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Crítica de Celeste_Lightwood


Celeste_Lightwood
17 September 2020
Voy a ser honesta: iba con cero expectativas sobre este libro. La historia me llamaba poderosamente la atención y, debido al morbo/fascinación que provoca en mí El fantasma de la ópera (me atrevería a decir que causa ese efecto en cualquiera que tiene contacto con esta obra), no pude evitar darle una oportunidad a pesar de la nefasta nota que tiene en GoodReads, poco más de un tres. Y la verdad es que me alegra haberlo hecho, ya que me he encontrado con un libro que, aun teniendo muchas cosas que no me han gustado, he podido disfrutarlo más de lo que esperaba. Quizá se deba, en parte, al hecho de que no me esperaba nada de RoseBlood y eso ha hecho que lo leyera sin pretensiones.

RoseBlood se trata de un retelling de El fantasma de la ópera, aunque no del todo, ya que transcurre muchos años después de la historia original, si bien encontramos varios de los elementos de la obra de Leroux, como al propio fantasma.

Rune es una adolescente sobre la que pesa un don o, más bien, una pesadilla desde que el cáncer le arrebató a su padre, el único que era capaz de dominarlo con su Stradivarius. Rune es capaz de cantar sin un solo error, y con una voz celestial, cualquier pieza operística, incluso si no la ha escuchado con anterioridad. al principio, su padre la acompañaba al violín, con lo cual Rune tenía completo control de su poder. Sin embargo, tras su muerte, ese don se convirtió en una maldición, pues la música la posee por completo y es incapaz de no lanzarse a cantar en cuanto escucha una mínima nota de una ópera. No solo eso, sino que, cuando finaliza, su cuerpo se queda exhausto, como si el esfuerzo le hubiera arrebatado toda la energía.

Es por este motivo que su madre decide mandarla a París, a la academia de artes RoseBlood, donde tiene fe en que podrá aprender a dominar una vez más su don para la música. Gracias a Charlotte, su tía por parte de padre, ha conseguido una beca en la carísima escuela y puede empezar las clases aun cuando ya ha iniciado el curso. A pesar de que es una magnífica oportunidad, Rune sabe que no va a estar a gusto en la academia. Tiene que mudarse a otro país y, además, tiene que lidiar con su don delante de desconocidos. Duda bastante que dar clases allí pueda ayudarla en nada, pero hay un motivo que le hace querer darle una oportunidad a la idea de su madre. Y es que el edificio en el que está emplazada la escuela fue un antiguo teatro que, según se rumorea, recibió dinero de un misterioso mecenas para poder reconstruirlo y formar RoseBlood. También se rumorea que hay un fantasma que deambula por el edificio, ocultándose tras los espejos. La reciente obsesión de Rune por la obra de El fantasma de la ópera hace que sienta cierta excitación al saber que existen tantas similitudes entre la obra de ficción y el sitio donde va a estudiar.


Pero su experiencia no empieza con buen pie. Nada más llegar, se encuentra con un chico encapuchado de ojos relucientes en el jardín. Su mirada le resulta familiar y tiene la impresión de haberla visto en algún sitio. Además, al irse, el chico roza con sus dedos un rosal y las rosas se marchitan de inmediato, lo que dejará a Rune intrigada y deseando saber más acerca del desconocido. Por si esa primera impresión no fuera poco, Rune no solo es la rara, debido a su gusto por coser su propia ropa extravagante y por su don, sino que encima ha conseguido entrar gracias a contactos y, además, el primer día, nada más pisar la escuela, la ópera que están ensayando sus futuros compañeros la poseerá por completo, lo que la empujará a interrumpir el ensayo con su propia voz.

Kat, la chica que estaba cantando en ese momento con la esperanza de hacerse con el papel protagonista de la obra El pájaro de fuego y que es la típica "chica popular" de RoseBlood se la tendrá jurada a Rune desde ese momento y estará decidida a hacerle la vida imposible. Rune tendrá que lidiar con sus problemas cotidianos como estudiante de RoseBlood, con sus esfuerzos por dominar su don en vez de que el don la domine a ella y, añadido a todo eso, está decidida a averiguar si el famoso fantasma de la ópera es real y si se corresponde con el misterioso chico con el que se encontró en los jardines.

Confieso que mi primera impresión del libro fue mala, muy mala. No conseguía conectar con Rune ni con sus extravagancias ni con su actitud ni con su forma de ver las cosas. Tampoco entendía cómo funcionaba su don, ya que las explicaciones que daba no me parecían verosímiles. La prosa de la autora tampoco ayudaba nada porque al principio se me hizo demasiado lírica y enrevesada. Intentaba explicar las cosas de una manera tan poética y musical, que me resultaba imposible seguirle el ritmo o entender bien qué estaba sucediendo. de hecho, me planteé abandonarlo como a la mitad porque no lo estaba disfrutando nada y lo estuve evitando leer durante mucho tiempo. Incluso llegué a pensar que la dichosa novela me iba a meter de lleno en un parón lector, porque ni la leía ni me animaba a leer otros libros. Aun así, el misterio sobre el fantasma fue lo único que me animó a seguir y, la verdad, me alegro porque al final del libro conseguí engancharme y me lo leí casi del tirón.

Empezando con Rune, es un personaje con el que no he conseguido conectar en ningún momento. Sus excentricidades y su forma de pensar me ponían nerviosa. No entendía por qué hacía lo que hacía y me parecía demasiado rara. No se me hacía cercana ni realista, al contrario, más bien me daba la sensación de que era una caricatura. No digo que esto fuera por causa de sus gustos extravagantes ni nada así, ya que eso no me supone un impedimento a la hora de empatizar con ningún personaje. Es la manera en la que Howard la describe y la manera en que narra sus reflexiones. Creo que mi problema principal con este libro ha sido la prosa de la autora, que he sido incapaz seguirle bien el ritmo y eso ha hecho que me resultara complicado tanto seguir bien la trama como conectar con sus personajes. Algo que sí me ha gustado de Rune es que, aunque se supone que es el equivalente de Christine, la autora ha conseguido que no te recuerde a la famosa cantante. al contrario, Rune tiene su propia personalidad y su propia forma de ver las cosas, por lo que se relaciona con Christine por puro contexto, no porque el lector encuentre demasiadas similitudes.

Tampoco he podido conectar con el círculo de amigos que hace en la academia y, la verdad, me han parecido bastante irrelevantes. Es como que la autora no ha conseguido desarrollarlos del todo o, al menos, no lo suficiente como para que pueda sentir un mínimo interés por ellos. Además, se notaba que las escenas de Rune con sus amigos eran una mezcla entre necesidad para la trama y una manera de darle un aura de normalidad a la protagonista, de hacerle ver al lector que, a pesar de su maldición, puede llevar una vida normal. Así que por todo ello, sus círculo de amistades me ha dado bastante igual. Como los dos amigos que deja en EEUU antes de trasladarse a Francia, con los cuales se cartea y cuya presencia en la novela es completamente anecdótica y sirve para intentar darle a Rune, de nuevo, ese aire de persona normal.


Respecto a Thorn, el misterioso chico con el que Rune se encontró en los jardines, aunque emula al fantasma de la ópera, está muy definido como un personaje propio. Aun así, en este caso sí que se pueden apreciar muchas más similitudes entre uno y otro debido al vínculo que ambos comparten. A su vez, podría decirse que su historia es un calco de la de Erik, por lo que podemos revivir al fantasma de manera metafórica (y no tan metafórica) a través de sus ojos y de sus experiencias.

Mi problema principal con esta obra ha sido el estilo de la autora. Su prosa es muy recargada en algunas escenas y, en general, muy confusa. Se pierde en tantas metáforas y alegorías que es difícil distinguir cuándo está usando un recurso literario y cuando está hablando de un suceso real (por ejemplo, cuando menciona las luces que surgen del pecho de Rune yo estaba convencida de que era una comparación, pero no). Cuesta seguir el hilo de los pensamientos de los personajes, especialmente de Thorn, que es el más poético de los dos protagonistas. También muchas veces es como que están hablando de un tema y, de repente, hacen alusión a otro que, aunque está relacionado, te lo cuentan de tal manera que hace que carezca de sentido y confunda al lector. El estilo de la autora es lo que más me ha chirriado de toda la novela porque parece que la historia está escrita conforme las ideas iban surgiendo de su cabeza, sin ningún repaso posterior, como si fuera el borrador y la autora hubiera vomitado lo que pasaba por su mente y ya.

Todos los personajes parecen caricaturas, ninguno es realista. Empezando por la protagonista y su extraño don, continuando con Thorn y Erik (que, sinceramente, ha sido lo mejor del libro) y pasando por, por ejemplo, la profesora Bouchard y su obsesión por la muerte. El elenco que compone esta obra es de lo más excéntrico, parece que la mayoría de los personajes tienen que tener una afición de lo más extravagante para poder formar parte de la novela. Esto en sí no es una crítica, sino más bien un detalle que me ha parecido bastante curioso y, a su vez, una forma un tanto exagerada de dejarte claro que este libro es misterioso y exótico a través de los gustos de sus personajes. Es como si hubiera cogido la historia original de El fantasma de la ópera y hubiera intentado darle un toque aún más gótico y siniestro que, para mi gusto, era innecesario. Sin embargo, creo que no ha conseguido captar del todo lo que transmitía la historia original, pues mediante estos recursos lo único que ha conseguido es crear unos personajes demasiado exagerados en sus peculiaridades. Bajo mi punto de vista, solo se salva Erik, pues creo que sí ha sabido captar su esencia y me ha gustado mucho cómo ha desarrollado sus motivaciones e inquietudes. A Howard le ha faltado un poco más de "goticismo" en su obra o, en todo caso, enfocar este estilo desde otro punto de vista.

Algo que sí me ha gustado son las metáforas musicales que emplea Rune para describir algunas cosas, como el jardín o su propio estado de ánimo, ya que de esta forma estamos siempre en contacto con el verdadero tema del libro: la música. Estas metáforas no me han parecido excesivas y creo que están muy bien hiladas y muy bien utilizadas, dotando a la narración de un color especial.

Siguiendo con las intenciones de la autora, su afán por dejar claro lo diferentes que son sus personajes ha dado paso a muchas inverosimilitudes. Por ejemplo, al principio, cuando se hablaba del don de Rune, las explicaciones que daba al respecto me resultaban muy poco creíbles. Incluso si es una obra de ficción mezclada con elementos paranormales, la forma que tenía la autora para justificar el por qué Rune tenía una voz prodigiosa me parecía bastante absurda, lo que también contribuyó a que no soportara a la protagonista y a que no quisiera continuar con el libro, ya que se suponía que su voz era el punto fuerte. Por suerte, según vamos avanzando en el libro, podemos darnos cuenta de que el problema de Rune solo es una pieza en un rompecabezas mucho más grande y mucho más interesante, lo cual es, precisamente, lo que más me ha gustado de RoseBlood.

Una vez que conseguí sumergirme en la historia y fui descubriendo el verdadero quid de la cuestión, el por qué del don de Rune, el por qué Thorn tiene tanto interés en ella y cómo se conecta Erik, el verdadero fantasma, en todo esto, a partir de ahí ya leí casi sin parar. El problema es que esto sucede en las últimas ciento cincuenta páginas, aproximadamente, por lo que hasta ese momento, Roseblood me estaba resultando aburrida y surrealista. La historia de Erik, su pasado, los descubrimientos que hacemos acerca de su relación con Christine y, en general, todo lo que tiene que ver con él, ha sido lo mejor y lo que ha conseguido que le haya puesto tres estrellas al libro, porque de lo contrario probablemente se habría llevado dos.

Antes de terminar quiero mencionar que se nota mucho que la autora se ha documentado. al principio, pensaba que todo la trama era fruto de su imaginación; sin embargo, al final del libro hay una nota donde ella misma te explica que estuvo investigando acerca de la historia de Leroux y del fantasma en sí, analizando las diferentes teorías que explicarían con su existencia, así como buscando otras historias similares que la ayudaran de alguna manera a hacer la trama de su novela lo más "realista" (dentro de lo que cabe) posible.

Es un retelling de El fantasma de la ópera que no le hace justicia a la obra original, no porque esta sea insuperable, sino porque siento que no ha conseguido estar a la altura de lo que yo me esperaba. Ya he mencionado que la trama de Erik es lo único que salva este libro y creo que solo por eso merece la pena leerlo, ya que Howard ha utilizado para ello teorías reales que se llegaron a hacer sobre estos personajes, tanto los ficticios como las personas reales que inspiraron la obra de Leroux, y solo por eso creo que es un buen homenaje que, si sois fans, quizá disfrutéis. Sin embargo, su estilo narrativo no está hecho para mí. No me disgusta el lirismo ni la metáfora en un libro, pero considero que la forma que tiene Howard de utilizarlo es demasiado poética y, aunque le da un toque interesante a la esencia del libro y concuerda bastante bien con los personajes, a veces la prosa resultaba enrevesada, confusa e inverosímil.
Enlace: https://notodoesfantasia.blo..
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