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Paula Martínez Sirés (Traductor)
ISBN : 8494335111
268 páginas
Editorial: Chidori Books (03/12/2014)

Calificación promedio : 4/5 (sobre 3 calificaciones)
Resumen:

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Críticas, Reseñas y Opiniones (2) Añadir una crítica
Celeste_Lightwood
 14 September 2020
Al ser un librito tan corto (no llega a las 300 páginas), la editorial ha incluido otros relatos cortos de la autora (lo que me pareció maravilloso) ya que la historia principal apenas son 100 páginas. Es por esto que voy a dividir la reseña en varias secciones. El grueso de la entrada estará dedicado a Crecer, pero también hablaré de los relatos cortos de manera individual.


CRECER

La obra cumbre de Higuchi Ichiyō se ambienta en el barrio de Yoshiwara, situado a las afueras de Tokyo y que fue muy conocido durante el shogunato Tokugawa por ser el barrio de las prostitutas. Se trataba de un barrio japonés como otro cualquiera con la peculiaridad de que en él sus habitantes principales eran prostitutas y todos los puestos de trabajo adyacentes que ello generaba, así como diferentes locales y tiendas le permitían a Yoshiwara funcionar como un distrito más de la capital. Esta zona gozaba de cierto misticismo y sofisticación y las prostitutas iban desde las más pobres y corrientes hasta las más ricas y refinadas. Se podría decir que Yoshiwara tenía su propio microcosmos y sus propias clases sociales para así poder dar cobijo a hombres de muy variados niveles sociales.

Así pues, Crecer está narrada desde el punto de vista de los niños que viven dentro de Yoshiwara. El contraste que existe entre la forma en la que estos niños describen el lugar donde viven y cómo es su día a día con las actividades poco lícitas de prostitución que se realizaban en el barrio no dejan de sorprender al lector, ya que mientras vamos leyendo olvidamos con facilidad que los protagonistas viven en un prostíbulo y que es algo que asumen con total naturalidad.

Los niños protagonistas son seis, tres de la zona rica de Yoshiwara y otros tres de la zona pobre. Las diferencias sociales eran bastante evidentes incluso dentro de este distrito, hasta el punto en que, entre otras cosas, había rencillas entre los estudiantes de la escuela pública y la privada, tal y como nos relatan los críos. Dentro de este elenco, la que más destaca es Midori, que se puede considerar como la protagonista indiscutible. Midori es una muchacha cuya hermana mayor ejerce de prostituta de lujo. Ganaba tanto dinero que toda su familia se trasladó sin pensarlo a Yoshiwara. Su madre trabaja como costurera de las prostitutas y su padre como contable. Midori es reconocida en el barrio no solo por su hermana, sino por méritos propios, ya que es una niña preciosa, dicharachera y muy generosa. Mientras los adultos se recrean en su belleza y fantasean con la llegada de Midori a la edad adulta (con lo que ello conlleva), su grupo de amigos la adora porque, gracias al trabajo de su hermana, Midori siempre tiene mucho dinero y se lo gasta comprándoles chucherías y toda clase de detalles a sus amigos, ya que sabe que ellos no se lo pueden permitir o, al menos, no en la misma medida que ella. Su forma de ser y su capacidad de ser adorada por unos y otros hará que Shōtarō y Nobu se enamoren de ella. Sin embargo, a pesar del triángulo amoroso, Midori siente predilección por Nobu. Nobu pertenece a una familia de monjes y su destino es servir a su templo cuando tenga la edad suficiente.

Los inminentes futuros de Midori y Nobu van por derroteros completamente diferentes, lo que hace que sea muy complicado para ellos mostrar sus sentimientos respecto al otro. Además, si se muestran amables o cariñosos en público, el resto del grupo no tardará en burlarse de ellos, por lo que terminan escondiendo sus sentimientos mediante desprecios o malas palabras, haciéndose creer, mutuamente, que no sienten nada el uno por el otro.

Lo más llamativo de esta novela para mí es, como he comentado antes, el contraste que existe entre Yoshiwara y la función que cumple y la visión que tienen los niños del barrio. Es asombroso como, desde su óptica, la prostitución es algo normal, a lo que están acostumbrados, y la zona donde viven es como vivir en cualquier otro barrio. Mientras vas leyendo, da la sensación de que la trama no transcurre en un prostíbulo institucionalizado, sino en cualquier barrio típico japonés. Otra cosa que también me sorprendió es que la autora forma parte de la novela. Ella actúa como narrador omnisciente, poniendo el foco en un personaje u otro según le convenga e, incluso, hablando directamente con el lector, de tú a tú. de vez en cuando se dirige al lector y le hace preguntas, usando a menudo la segunda persona del singular. Parece que recorremos el barrio de Yoshiwara con la autora a nuestro lado ejerciendo de guía turística y desvelándonos los secretos que esconde.

Si buscáis un libro de acción o donde el romance predomine, eso no es lo que vais a encontrar aquí. La novela japonesa se caracteriza, entre otros, por ser lenta y descriptiva y Crecer es la máxima expresión de esas premisas. Aunque, como ya he dicho, los protagonistas son los niños que viven en el barrio y a los que acompañamos para contemplar su día a día, lo cierto es que da la impresión de que todo el protagonismo recae sobre Yoshiwara. La autora nos narra con todo lujo de detalle los festivales que se realizan en el lugar, las tradiciones, las costumbres, las diferentes tiendas o servicios con los que cuenta, nos habla de sus gentes, de cómo se ganan la vida... de hecho, el tema de la prostitución que, por motivos obvios, debería de ser el tema central, se toca muy de pasada. Solamente se menciona en momentos puntuales puesto que eso no es de lo que quiere hablar Higuchi. Es una obra que se podría calificar como costumbrista, ya que se nos descubre un distrito tokiota y la vida en él como si fuera una zona cualquiera y no el prostíbulo más famoso de todo Japón. Si queréis conocer más y mejor cómo vivían los japoneses durante la época Meiji, esta lectura os va a gustar porque, aunque se centra en un espacio muy concreto, muchas de las costumbres o tradiciones pueden aplicarse a Japón en términos generales. Además, la traductora ha respetado los nombres japoneses de los peinados que llevaban las mujeres, de los atuendos, vehículos, festivales, amuletos... lo cual hace que su lectura sea aún más auténtica y disfrutable. El único "pero" que pongo en este caso es que yo hubiera preferido que las explicaciones de esos términos se hubieran mezclado con el propio texto, como si fuera la autora quien estuviera haciendo las aclaraciones al lector, más que nada porque era un poco coñazo tener que estar yendo al final del libro para consultar los términos que me resultaban desconocidos (que, por fortuna, en mi caso eran muy poco, pero que pueden hacerse un mundo para lectores que no estén acostumbrados a la terminología japonesa). Soy consciente de que eso le quitaría autenticidad al texto, pero teniendo en cuenta que esta obra solo está en formato digital, y no en físico, es un poco tedioso tener que está pinchando el enlace que lleve a la nota final casi en cada página.

Otro punto que me gustaría recalcar en cuanto al texto en sí es que la autora sabe adentrarse en la psicología de los niños. Capta perfectamente su forma de hablar, de relacionarse y es capaz de plasmar de una manera muy fiel los problemas o preocupaciones típica de esas edades, que rondan entre los diez y los trece años, si no recuerdo mal.

Además de la magnífica prosa de Higuchi, también quiero añadir que me ha gustado mucho la edición. al principio nos viene una pequeña biografía que nos permite descubrir cómo vivió esta mujer, lo dura que fue su infancia y lo mucho que luchó por abrirse hueco en un mercado, en literario, que le apasionaba, pero que, a su vez, estaba copado por los hombres. Su biografía es de lo más interesante y os recomiendo que le echéis un vistazo porque merece la pena. La traducción también me ha gustado mucho porque, como ya he comentado, respeta mucho el original, manteniendo la nomenclatura japonesa en la medida de lo posible, lo que contribuye a crear una mayor ambientación y a que el lector sepa que, de verdad, está leyendo una novela japonesa. de esta autora hay más obras publicadas en español, así que las leeré sin dudar.

Como último punto, me gustaría decir que, aunque esta historia me ha gustado, también me he sentido un poco decepcionada. Tal y como la habíamos tratado durante las clases, se me antojó mucho más emocionante y sentimental de lo que realmente fue. Pensé que la relación entre los protagonistas y la tensión amorosa de Shōtarō y Nobu por Midori, así como lo imposible de su amor tendrían mucho más peso a lo largo de Crecer. Sin embargo, como habéis visto por la reseña, la manera en que Higuchi aborda la trama hace que los sentimientos de los chicos estén más bien en un segundo plano, mientras que Yoshiwara y su naturaleza se alzan como el verdadero protagonista.


EN EL ÚLTIMO DÍA DEL AÑO


Aun contando con apenas 40 páginas, este relato me gustó incluso más que la obra cumbre Crecer, quizá porque, como ya he dicho, me esperaba otra cosa de ella. En esta breve historia la protagonista es O'Mine, una chica que trabaja como criada para la familia adinerada de los Yamamura. A pesar de tener muchas propiedades y nadar en la abundancia, la señora Yamamura es conocida por ser muy tacaña, por pagar poco a sus empleados y, además, por tratarles con desprecio. Sin embargo, O'Mine necesita el trabajo, por lo que, con paciencia y templanza, aguantará lo que sea y cualquier desplante por parte de su ama. Un día recibirá una carta donde le dicen que su tío está muy enfermo. Sus padres murieron cuando ella era muy joven, por lo que sus tíos la criaron como si fuera su propia hija, así que O'Mine les debe mucho. Como no puede pedir días libres a sus amos, un día de Navidad en el que la familia quiere ir al teatro y ella está invitada, O'Mine les propone que, en vez de ir al teatro con ellos, le dejen ese día libre para visitar a su familia. Cuando acude a casa de sus tíos, es consciente de la pobreza en la que viven. Su tío siempre regentó una verdulería, pero cuando cae enfermo le resulta imposible continuar con el negocio y tiene que cerrarla, viendo a su familia abocada a la miseria. O'Mine, al verlos así, siente el impulso de ayudarlos económicamente, sobre todo cuando su tío le comenta que tiene una deuda que necesita urgentemente pagar.

Decidida a ayudar a quienes fueron como unos padres para ella, se atreve a pedirle a su señora que le adelante el sueldo para así poder asistir a sus tíos. Ante la negativa de esta, a pesar de que la cantidad de dinero que necesita es ridículamente baja, O'Mine comienza a barajar la posibilidad de robarles, ya que la cantidad de la deuda sería irrisoria para los Yamamura, incluso aunque pudieran despedirla si llegan a enterarse.


En esta historia se refleja una situación que no nos es desconocida desde Occidente y es el tropo de las familias muy ricas a las que el dinero las tiene cegadas y que se creen superiores a los demás y con derecho a tratar a sus empleados como les de la gana, ya que los visualizan más como propiedades que como seres humanos. O'Mine trabaja duro y sin descanso, dejándose la piel para la familia y siendo fiel y obediente. A cambio solo recibe desplantes por parte de su empleadora y, además, un sueldo miserable que apenas le da para vivir. A pesar de la gran cantidad de dinero que tiene la familia Yamamura y de que les suplique que la ayuden, la señora se niega en rotundo a pesar de que la cantidad que debería prestarle a O'Mine es ridícula y para ellos no supondría absolutamente nada. Su egoísmo va hasta tal punto en que O'Mine, una muchacha ejemplar de un corazón enorme, se ve obligada a plantearse algo que, para ella, es horrible como lo es robar a sus dueños. He conseguido empatizar mucho con este personaje, con su pena y su situación porque es del todo injusta y porque no es un caso aislado sino que, por desgracia, es algo bastante habitual. Incluso hoy en España todavía siguen saliendo casos de familias ricas que tienen a sus empleadas del hogar como si fueran objetos de su propiedad y a las que les pagan al mes una miseria a cambio de todo el trabajo que tienen que realizar. Por lo tanto, por desgracia, a pesar de la distancia tanto temporal como espacial en las que se enmarca esta historia, sigue siendo un relato muy actual.

Por último, me gustaría recalcar la importancia del apellido familiar que existe en Japón y que, aunque también es algo fundamental en algunos países dentro de las familias pudientes, no lo es tanto como lo era antaño en el país nipón. Esta obsesión por guardar las apariencias y por parecer una familia ideal ante los demás está representada en la relación que tienen los señores Yamamura con su hijo, Ishinosuke, que, para la señora Yamamura, en realidad es su hijastro. al ser el único varón, ya que sus hermanas son mujeres, es el que va a heredar el legado familiar de los Yamamura. Se aprovecha de esta situación y del estatus que ello le confiere para chantajear a sus padres. Está constantemente pidiéndoles grandes sumas de dinero para despilfarrarlas en los barrios de placer, en el alcohol y en prestarle dinero a sus amigos sin ton ni son. A pesar de que a sus padres les disgusta profundamente su actitud, sobre todo a su madrastra que no entiende cómo su padre no es más rígido con él, temen que su forma de ser perjudique de alguna forma al buen nombre de la familia, por lo que aceptan cualquier exigencia de Ishinosuke sin dudarlo con tal de poder seguir con esa fachada de familia perfecta.

La única pega que le encuentro a este relato es el final. El final se queda completamente abierto, como si la autora hubiera dejado de escribirlo a medias, y, aunque entiendo el propósito, me ha resultado bastante frustrante que, justo cuando venía la mejor parte, la historia se terminara.

NUBES QUE SE ESFUMAN

Este relato está dividido en tres partes de unas diez páginas cada una y el protagonista es Keiji. Fue adoptado cuando tenía siete años porque su familia era muy pobre, así que una familia más pudiente decidió hacerse cargo de él. Durante muchos años ha estado viviendo con su nueva familia en una zona muy rural hasta que se muda a Tokyo, a casa de sus tíos, para estudiar en la universidad. Allí, quedará prendado de la modernidad de la capital y no solo aprovechará su estancia para formarse, sino también para disfrutar de todo lo que le ofrece la ciudad. No obstante, su felicidad será interrumpida cuando le llegue una carta del administrador de su padrastro, donde le dice que debe regresar de inmediato. Su padrastro está muy enfermo, sin poder levantarse de la cama y, aunque su salud no peligra y no están preocupados ya que saben que es un hombre muy robusto y sobrevivirá, su convalecencia ha hecho que su carácter se agríe, esté amargado y de un mal humor constante.

Ante esta situación, la familia, junto con el administrador, han decidido que lo mejor para todos es que Keiji regrese y tome su lugar como cabeza de familia, pues de esta manera su padrastro podrá descansar sin preocupaciones sabiendo que Keiji se encargará de todo en su lugar. Además, antes de irse a Tokyo, Keiji fue prometido con Saku, por lo que sería el momento perfecto para celebrar las nupcias. A pesar de la noticia, Keiji no quiere regresar. Ahora que ha probado las mieles de la ciudad, para él regresar a ese pueblo no es una opción. Asimismo, esa decisión implicaría tener que abandonar sus estudios, algo que no quiere hacer por nada del mundo, y, por encima de todo ello, se vería obligado a despedirse de Nui. O'Nui es la hija de sus tíos, es decir, su prima (aunque no de sangre) y en el tiempo que ha convivido en su casa, antes de trasladarse al dormitorio de la universidad, se ha enamorado de ella. Nui es una chica que se siente desgraciada porque sus padres no la aprecian, sino todo lo contrario, y Keiji es la única cara amable que conoce el único que la hace sonreír. Sin embargo, Nui no siente lo mismo por él, tan solo le ve como un familiar y como un amigo.

En esta historia, Higuchi Ichiyou nos habla, sobre todo, de la obligación paterno-filial que siente Keiji. A pesar de no querer regresar porque le encanta la vida que lleva en la capital y tendría que renunciar a lo que le hace feliz y a un futuro trazado por él mismo, siente que está en una eterna deuda al ser hijo adoptado. Considera que, por infeliz que le haga, ignorar las órdenes de su familia adoptiva no es una opción ya que gracias a ellos ha tenido una vida acomodada, lejos de la calle y la miseria. Me resulta muy interesante las reflexiones que hace este personaje y cómo, al final, se ve abocado a una vida que triste y desgraciada porque, para él, su responsabilidad para con su familia está por encima de sus propios deseos. Aquí se ve claramente esta obsesión dentro de la sociedad japonesa en la que la familia son un conjunto que siempre debe permanecer unido, por lo que sus miembros deben actuar de tal manera que no perjudiquen ni mancillen el honor familiar, incluso aunque eso suponga ser invalidados como individuos y llevar una vida desdichada. No solo eso, sino que, en el caso de Keiji, se ve aún con una mayor responsabilidad y obligación sobre sus hombros por el hecho de ser adoptado, ya que, aunque su familia no lo expresa directamente en ningún momento, se ve en la encrucijada de no poder negarles nada, sin importar lo que eso suponga para él.

AGUAS ACIAGAS

Aquí la autora regresa al tema de las prostitutas y al barrio de Yoshiwara. En concreto, tenemos a O'Riki, una cortesana de la casa Kikunoi que es famosa por su belleza y es, sin duda, la estrella de la casa donde trabaja. En esta ocasión Higuchi se centra mucho más en describir el trabajo de las cortesanas y su modo de vida que en Crecer, donde este tema, como ya comenté, pasa muy por encima y prioriza otras cosas. Es por este motivo que me ha parecido muy interesante leer este relato porque siento que puede ser complementario a la obra principal.

A pesar de la fama de O'Riki y de la buena vida que lleva, no es oro todo lo que reluce, como quien dice. Se enamoró de uno de sus clientes (aunque no lo admita abiertamente), pero Genshichi, que así se llamaba, terminó casándose con otra mujer y formando una familia, por lo que dejó de acudir al prostíbulo a visitarla. Riki lamenta mucho su ausencia y le echa tanto de menos que su melancolía termina afectando a su trabajo. Será así hasta que aparezca Yuki, un cliente muy adinerado que tomará por costumbre visitar a la cortesana todos los días, darle grandes sumas de dinero y, sobre todo, charlar con ella de todo un poco. Así, se irán conociendo y Riki le confesará sus desvelos, hablándole de Genshichi y de que lo echa de menos.

Al mismo tiempo que conocemos los pensamientos y reflexiones de la prostituta también conocemos al ex-cliente en cuestión, Genshichi. Debido a su obsesión por Riki, gastó todo su dinero y sus ahorros en sus visitas al prostíbulo, lo que ha hecho que apenas pueda alimentar a su familia y que vivan en la miseria. Su mujer, que conoce perfectamente la predilección de su marido por Riki y que sabe que, aun estando casado, no ha sido capaz de superarla, se queja constantemente de la desgracia que ha acaecido en su familia por culpa de una prostituta y en vez de poner el foco en su marido, verdadero culpable de la situación, lo pone sobre Riki, haciendo que su odio por la cortesana crezca. Genshichi, por su parte, como no consigue olvidarla discutirá cada vez más a su esposa, puesto que no soporta que salgan palabras de desprecio de su boca hacia Riki. La tensión que produce toda esta situación no hará m
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Sarai
 01 April 2018
OPINIÓN PERSONAL:

Hoy os vengo a reseñar esta obra en colaboración con la editorial Chidori Books a los que tengo que dar las gracias por el ejemplar.

De entrada tengo que decir que la cultura japonesa siempre ha sido de mi interés, un punto ya a favor para esta obra puesto que se desarrolla en Japón y dentro de las cinco historias que componen este libro trata de alguna forma las costumbres de este gran país, es por eso que este libro me llamó tanto la atención desde el momento que lo vi.

La autora Ichiyō Higuchi tiene una manera de contar y transmitir increíble, una prosa distinta a lo que he leído hasta ahora y me ha fascinado, por eso es que seguiré leyendo más obras de esta grandiosa escritora.

Como he mencionando anteriormente en este libro nos encontramos con cinco de los relatos más conocidos de la autora, dónde predomina sin duda el desarrollo de protagonistas femeninos.

El primero y también más extenso es Crecer, que da título al libro. En ella nos cuenta como va cambiando la relación de Midori respecto a sus amigos a medida que va creciendo.

En el segundo, En el último día del año, vemos como O'Mine proveniente de una familia humilde consigue trabajo como sirvienta y se enfrentara a un problema familiar el cual necesita cierto dinero para poder ayudar, viendo así como actúa y se desenvuelve nuestra protagonista.

En el tercer relato, Nubes que se esfuman, nos encontramos con Keiji un joven que es obligado a casarse con una mujer por interés no pudiendo hacer lo que realmente su corazón le dicta.

El cuarto relato Aguas aciagas, se nos describe como son los barrios de placer en Japón, la vida de las cortesanas que por distintos motivos terminaron ahí, y se nos presenta principalmente la historia de O'Riki, una joven cortesana.

Y por ultimo La decimotercera noche, donde se nos plantea otra vez una situación similar a la de Keiji en Nubes que se esfuman. En este caso O'Seki, una mujer que acude a sus padres por que no es feliz junto a su marido, pero que tiene que volver igualmente junto a el y su hijo, encontrándose de vuelta a casa con alguien que le hará rememorar muchas cosas del pasado, pero solo puede ser eso... pasado.


En definitiva un libro que he disfrutado, y que me ha gustado mucho. Lo recomiendo totalmente, os guste o no la cultura Japonesa o estéis o no acostumbrados a leer obras de este estilo. Se lee fácilmente y os adentrará en sus historias.


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