Ámame, mi diosa -le rogó-. Haz tuyo este cuerpo que te necesita como elixir de vida y acuna mi corazón entre tus manos, pues no estará en mejor lugar que a tu cuidado.
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Ámame, mi diosa -le rogó-. Haz tuyo este cuerpo que te necesita como elixir de vida y acuna mi corazón entre tus manos, pues no estará en mejor lugar que a tu cuidado.
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―Me alegra comprobar que te manejas muy bien ―se maravilló su superior―. ¿Qué te sucedió? Te… Te dimos por muerto.
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-Vuelve a mí mañana -le rogó-. Y el día después, siempre... Regresa a mí.
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Theuthras no la detuvo. Quedó estático en mitad de su habitación, sintiendo que con esa mujer se iba una parte de él, la misma que Aglaya sintió que se quedaba allí, con él.
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¿A quien baila Raquel en la fiesta en la casa de los hidalgo?