Lo que la mente piensa y proyecta, lo puede lograr. No existen limitaciones para la mente, excepto las que nosotros mismos aceptamos. Tanto la riqueza como la pobreza son hijas del pensamiento.
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Lo que la mente piensa y proyecta, lo puede lograr. No existen limitaciones para la mente, excepto las que nosotros mismos aceptamos. Tanto la riqueza como la pobreza son hijas del pensamiento.
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Cuando Henley escribió sus proféticas palabras: Soy el dueño de mi destino, soy el capitán de mi alma , debería habernos informado de que nosotros somos los dueños de nuestro destino, los capitanes de nuestra alma, porque tenemos el poder de controlar nuestros pensamientos. Debería habernos dicho que nuestro cerebro se magnetiza con los pensamientos dominantes que llevamos en la mente, y que, por mecanismos que nadie conoce bien, estos imanes atraen hacia nosotros las fuerzas, las personas, las circunstancias de la vida que armonizan con la naturaleza de nuestros pensamientos dominantes. Debería habernos dicho que, antes de poder acumular riquezas en abundancia, tenemos que magnetizar nuestra mente con un intenso deseo de riqueza, que hemos de tomar conciencia de la riqueza hasta que el deseo por el dinero nos conduzca a hacer planes definidos para adquirirlo. |
Otra debilidad que se encuentra en conjunto en demasiadas personas es el hábito de medirlo todo, y a todos, por sus propias impresiones y creencias.
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El fracaso asola a aquellos que se resignan a él con indiferencia.
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Una buena idea es todo lo que se necesita para alcanzar el éxito. Los principios descritos en este libro contienen medios y maneras de crear ideas útiles.
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Una de las causas más comunes del fracaso es el hábito de abandonar cuando uno se ve presa de una frustración temporal. Todos son culpables de este error en un momento u otro.
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Cuando las riquezas empiezan a aparecer, lo hacen con tanta rapidez, y en tal abundancia, que uno se pregunta dónde habían estado escondidas durante todos esos años de necesidad. Ésta es una afirmación sorprendente, y tanto más si tenemos en cuenta la creencia popular de que la riqueza premia sólo a quienes trabajan mucho durante mucho tiempo. Cuando usted comience a pensar y a hacerse rico, observará que la riqueza empieza a partir de un estado mental, con un propósito definido, con poco trabajo duro, o sin ninguno. |
Antes de que el éxito aparezca en la vida de cualquier hombre, es seguro que éste se encontrará con muchas frustraciones temporales, y tal vez con algún fracaso. Cuando la frustración se adueña del hombre, lo más fácil y más lógico que puede hacer es abandonar. Eso es lo que la mayoría de los hombres hace. |
¡Qué historia tan diferente contarían los hombres si adoptaran un propósito definido, y mantuvieran ese propósito hasta que el tiempo lo convirtiese en una obsesión obstinada!
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¿A quien baila Raquel en la fiesta en la casa de los hidalgo?