Algo que brilla como el mar

Es la primera vez que leo a Hiromi Kawakami. Me gustó mucho su forma de escribir y su narración. “Algo que brilla como el mar” cuanta la historia de Midori Edo, un joven que tiene tras de él todo el peso de las dudas de la adolescencia.
Con una familia diferente, la cual está formada por Aiko y Masako (su madre y su abuela) a las cuales las conoce por su nombre y Otori su padre biológico que no vive con él.
También están Hanada su mejor amigo y Mizue si amiga que con el tiempo se vuelve algo más. Los tres buscan un lugar donde encajar.

Me gusta bastante la literatura japonesa. Siempre es grato conocer una nueva escritora y con una escritura simple y fluida.

“Algo que brilla como el mar” cuenta la historia de Midori Edo, un joven que va a la secundaria y comienza a explorar el mundo y entender a las personas que lo rodean. El libro comienza con Midori y su famila: su abuela Masako y su madre Aiko; a ambas las conoce más por su nombre que por el rol que desempeñan en su familia. En este primer capítulo, se describen las relaciones de Midori con su familia, la ausencia de su padre y la preferencia que tiene por su abuela sobre su madre; una madre que esclavizada por el trabajo, se mantiene ocupada escribiendo por encargo para mantener a la familia.

Adicionalmente a su vida en familia, el libro cuenta sobre la vida de Midori en la escuela, donde sus principales amigos son: Hanada, su mejor amigo y Mizue, una amiga que con el tiempo se convierte en algo más. Con sus compañeros de estudio, Midori explora la vida de adolescente, los deseos de encajar y de no encajar en la sociedad; el amor y el deseo, las reflexiones sobre la familia y el por qué su familia es diferente a las demás. Conoce también la literatura, de mano de un profesor de japonés que se convierte en una gran influencia, tanto para él, como para sus amigos.

A medida que crece, Midori se da cuenta de que el hombre que va a visitarlo constantemente a su casa, es su padre, Otori. al conocer esto, Midori comienza a indagar sobre la relación de su madre con su padre, el por qué no viven juntos, qué los motivó a separarse y demás preguntas acerca de su concepción y nacimiento. Aunque su madre y su padre viven separados e inclusive ambos salen con otras personas, Otori juega un papel importante en la vida de Midori, la mayoría de las veces por presentarse como un mal ejemplo de todo lo que Midori no debería ser de adulto; en otras por sus charlas cercanas, en las que, con pocas palabras y mucha dificultad, comparten lecciones de vida sobre mujeres y la vida adulta.

El libro habla de los diferentes ámbitos de la vida de Midori: Su familia, la relación con su madre y abuela, la relación con su padre, la relación con el novio de su madre, las implicaciones que tuvo en su vida el crecer sin padre y pensando que su madre era su abuela, las costumbres y tradiciones que había en su familia y muchas otras cosas más. Por el otro lado estaban sus amigos de colegio; Hanada, con el que salía a diferentes sitios, intentaba entender su personalidad y congeniaba frecuentemente por su forma de ser; y Mizue, con quien entabló una relación amorosa, tenían citas y compartían tiempo juntos. En una ocasión, Mizue decidió cortar con Midori, pues sentía que él no la amaba como ella lo amaba a él. Luego de haber roto con ella, Midori decidió irse con su amigo Hanada a una isla para pasar las vacaciones, allí se conocieron mejor, exploraron el territorio y en una visita a un santuario de una isla cercana, Midori se quebró un tobillo y tuvo que ser llevado al hospital. Allí lo visitó su madre, al igual que su padre, su profesor de japonés, e inclusive Mizue. Luego de recuperarse, Midori decide vivir un tiempo con su padre en una isla cercana.

En resumen “Algo que brilla como el mar” es un libro sobre la niñez y la adolescencia, sobre un niño que va conociendo y entendiendo mejor su entorno, sobre las relaciones familiares, sociales y amorosas, sobre la manera en que se ve la vida entre los 15-18 años y cómo cada salida con un amigo o con la familia, cada conversación, cada cita amorosa, cada decisión y cada revés, van construyendo la personalidad y la forma de ser de alguien. La curiosidad del libro es que, tal como en “Abandonarse a la pasión”, la historia de Midori no tiene un final, el libro termina con él viviendo con su padre, pero su vida todavía tiene mucho por decir y su historia, al igual que todo lo que podría pasar después, queda a cargo de la mente del lector, quien decide las acciones que podría realizar el Midori de 20, 30, 40 años.

En cuanto al libro en sí, creo que es diferente a los otros que he leído de Kawakami, pues no me generó tanto interés en la historia, ni lo sentí tan atractivo como para recomendar su lectura. Es una buena historia y se puede evidenciar la influencia de los demás personajes en el desarrollo de la vida de Midori, pero siento que pudo haber explorado más temas como la sexualidad de Midori y Hanada, que en algún momento comparten cumplidos sobre su apariencia; las conversaciones profundas entre Mizue y Midori, pues no relata a fondo cómo era su vida de novios, ni las escenas de amor que en algún momento evoca, pero no describe. Para mí al libro le faltó profundidad en su ambiente y sus personajes, trata historias por encima y no las desarrolla del todo.
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¡Qué gustazo haber vuelto a reunirme con Hiromi Kawakami! Desde que leí hace algunos años El cielo es azul, la tierra blanca, libro que me encantó, no había vuelto a leer nada de ella. Siento que decantándome por Algo que brilla como el mar he acertado completamtente, y es que me ha gustado mucho, incluso más que el anterior.

La trama va a seguir los pasos de Midori, un chico introvertido y retraído con una gran incapacidad para demostrar afecto o expresarlo con palabras. Vive en una vieja casa junto con su abuela Masako y su madre Aiko. La relación que mantienen estos tres está lejos de ser la típica relación jerarquica familiar. Más bien parece tratarse de un piso de amigos.

El marco de personajes lo completarán Hanada, amigo de nuestro protagonista, Mizue Hirayama, una chica con quien Midori mantiene una relación y Otori, un extraño "amigo" de la familia que pasa mucho tiempo en casa de Midori. Me gustaron todos los personajes, y el dilema que cada uno plantea me abrió muchas reflexiones propias.

Aunque todos los protagonistas tienen su momento y los conoces perfectamente, claramente los dos que se llevan la historia son el mismo Midori y su amigo Hanada. Además, los dos mantienen una relación ambigua bastante extraña que por momentos incluso parecía ser tensión sexual entre ambos. al menos, eso sentí yo y fui feliz sintiéndolo jajaja.

La historia nos va a hablar de corazones solitarios, que buscan encajar en el mundo y no consiguen encontrarse a sí mismos. Se unen a otras personas buscando el signicado de lo que sienten, y buscando ese lugar que les haga sentir que están en sintonía, que pertencen a un lugar. Siempre empatizo mucho con este tipo de historias de descubrimiento personal, de crecimiento.

Hiromi es una autora que te hace reflexionar todo el tiempo sobre ti mismo. El recuerdo que tenía de El cielo es azul, la tierra blanca era precisamente ese. Y con esta lectura lo he vuelto a sentir. Esta vez no voy a dejar pasar tanto el tiempo para leer algo más de Kawakami. Quien no se haya iniciado ya con la autora, que se anime, es una autora digna de descubrir.

Cuando tenemos esa edad en la que nada está claro, tendemos a tomar dos posturas totalmente enfrentadas: la rebeldía o la apatía. Ninguna de las dos parece satisfacer a los adultos que nos rodean.
Si la apatía gana terreno, ni siquiera la reconocemos como tal. Puede que tampoco lo sea. Quizá no es más que el desconocimiento sobre lo que nos espera, sobre las diferencias entre nuestra propia personalidad y la de aquellos que tomamos por iguales. Nos confundimos. Nos situamos en el silencio. Todo nos da igual. O, al menos, nos lo parece.
Tenemos que caminar muchas veces a tientas por caminos ya deshabitados para atisbar esa luz que nos guiará en los años venideros. Hablar, escuchar, amar. Preguntar. Preguntar mucho para comprender la más sencilla de las enseñanzas que se grabará a fuego en nuestra mente mientras nuestro cuerpo sigue avanzando. Que no estamos solos. Que algún día moriremos. Que los pensamientos ruedan y ruedan y provocan cambios apenas perceptibles pero definitivos. Que todos los días sale el sol.

Reconozco mi debilidad por la literatura de esta mujer, así que aunque esta sea una sencilla historia sobre la pubertad no deja de maravillarme como se puede construir una preciosa historia con algo tan manido como el paso de la infancia a la adolescencia, sin caer en los tópicos habituales.
Ingeniosa, por el modo en que trata la ambigüedad de Hanada, el mejor amigo de Midori, el protagonista, con esa obsesión por vestirse de mujer para ser él mismo, o al menos para intentar encontrarse a sí mismo. Es valiente, tierno, y divertido. Como tierna es también la fijación de Mizue por tener "algo más" con su amigo, cosa a la que él no está dispuesto, no es su momento, no está preparado.
La novela se desliza por la vida de Midori, su infancia, sus relaciones familiares, su padre ausente que le visita periódicamente, pero sobre todo describe las relaciones con las dos mujeres más importantes de su vida: su madre y su abuela, con la que mejor se lleva. Incertidumbre, desasosiego, cabezonería, rebeldía, todo lo que lleva implícito dejar de ser un niño para convertirse en un adulto más...aunque algunos huyan de ello.
Una delicia de lectura, una más de Hiromi Kawakami.