Perito En Lunas

Su primer libro publicado fue Perito en lunas (1933), que se iba a llamar en un principio Poliedros , y está compuesto por 42 octavas sin título pero encabezadas por números romanos (unidad métrica y técnica), con diversidad de motivos, desde la fauna y flora huertana hasta la referencia urbana, pasando por los toros, los fuegos de artificio, los barberos y la diversidad de la naturaleza. Si Góngora convertía las plantas y los frutos en joyas marchitables, Miguel Hernández reviste poéticamente la realidad que él conoce. Por ello, los procedimientos sintácticos son de origen gongorino, al igual que el sugestivo brillo metafórico tiene mucho de Jorge Guillén fruto de una aguda capacidad de percepción. Escrito en 1932 y publicado en 1933 tuvo una acogida modesta, quizá debido a la complejidad interpretativa de las octavas que lo integran. Este libro tiene impregnada una triple huella de purismo, greguería y gongorismo. El conflicto entre el deseo carnal y la abstinencia que impone la religión está presente en poemas como “Primera lamentación de la carne” y “Silbo de la llaga perfecta”. En cuanto al uso de la metáfora-enigma o de los acertijos poéticos, Miguel Hernández escribe en 1933 el texto titulado “Mi concepto del poema”, en el que sostiene “¿Qué es el poema? Una bella mentira fingida. Una verdad insinuada. […] se necesita ser minero de poemas para ver en sus etiopías de sombras sus indias de luces. […] Guardad poetas el secreto del poema: esfinge. Que sepan arrancárselo como una corteza”.