Me despedí de mis animales, intentando transmitir a Herrero que habrían de pasar muchas comidas y muchas noches antes de que volviéramos a vernos. Se agitó, me lisonjeó y protestó para que lo llevará conmigo, arguyendo que lo necesitaría. Había crecido demasiado para cogerlo en brazos y abrazarlo. Me senté, se subió a mi regazo y lo sujeté. Era tan cálido y sólido, tan próximo y real... Por un momento sentí que estaba en lo cierto, que lo necesitaría para sobrevivir a aquel fracaso. Pero me recordé que él estaría aquí, aguardando mi regreso, y le prometí varios días de mi tiempo para él solo cuando volviera.
|