Yo soy la polilla. Él es la bombilla. |
Yo soy la polilla. Él es la bombilla. |
-Las letras de mis canciones, ¿qué? -No van dirigidas a una persona. -No. -Tu amor. Tu odio. Tu desengaño. Tus ganas de venganza. Tu rechazo. La razón de tu existencia. Todas esas letras van dirigidas a la música. Le cantas a ella. |
No necesito los colores para moverme por el mundo. Me basta con que el mundo tenga sonidos (...) Alguien con un fondo negro puede vestirse de amarillo o rosa para ocultar su verdadero yo. Y viceversa. Pero el sonido que emiten al hablar no pueden cambiarlo. Dylan ♥ |
«Prométeme tú que vas a llamarme así más veces.» «¿Dy?» Él niega con la cabeza. «Dy», repite, en un tono infinitamente más suave. Más intimo. Y yo me pregunto en voz baja si ha sonado de esa manera cuando lo he dicho yo.
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«Ni te imaginas lo que acaba de hacer el nene hoy. Ha sido increíble. Él es increíble.»
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—¿Por qué eres tan extremo, Hugo Cabana? No sé si darte mis más sinceras felicitaciones por la sinceridad o una patada en el costado que te tire de la cama. Creo que lo segundo, así que ándate con ojo, borde de los cojones.
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[...] Y no fue a causa de la mierda que soltó acerca de mis ojos: fue por la felicidad efímera que advertí en su expresión al pensar que había muerto. |
Somos más de lo que nadie ha sido en la vida.
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Tú y yo somos como la noche y el día, pero aquella tarde nos alineamos para ser uno.
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Se me hace raro verlo aquí, entre los míos. Es como juntar dos mundos diferentes, como sujetar en una sola mano la luna y el sol, pero, por otra parte, él hace que todo parezca tan natural que no desentona. Como un eclipse solar.
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Una oda de Friedrich Schiller se escucha al final de su última sinfonía cantada por un coro.