Aquel último verano

Una vuelta esperada
Priscila ha vuelto. Esto es lo que se escucha en su pueblo ante la vuelta de la pequeña de los Cabana, una familia que por su extensión y aventuras es bien conocida en el pueblo. Sin embargo, no todos se alegran, Alex St. Claire odia a Priscila con todas tus fuerzas, a su mujer, la que lo abandonó hace cuatro años.
Con esta tensión narrativa nos metemos en una novela completamente romántica donde la premisa principal, qué paso entre Alex y Priscila, nos acompañará durante todo un verano en el que iremos descubriendo poco a poco la relación entre los diferentes personajes. Personajes que, como os imaginaréis, irán más allá de nuestros protagonistas.
Pero volviendo a ellos, encontraremos a una pareja que se odia y en este sentido el desarrollo de la crueldad entre ellos será uno de los motores de la historia. No obstante, siempre hay una contrapartida, así que los rescoldos de aquella gran hoguera que fue su amor de adolescentes serán los que nos vayan dando la esperanza. Para verlos, la autora intercalará capítulos donde se nos cuenta el presente con capítulos que cuentan el pasado: aquella gran historia de amor que se cuece a fuego lento y va creciendo también en nosotros.
Altibajos en la relación
La verdad es que una de las cosas que más me ha llamado de la prosa de Susana es lo cercana que resulta al lector, no parece que te estén hablando de personajes de ficción, sino de personas que podrías conocer. Esto, claro, tiene una contrapartida que es lo que me ha sucedido a mí con la lectura y por la que he tenido altibajos.
Desde luego, en una relación y más con esta problemática, vamos a encontrar altibajos en la historia, momentos que nos engancharán por lo preciosos que pueden llegar a ser y momentos que a lo mejor nos cuestan un poco más por duros (o estúpidos). En mi caso a esto, que no tiene que ser algo que nos ralentice la narración, se ha unido lo poco que he congeniado con Priscila. La pequeña de los Cabana es insoportable, no aguantaba su purpurina ni su mundo color de rosa y eso me ha pasado factura.
No obstante, como os digo esto no es un motivo para que se nos pare la narración, ya que tenemos al estupendo Alex St. Claire (sí, lo siento, soy demasiado pro Alex, pero como es tan genial). Así como Priscila es ingenua y ve lo mejor de la vida, Alex es todo lo humano dentro de una relación: el miedo, la pasión, el apostar, el fallar, el culpar, etc. Esa humanidad en ambos, pero especialmente en Alex hace que aún más queramos saber qué ha pasado para que algo tan bonito (gracias a Priscila, desde luego) se haya roto.
Fluido como el mar
Y así, guiados por esa inquietud del qué ha pasado, por unos personajes que nos hacen sentir tanto (Priscila rabia y Alex amor y compasión –si me leyera–), fluimos gracias a la manera de escribir de la autora. Ya he dicho que tiene una prosa cercana, pero ya no es solo eso, además, encontramos un lenguaje muy de nuestra época, con unas referencias que son de la vida, de los veranos que hemos vivido y eso no deja de dar un realismo que a la historia le viene muy bien.
A la historia y, en realidad, a nosotros, que nos anima a seguir adelante. Quiero decir, si el desastres Alex-Priscila se puede arreglar después de cuatro años, qué no. Además, a eso tenemos que añadir una narración muy divertida donde, aparte de la tensión, encontramos muchas distensiones realmente cómicas (como Pristy, ojalá existieras) y un elenco de personajes que nos promete mucho para futuras novelas. de verdad, muy recomendado, muy divertido. Disfrutad.

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