Las torres de Bois-Mauri nº 02/03

En este segundo integral de Las torres de Bois-Mauri, los vagabundeos del caballero Aymar en busca de una fortuna, le llevan a cruzarse con un variado número de personas de diferente clase social, que nos permiten vislumbrar el enorme crisol humano que componían sociedad de la Edad Media. Aunque el caballero Aymar y su escudero Olivier nos pueden parecer los protagonistas, en realidad son el hilo conductor y a veces desencadenantes de otras historias, dando como resultado una narración coral. En el primer integral, Hermann ponía el foco en las clase más bajas, sin embargo aquí se centra más el los nobles de medio pelo. En Reinhardt, el primer álbum, vemos a un noble soberbio y arrogante que desprecia a los de su condición, y al resto los trata como si fuera simple ganado. A este le sigue Alda donde vemos a un noble venido a menos que se deja engañar por una joven que lo manipula a su gusto, compañera de Marcus y Germán personajes que conocimos en los primeros números de la colección. Algo que cambia en Sigurd, el último álbum del integral que supone un punto de inflexión en la serie, no solo porque Hermann introduce elementos fantásticos hasta el momento inéditos en la obra, sino también porque le sirve para marcar la dirección de los siguientes álbumes que veremos en el tercer integral que cierra el primer ciclo.

En esta serie, a pesar de ser histórica, en ningún momento hay intención de narrarnos grandes aventuras ni sucesos relevantes. Es más, Hermann apenas nos dice la fecha ni donde se desarrollan exactamente los álbumes. Lo que si consigue es mostrarnos el día a día de los habitantes de esa época, en particular de las persona que solo son números en los libros de historia. Lo hace sin juzgarlos nunca, simplemente exponiendo los hechos, con toda su crudeza, probando la incapacidad del ser humano para convivir con sus semejantes y más en una época de carencias a todos los niveles. El único modo de conseguir lo que se quiere es la violencia y Hermann la nuestra tal cual, sin recrearse, pero sin disfrazarla. Algo que es también el tema principal de Jeremiah, su otra gran obra como autor en solitario. Todo ello le sirve para convertirse posiblemente en el mejor y más realista cómic histórico jamás producido.