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Pues hasta aquí hemos llegado. Avanzaba por la saga de Dune cual Indiana Jones por el Templo Maldito: esperando la trampa de pinchos en cualquier momento. Y aunque el segundo y tercer libro son continuaciones muy aceptables, en esta cuarta ocasión a Herbert ya se le va de las manos. Los acontecimientos los sitúa 3000 años después de lo que ocurre anteriormente: ni el planeta, ni la sociedad ni los personajes son los mismos. Y prefiere centrarse en las disquisiciones filosóficas más que en la propia historia por lo que se hace difícil de leer. Me voy a plantear seriamente seguir con la saga. |