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Jaime Zulaika (Traductor)Jaime Zulaika (Traductor)Jaime Zulaika (Traductor)Jaime Zulaika (Traductor)Jaime Zulaika (Traductor)
ISBN : 8433977040
384 páginas
Editorial: Editorial Anagrama (17/12/2012)

Calificación promedio : 4.04/5 (sobre 25 calificaciones)
Resumen:
Si Jed Martin, el protagonista de esta novela, tuviera que contarles la historia, quizá comenzase hablando de una avería del calentador, un 15 de diciembre. O de su padre, arquitecto conocido con quien pasó a solas muchas noches navideñas. Evocaría a Olga, una rusa a la que conoce al principio de su carrera en la exposición de su obra fotográfica, consistente en los mapas de carreteras Michelin. Después llegará el éxito mundial con la serie de «oficios», retratos de... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (3) Añadir una crítica
CASM
 24 August 2022
En “El mapa y el territorio” (2010. Título original: “La carte et le territoire” ) Michel Houellebecq cuenta la historia de Jed Martin, un artista que se dedica a la fotografía y a la pintura en distintas etapas de su vida, con un éxito abrumador.
Advertencia: NO es de los clásicos libros de Houellebecq. A quienes no les gusta este autor, este libro les gustará.
Sabemos que es salaz, por no decir obsesivamente sexista, misógino, etc etc etc. En este libro hay menos sexo que en la revista “Hogar y plantas”.
Esta obra son dos libros en uno. Por un lado es la historia del artista Jed Martín, la relación con su padre arquitecto, su creciente reconocimiento y éxito económico, una historia de amor pendiente y por sobre todo El Paso del tiempo.
Por el otro un policial negro atrapante, en el que aparece como protagonista también el propio Michel Houellebecq. Es muy particular leer al francés hablando de si mismo pero en tercera persona (aquí el relato lo lleva en primera persona Jed Martin quien busca que MH escriba en el catálogo de la muestra más importante de su carrera y así traba una relación “especial” con el autor).
Todo el libro atravesado por muy interesantes reflexiones sobre arte, arquitectura, gastronomía francesa, movimientos culturales del siglo XIX y XX.
La historia tiene un giro totalmente inesperado que la hace única, no puedo avanzar sobre esta cuestión, pero créanme es excepcional y pocas veces visto.
Reitero, los detractores de Houellebecq deben leerlo y les gustará, los que son sus seguidores (entre quienes me encuentro) lo amarán.
Es el mejor Houellebecq, el que siempre sospeché que existía debajo del escritor de “Plataforma”,“Serotonina”, “Sumisión” y otros libros que leí con gusto pero que nunca me terminaban de convencer.
Este si es un libro de 5 estrellas
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Guille63
 02 May 2023
“Picasso es feo, pinta un mundo horriblemente deformado porque su alma es fea”

En Michel Houellebecq parece observarse el efecto Dorian Gray a la inversa, mientras su obra mantiene en todo lo alto su poder de provocación con la representación de una sociedad occidental en declive, su figura hace tiempo que nos viene ofreciendo un espectáculo de deterioro continúo que no solo afecta a su cuerpo, sino también a su vestimenta, a sus movimientos, a toda su imagen. Esto mismo es llevado al límite en esta novela: su retrato, pintado por Jed Martin, un artista de moda, no para de revalorizarse mientras su cuerpo acaba... (si lo leen, ya verán como acaba). Sí, Houellebecq es uno de los personaje más relevantes de la novela, lo que permite al autor dar rienda suelta a su egocentrismo, a su exhibicionismo, a su falta de pudor (“Apestaba un poco, pero menos que un cadáver… parecía una vieja tortuga enferma… viejo decadente fatigado”).

Sobre la novela, poco puedo decir (mentira), no entendí mucho el sentido de esta concatenación de escenas o de comentarios sobre la actualidad de gente glamurosa y, más concretamente, del ambiente artístico y sus decadentes rasgos (“El Sushi Warehouse de Roissy 2E ofrecía un surtido excepcional de aguas minerales noruegas”).

No sé si el objetivo era llamar la atención sobre la importancia que damos al mapa en detrimento del territorio, pero qué otra cosa es la realidad. Nos manejamos siempre mediante mapas, nuestra visión del mundo, del territorio, está siempre mediatizada por nuestra particular forma de ver, por nuestra experiencia, por el estado físico y anímico en el que nos encontramos, funcionamos con el mapa que nos construimos, cómo no vamos a dar importancia a otros mapas, principalmente a los de los artistas… aunque yo no sepa leerlos desde que la novedad por la novedad se volvió un valor tan trascendental en la evaluación de una obra.

“También nosotros somos productos —continuó—, productos culturales. Nosotros también llegaremos a la obsolescencia. El funcionamiento del mecanismo es idéntico, con la salvedad de que no existe, en general, mejora técnica o funcional evidente; sólo subsiste la exigencia de novedad en estado puro.”

No sé si entre sus pretensiones se encuentra la desvalorización de los artistas que, convertidos en marcas, parecen contar más que su propia obra, sin que ello signifique desprestigiar el resultado de su arte. Así nos dice:

“… ser artista, en su opinión, era ante todo ser alguien sometido. Sometido a mensajes misteriosos, imprevisibles, que a falta de algo mejor y en ausencia de toda creencia religiosa había que calificar de intuiciones; mensajes que no por ello ordenaban de manera menos imperiosa, categórica, sin dejarte la menor posibilidad de escabullirte, a no ser que perdieras toda noción de integridad y de respeto por ti mismo.”
El artista es un mero vehículo de no se sabe qué fuerzas actuantes a través de él, siendo estas misteriosas fuerzas lo único que les separa de los artesanos.

“… el arte debería quizá parecerse a aquello, a una actividad inocente y alegre, casi animal, había habido opiniones en este sentido, «idiota como un pintor de verdad», «pinta como el pájaro canta», y quizá el arte llegara a ser así en cuanto el hombre hubiera sobrepasado la cuestión de la muerte.”

De hecho, la imagen que nos da de Jed Martin es la de un ser medio autista, que deja pasar las grandes oportunidades sentimentales de su vida (solo muestra sangre en las venas en un episodio penoso de violencia), y que tuvo la suerte de encadenar una serie de ideas artísticas que llegaron a él como grandes fogonazos y que inopinadamente conectaron una tras otra con el mundillo artístico del momento. En esa conexión no es en absoluto despreciable el poder de las estrategias de marketing de las que él se quedaba, o le dejaban, totalmente al margen, haciendo uso de aquel maravilloso consejo de Groucho Marx: “Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente”.

Por supuesto, Houellebecq hace extensible estas reflexiones a la literatura.

“… uno mismo nunca decide la escritura de un libro; un libro, según él, era como un bloque de hormigón que se decide a cuajar, y las posibilidades de acción del autor se limitaban al hecho de estar allí y esperar, en una inacción angustiosa, que el proceso arrancase por sí solo.”

Y esta espera pasiva a ser “preñado” que parece ser el oficio de artista conlleva un gran y angustioso peligro, aplicable también a la vida en general, y es la de no estar atento y preparado para la llegada de tal oportunidad, la de dejarla pasar.

“… la vida te ofrece una oportunidad a veces, se dijo, pero cuando eres demasiado cobarde o indeciso para aprovecharla, la vida recoge sus cartas, hay un momento para hacer las cosas y para abrazar una felicidad posible, ese momento dura algunos días, a veces unas semanas e incluso unos meses, pero sólo se presenta una única vez, y si quieres rectificar más tarde es simplemente imposible, ya no queda sitio para la esperanza, la creencia y la fe, subsiste una resignación suave, una piedad recíproca y entristecida, la sensación inútil y justa de que podría haber ocurrido algo, de que sencillamente uno se ha mostrado indigno del don que le acaban de hacer.”

En fin, mucho disparo para tan poco pájaro. Lo que no le puedo quitar al autor es el hecho de que, a pesar de la casi total desconexión que he sentido con el texto, no haya parado hasta terminarlo sin que el aburrimiento me atacara ni una sola vez.
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herbookss
 10 December 2022
Cuando enseñé este libro como una de mis próximas lecturas me escribieron algunos mensajes hablándome del escritor, digamos que porque no es muy políticamente correcto y algunas de sus obras han generado bastante controversia. Yo no había leído nada suyo ni sabía que sus ideas eran tan polémicas, aún así decidí leerlo, para formar mi propia opinión y porque en general intento siempre leer un libro sin prejuicios y procurando separar a los autores de sus obras, aunque no siempre lo consiga.

Hablando ahora del libro en cuestión, tengo que confesar que me ha costado bastante. Estuve a punto de dejarlo en varias ocasiones, de hecho lo dejé aparcado varios dias y lo terminé un poco por cabezonería. Y es que Houellebecq no ha conseguido casi en ningún momento que me interese lo que me está contando. La historia narra la vida de un artista francés y, adentrándose en ella, expone su punto de vista sobre el negocio de la pintura, fotografía, arquitectura y el arte en general, incluyéndose a él mismo como uno de los personajes. En la tercera parte da un giro totalmente inesperado y se transforma en una especie de novela negra, cambiando totalmente el ritmo, cosa que me sorprendió bastante.

Habla de relaciones humanas, de dinero y, sobretodo, de la soledad. El problema, en mi opinión, y una de las cosas por las que me ha costado tanto, es que mete muchísima paja. En serio, es que te habla hasta de la vida de las moscas (no es broma). Así que entre que cada dos por tres se pone a divagar de algo que a él le parece interesante pero que no tiene nada que ver con la trama, que últimamente me cuesta bastante concentrarme y que ni el tema ni su prosa me han entusiasmado pues ya se explica mi "atasco". Aunque también tengo que decir que después de unos días pensando sobre él lo estoy viendo con otros ojos y en realidad me parece bueno. Es solo que me ha aburrido.
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Citas y frases (1) Añadir cita
avegadesllegeixoavegadesllegeixo11 September 2021
El hijo es la muerte del padre, claro, pero para el abuelo el nieto es una especie de renacimiento o de desquite.
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Videos de Michel Houellebecq (7) Ver másAñadir vídeo
Vidéo de Michel Houellebecq
En Merca, su primera novela, Loyds construyó a un protagonista despreciable (Johnny, un odiador serial cuyo combustible principal es la cocaína). En su spin off el autor se enfocó –como anunciara su título– en La mamá de Johnny. Un mismo universo, el de un estrato social acomodado que intenta mantener sus privilegios con uñas y dientes, y una misma familia con sus consumos problemáticos, narrados desde dos puntos de vista diferentes. Ahora nos presenta a Pichón, el hermano menor de la casa, un personaje reaccionario al que le encanta caminar por la cornisa, provocar, como el que cuenta chistes en un velorio esperando que todos digieran su humor negro, un ser machista, rancio y violento, que se resiste a los cambios de paradigma estaqueado a un tradicionalismo aún mayor que el de sus ancestros de alta alcurnia. Tras los sucesos de Merca y La mamá de Johnny llega la esperada tercera novela de Loyds, que viene a completar la trilogía familiar, a través de la cual ejecuta un ácido retrato de esta clase social poco frecuentada por la literatura argentina contemporánea. Trilogía que puede leerse completa o en partes, junta o separada, y en cualquier orden. Como ha dicho recientemente el maestro de escritores Santiago Llach: “Loyds armó unas novelas a la mandíbula en las que retrata con la voz dislocada de un Holden Caulfield crecido y porteño a nuestra querida clase alta”. “La obra de Loyds, veloz, repulsiva y delirante, abreva de Bret Easton Ellis (Menos que cero, American Psycho). También de otras altas voces sádicas del vacío existencial, como Chuck Palahniuk (El club de la pelea), Edward St Aubyn (la saga de Patrick Melrose) y Michel Houellebecq (El mapa y el territorio; la reciente Aniquilación)... Desde ahí, describe otra Argentina del sinsentido, en el nervio de la ciudad, en una clase desatendida, con personajes que funcionan a fuerza de ansiolíticos, apariencias y excesos, y que perturban tanto que al final conmueven”.
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