El salón de baile

-Ayer encontré esto en posesión de la señorita Church. -Dejó el libro sobre la mesa que los separaba y acto seguido se expresó tan llanamente como pudo: los estudios se habían adeñuado del cuerpo de la señorita Church; incluso ahora, mientras lo hablaban, estaban causando estragos en sus órganos reproductivos y en su sentido común.

"Una vez que se ponía a leer, ya no volvía a levantar la vista. Desaparecía tan inapelablemente como si hubiese aparecido un agujero y se hubiese escurrido por él."

"A diferencia de la música, el exceso de lectura ha demostrado ser peligroso para la mente femenina. Es algo que aprendimos en nuestras clases más tempranas."

"Si bien una pequeña lectura liviana no tiene nada de malo, la crisis nerviosa sucede cuando la mujer va en contra de su naturaleza. ¿Podría resultar de utilidad que la señorita Church interrumpiera sus lecturas?"

Una vez que se ponía a leer, ya no volvía a levantar la vista. Desaparecía tan inapelablemente como si hubiera aparecido un agujero y se hubiese escurrido por él.

Cuando se recuperó descubrió que no podía hablar: fue como si alguien hubiera arrojado a un pozo oscuro todas las palabras que tenía dentro.

El problema es que la tierra era caprichosa, y pese a que algunos años era generosa, a menudo no lo era en absoluto, e ignoraba las lisonjas de su madre, y todas las horas que su padre se había pasado tendido sobre ella, invocando el socorro del suelo.

Tenía todo el sentido: la señorita Church era una de las pocas pacientes de clase media del manicomio y presentaba una clásica afección de la clase media. Era un hecho extraño, pero el caso es que las clases trabajadoras no solían padecer histeria; en ellas la fuerza de la locura quedaba sepultada y se convertía en algo más profundo, más extraño, y más difícil de erradicar: algo psicótico, demencial. Que una mujer de la clase trabajadora desarrollara un transtorno histérico resultaría prácticamente risible.

Vio como las vidas que llevaban dentro migraban rumbo a las máquinas, como lo daban todo en la habitación de hilado número cuatro.

"El exceso de lectura ha demostrado ser peligroso para la mente femenina... las células femeninas son anabólicas: existen para conservar la energía y sostener la vida. Si bien una pequeña lectura liviana no tiene nada de malo, la crisis nerviosa sucede cuando la mujer va en contra de su naturaleza".