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Crítica de Yani


Yani
17 October 2018
Estos son los instantes en que me dan ganas de felicitarme por haber tenido buena intuición con respecto a un libro que se sale de mi zona de confort. Sé poco y nada sobre fantasía épica, pero creo que estoy en condiciones de decir que, más allá de las cosas que le son propias y las que no, esta primera parte está lo suficientemente bien hecha como para darle una merecidísima oportunidad. Aprendiz de asesino peca, tal vez, de ser demasiado introductorio tanto en los delineamientos del mundo que quiere presentar como en la vida del protagonista. No obstante, sería una hipócrita si le bajara tantos puntos por eso: he leído libros más lentos en mi vida, estoy acostumbrada a ellos y en ninguna parte de mi edición dice que tenga que terminarlo en dos días. Así que, después de quejarme durante unas sesenta páginas, la molestia se esfumó. O traté de no concentrarme tanto en ella, en todo caso.

Tenemos un reino llamado Seis Ducados, dividido en unas cuantas regiones que difieren en clima, gente y costumbres, zonas más peligrosas que las otras, un linaje (los Vatídico, un apellido que al principio me sonaba a “fatídico” y luego asocié a los vaticinios... ¿o ambas?) que tiene problemas internos pero intenta disimularlos y así. Traspié llega hasta ellos a la rastra y su abuelo materno lo abandonará, reclamando que el padre, el príncipe Hidalgo, se haga cargo de él. Su condición de hijo bastardo le va a traer unos cuantos problemas (porque, efectivamente, el niño se queda en ese lugar), algunas ventajas y, por si fuera poco, un pacto con el rey Artimañas. Traspié va a recibir cuidados a cambio de que se convierta en un asesino “diplomático”.

Tal como indica el título, el libro está enfocado en un aprendiz de asesino, así que será una larga introducción en esa práctica. Traspié tendrá que soportar ser un outsider en muchos ámbitos mientras intenta cumplir su parte del trato. El entrenamiento que recibe no se detalla con creces y en unas cuantas ocasiones lamenté que los mentores no se presentaran con profundidad o se los eliminara de la historia demasiado rápido. Los más importantes sí tienen su espacio, por razones lógicas de la trama. Uno de mis enojos a lo largo de la lectura se basaba en la poca cantidad de personajes femeninos. Generan interés, pero no salen del molde de la mujer loca o de la jovencita rompecorazones hasta los últimos capítulos. No entendí por qué se esperó tanto para darle finalmente un poder palpable y más creíble a una de ellas (la cual, como no podía ser de otra manera, se encuentra por fuera de lo que se identificaría como “civilización” para los Vatídicos). En su defensa, supuse que hay una réplica de las funciones de la mujer de los siglos anteriores del mundo real.

En cuanto a personajes en particular, Traspié es un protagonista parco, que no genera empatía salvo por el sufrimiento psicológico y físico al que está sometido. Tiene una gran conexión con los animales y eso provoca que uno lo aliente como ser humano. No obstante, le falta algo. Como la mayoría del libro transcurre durante su adolescencia, imaginé que el carácter (a veces arisco, a veces dulce) se debía a su edad, pero tampoco me gusta la idea de los jóvenes estereotipados. Creo que su personalidad va a terminar de solidificarse en los próximos libros, ya con unas cuantas aventuras y pruebas a cuestas. Además, Traspié lidia con el hecho de no saber qué lugar ocupa en esa “familia” ¿La preocupación que le demuestran algunos es genuina o él es sólo un instrumento al que hay que mantener con buena predisposición? Sin querer detallar para no revelar nada comprometedor, Burrich y Veraz son de lo mejor que encontré. Los antagonistas son tan detestables como necesitan serlo y eso suma. Lo único que espero que se les dé profundidad en el segundo libro, ya que en este corrieron el riesgo de volverse maniqueos.

Del mismo modo en que Hobb hace hincapié en la formación de Traspié, también construye un mundo plagado de historias, poderes y peligros, como la Habilidad y la Maña (no las voy a detallar para no arruinar nada) o los Corsarios de la Vela Roja y los forjados. Son esbozos sencillos en algunos casos y, sin embargo, dan unas cuantas razones para continuar con la serie de libros. Intrigan y uno intuye que no se dijo todo aún sobre esas cuestiones. A pesar de que el narrador sea un Traspié evidentemente adulto que recurre a la memoria para contarnos los pormenores de su vida, no hay grietas que evidencien errores en la historia. Está muy bien escrito y no cae en la simpleza que se asocia últimamente a todo aquello que tenga relación con la fantasía. La primera persona no se convierte en una excusa para sortear la dificultad que implica escribir, sino un punto en donde desarrollarse. Eso es, precisamente, lo que hace Traspié. Lo que nos quiere expresar es armonioso y sensible, incluso cuando él no se muestra de esa forma. Hay partes que encaran un desafío extra y requieren de mucha habilidad en la transmisión. Y, afortunadamente, la tiene. El estilo no aburre, por más que parezca lento (ayudado también por la demora de los hechos o la información impactante), y da la sensación de que al lector se lo respeta. Era hora.

Aprendiz de asesino me gustó muchísimo y no me decepcionó, a pesar de los escasos puntos flojos que señalé. Tal vez le tenía menos confianza de lo debido. Lo que se cuenta aquí es solamente el puntapié inicial de un conflicto que se agravará en el próximo, sin lugar a dudas, así que las expectativas las reservo para lo que vendrá (que debe ser mucho, considerando el tamaño de los libros). Exageradamente recomendable para los lectores pacientes que no tienen problemas con los desarrollos paulatinos de las historias.
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