabecillas se celebre en agosto. Yégor Rasimkara, gobernador de la ciudad, está recibiendo amenazas de muerte, así que decide trasladarse con su mujer y sus tres hijos a su casa de campo en Kremstoie. Su esposa, Lusinia, contrata a un joven que en apariencia ejercerá como secretario del gobernador pero que en realidad ejercerá labores de seguridad para salvaguardar su vida. Lo que no sabe Lusinia es que Liu, el joven que ha contratado, es en realidad un anarquista que se ha infiltrado en su casa con una misión: asesinar a su esposo antes de que tengan lugar los juicios a los estudiantes sin que su nombre se vea involucrado. Liu no tiene intención de dar su vida por la causa: buscará el momento oportuno con el método más conveniente, y mientras tanto formará parte de la vida de una familia que cree que está ahí para protegerle.

Antes de seguir, permitidme que os haga una pregunta. ¿Habíais oído hablar alguna vez de Ricarda Huch, dejando a un lado este libro que se tradujo al castellano hace solamente un par de años? Os diría que levantaseis la mano, pero ni os voy a ver si lo hacéis (xD), ni creo que, de poder hacerlo, viese muchas manos alzadas. Y ahora comparto con vosotros el comienzo del prólogo que acompaña a esta edición escrito por Cecilia Dreymüller, crítica literaria y especializada en literatura alemana, entre otras muchas cosas:

"No había nadie que no la admirase -su talento narrativo, su vigorosa intelectualidad, su integridad moral- o que no apreciase algún aspecto de su inmensa obra: Ricarda Huch, poeta y ensayista nacida en 1864, la primera mujer alemana con un doctorado en Historia, autora de medio centenar de títulos entre poesía, novela histórica, biografía y estudios historiográficos, era la escritora más leída y respetada en la Alemania de la primera mitad del siglo XX."

Atención a las últimas dos líneas... y aun así su nombre, a día de hoy y hablando siempre del lector de a pie (no del erudito y demás esferas literarias elevadas), ha quedado totalmente en el olvido. En este prólogo se explican las razones, razones en las que no voy a entrar a fondo porque no haría más que repetir lo que en él se dice, pero para que entendáis el motivo del enterramiento de su obra, baste decir que la primera pala de arena le cayó encima al oponerse abiertamente a Hitler y al nacionalsocialismo, que estaban convirtiendo a su Alemania en una Alemania que ella no reconocía ni aceptaba, y que la pala de arena definitiva sobrevino después de la guerra, cuando tomó decisiones que la enfrentaron con las dos Alemanias (la Oriental y la Occidental) por distintos motivos. Un resumen un tanto simplista pero que traza a grandes rasgos el cuadro de lo ocurrido es que fue una de tantos intelectuales alemanes que sufrieron censura y persecución (y la muerte en muchos casos, como bien sabemos) por opinar libremente, y que acabó pagando con su salud y su vida el rechazo al mal uso de su nombre y su persona con fines políticos.

Aun así, El último verano ha escapado a este cementerio de libros olvidados en que se ha convertido su obra literaria y no ha dejado de leerse, de reimprimirse y de traducirse en sus más de cien años de existencia, lo que no deja de tener su aquel si tenemos en cuenta que ella lo consideraba un mero capricho fruto de una apuesta. Y es que El último verano nació de un desafío. ¿Sería capaz de escribir una novela policíaca? Bueno, yo os doy mi opinión: si nos ponemos exquisitos con los géneros y subgéneros literarios y demás, policíaca no es (yo le hubiese dado la apuesta por perdida xD). Pero sí le quedó una novela histórica de suspense admirable de la que además he visto reminiscencias en alguna novela posterior que luego os comentaré.

Acabo de darme cuenta de que no os he dicho un dato muy importante: El último verano es una novela epistolar. Solo leemos las cartas procedentes de los habitantes de la casa de Kremstoie, jamás las cartas que ellos reciben ni tampoco las respuestas a esas cartas. ¿Quiénes son, por tanto, los remitentes de las cartas? Por un lado tenemos a Liu, el anarquista infiltrado en la casa y que abre el libro contando su propósito y su misión a un amigo, que será el destinatario de todas sus cartas (por eso no consideréis un spoiler que se explique tan abiertamente quién es Liu y lo que quiere hacer: lo dice él desde el principio): por otro tenemos a Velia, Yéssika y Katia, los tres hijos del matrimonio Rasimkara, ya a sea escribiéndose entre ellos o a una tía (Tatiana) y un primo (Peter) que están en San Petersburgo; también escribe Lusinia, la matriarca de la familia, que se cartea principalmente con su cuñada Tatiana; y no puedo olvidarme de Yégor, el gobernador amenazado de muerte, que aunque escribe ocasionalmente, también aporta su grano de arena.

A través de estas cartas, Ricarda Huch hace un trabajo brillante a la hora de dar forma a sus personajes. Desde el cabeza de familia, despreocupado en cuanto a su seguridad y firme en su creencia de estar haciendo lo correcto, hasta su mujer, Lusinia, que adora a su marido, se replega a su forma de racionalizar las cosas, y aun así ve mucho más allá de lo que él ve. Los tres hijos son completamente diferentes entre sí: Velia, el único hijo varón, es irónico y despreocupado, nada tonto y muy consciente de que las cosas deberían ser de otra manera pero muy cómodo en la situación social que le ha tocado vivir; Katia es la pequeña revolucionaria de la familia, se opone a lo que representa su padre, se rebela ante el cierre de la Universidad, y no es de las que se callan para decir lo que piensa; Yéssika es la florecilla delicada, sensible y con un aura de hada etérea que hace de ella el miembro más susceptible al romance y al desengaño. ¿Quién queda? Pues Liu, el rey (aparente) de la función, el anarquista atractivo, interesante, misterioso que cautiva a todos los miembros de la familia y provoca en cada uno de ellos una respuesta diferente y, aunque parece que algunos de los Rasimkara no terminan de verlo claro y ven algo en él que despierta suspicacias, hay que leer la novela para averiguar si se les llega a pasar por la cabeza que es un caballo de Troya que ha entrado en sus vidas para volarlas en pedazos.

Quizás uno de los grandes logros de esta novela es el modo en que la autora construye ese fragmento social que compone la familia Rasimkara a través de lo que se cuentan en esas cartas. Y es que, más allá de las cartas de Liu a su amigo Konstantin (en las que vemos como Liu estudia a sus víctimas con frialdad y superioridad moral, como juega con ellos y manipula sus sentimientos y aun se permite el lujo de ciertas escenas totalmente frívolas o pensamientos supuestamente empáticos que suenan falsos y que solo demuestran el alto concepto que tiene de sí mismo, su encanto superficial y distante, su narcisismo y su total ausencia de remordimientos ante lo que va a hacer. Si os tuviese que dar mi opinión, Liu tiene rasgos un tanto psicópatas, pero ese es otro tema), el resto de cartas entre miembros de la familia son fuente constante de sonrisas y de empatía y reconocimiento ante los detalles que se les escapan. Motes, pullas, confesiones, risas, frases de cariño, rasgos que van más allá de lo que se le muestra al lector... y todo ello adornado con la rutina del día a día en la casa, los paseos, la llegada del revolucionario automóvil, la familiaridad casi condescendiente con la que hablan de los criados, la alegría sosegada casi utópica con la que parecen terminar todas las discusiones. Huch retrata una familia feliz, un tanto edulcorada a veces, que se adora y se respeta a pesar de las controversias o las ocasionales diferencias, porque quiere que el lector se sienta cercano a ellos y sufra ante la perspectiva de que Liu lleve a cabo su misión y vuele por los aires esa felicidad.

Os decía arriba que El último verano es una novela histórica de suspense, y me reafirmo en ello. La vertiente histórica resulta evidente, y Huch, con una capacidad de anticipación y visión encomiables, no solo retrata la Rusia revolucionaria en ciernes, sino la convulsión social y política que subyacía bajo esa sacudida colectiva. Pero también es una novela de suspense, porque la tensión no deja de crecer durante todo el libro y Huch, capricho o no, sabe jugar con ella. ¿Cumplirá Liu con su amenaza? ¿Asesinará finalmente al gobernador o se echará atrás? ¿Lo descubrirán o se saldrá con la suya? Ves llegar las últimas cartas, esas cartas que por narices deben resolver el misterio, y aunque crees que sabes lo que ocurrirá siempre queda espacio para el ¿Y si...? Y ahí radica la grandeza de esta novela, que en apenas 150 páginas no solo perfila psicológicamente a casi diez personajes, sino que esboza ampliamente una revolución política y social que alboreaba y además consigue crear una atmósfera de intriga y tensión en torno al eje con el que arranca la novela.

Os decía arriba que había visto reminiscencias en una novela posterior, y me refería a Paradero desconocido. Evidentemente están ambientadas en dos periodos muy diferentes, pero ambas son epistolares y la naturaleza misma de la obra es muy similar, tanto en la labor de contextualización de sus respectivos momentos históricos como en el trabajo con los personajes y en la atmósfera de suspense in crescendo que va empujando al lector hacia unos finales simplemente fantásticos. A quien le guste Paradero desconocido, creo que tiene muchas papeletas para disfrutar también mucho de El último verano, que encima es anterior y, por tanto, la realmente pionera de las dos.

No he querido adentrarme demasiado en el tema político que inevitablemente aparece aquí y allá en las cartas (sobre todo en las de Liu), porque no quiero extenderme más y porque creo que se comprende mucho mejor leyendo a los personajes que soltando yo aquí una parrafada. Esos ideales forman parte de la personalidad intrínseca misma de cada personaje, y son ellos los que deben contarlos a través de sus cartas. Por mi parte solo puedo añadir que me parece una pena que esta novela pasase tan desapercibida en el momento de su publicación hace ya casi dos años, y que si tenéis la oportunidad de acercaros a ella no lo dudéis. Es de esas novelas cortas que cumplen la máxima de estar tan bien escritas, tan bien desarrolladas y tan bien planteadas desde su base, que no necesitan más páginas para contar lo que quieren contar, ni para ahondar hasta la profundidad que quieren ahondar. Los personajes están magníficamente perfilados, y si me lanzo a la piscina y os digo mis corresponsales favoritos, serían sin duda Lusinia (la madre), Velia (su hijo) y Liu (el conspirador asesino). Lusinia en concreto tiene una amplitud de miras en algunos aspectos a la hora de escribir sus cartas, y al mismo tiempo la ves tan obtusa en otros, que no puedes dejar de sentir empatía hacia ella y su humanidad imperfecta y sesgada.

En definitiva, El último verano me parece una novela muy recomendable. ¿Qué le habrá parecido a Undine? Tensión, intriga, dolor de barriga...
Enlace: http://inquilinasnetherfield..
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