Cometas en el cielo

Cuando algo se rompe, por mucho que trates de recomponerlo no volverá a ser lo mismo, más aún cuando lo que se destroza es la inocencia, la identidad y, sobre todo, el alma.

Podrá volver a aparecer el brillo de tus ojos, pero nunca regresará al estado de pureza original.
No se vuelve a nacer.
Nunca.

Cometas en el cielo es una novela de amistad, de culpa, penitencia y redención. ¿Podemos juzgar negativamente a Amir por su falta de madurez? ¿Por su cobardía? ¿Por sus acciones para alejar una culpa que continuamente le juzga y atormenta?
Yo creo que no.
No olvidemos que el protagonista de esta historia no deja de ser un niño y a cada cual la madurez le llega a su ritmo.

Mucho más difícil hacerlo, cuando tu inseparable compañero de juegos es la lealtad sin fisuras. Por ti lo haría mil veces. Sin sombra de dudas.

Afganistán como telón de fondo, absurda e injusta. Una misma religión donde los matices son corrientes separatistas, radicalización descerebrada, fobia a todo lo distinto, y un poder que finalmente se impone desde la vejación.
Miedo, sometimiento y tortura como forma de gobierno.
La impunidad es el combustible impecable de la mezquindad humana. Con ella queda abierta la caja de Pandora.

Tan bella como dura, la novela discurre con prosa sencilla y tranquila, y en su serenidad narrativa, te desgarra, creando una hemorragia que escuece y te obliga a devorar cada página pese a la continua angustia.

Podrás cambiar mil veces las bombillas, pero nada brillará igual que la luz primitiva.

Uno de esos libros que embellece cualquier biblioteca.