Cuando uno es básicamente pobre ,los que lo son aún más,provocan más miedo que compasión
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Cuando uno es básicamente pobre ,los que lo son aún más,provocan más miedo que compasión
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Acaba de descubrir que el odio tiene mucha más memoria que el amor
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Cada uno a su manera, ambos eran víctimas de unas calles, de un ambiente y de un mundo que aún no estaban preparados para enfrentarse a ciertos retos educativos. En el fondo fue un fracaso de todos: de las familias y del colegio.
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Eso es algo que él entendió hace años. El arrepentimiento no tiene cabida, porque los actos tienen consecuencias.
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Había otra regla no escrita que señalaba que «en las cosas de dentro de las casas nadie debía meterse», así que el mundo en general aprendió a mirar hacia otro lado cuando se cruzaba con la pobre Rosi y le veía los moratones de la cara, y los vecinos sólo se quejaban si las broncas y sus llantos les fastidiaban la siesta.
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Si los impíos tenían un lugar reservado en el infierno, los chivatos merecían arder lentamente en él, abrasarse en el fuego de la penitencia, durante toda la eternidad. Lo habíamos aprendido en la calle, que es donde se aprenden las cosas importantes, las que sirven para algo.
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Temo sobre todo no estar a la altura, porque a pesar de que conozco la verdad, seguramente mejor que sus propios protagonistas, también soy parte implicada en el asunto. Sé lo que vi, lo que conté; sé también cuándo mentí y por qué lo hice, y quiero que este texto, que nunca verá la luz, sea tan sincero como sus protagonistas se merecen. Al menos les debo eso, a todos: a ellos, a sus padres, a los míos, al barrio en general. Y ahora que la historia ha vuelto a empezar, después de una pausa de casi cuarenta años, es más importante que nunca explicar bien el pasado, los orígenes de un crimen cuyas consecuencias se extienden hasta hoy como ramas torcidas de un árbol de raíces secas.
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Sabían lo que les esperaba en el pueblo: trabajo duro, de sol a sol y con poca sombra para los varones; matrimonios precoces y preñeces continuas para ellas. Y no querían eso.
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Hay olas que pueden destrozar vidas enteras, resquebrajar la roca de un solo golpe de mar.
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Ahora sabe que los auténticos monstruos salen a la luz del día y pertenecen al mundo real, que no tienen aspecto terrorífico y que es imposible protegerse contra ellos; que están tan cerca que a veces una los tiene delante sin ser capaz de reconocerlos.
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10 negritos