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Hoy les traigo esta icónica obra de teatro Noruega. Sí, ya sé que el librito está para el museo, pero la verdad que en este caso aplica a la perfección el dicho "no juzgues a un libro por su tapa" porque lo que contiene es para la sorpresa. Este drama está dividido en tres actos, sucede en Noruega y su protagonista es Nora, una hermosa mujer casada y con tres hijos pequeños. Si hay algo que destaca en esta obra, es la evolución de Nora. En un principio se la presenta como una mujer infantilizada, ingenua, caprichosa y derrochona pero feliz. al contraer una deuda ilegal con Krogstad, un empleado de su marido de dudosa reputación, comienza su calvario. Helmer, su esposo, decide echar a Krogstad y este chantajea a Nora, ella debe convencer a su esposo de que no le quite su puesto o conseguir el dinero. Este es el problema que la protagonista debe resolver para mantener su matrimonio y su imagen. Cabe aclarar que todo lo que Nora hizo, a pesar de ser ilegal, fue para salvar la salud de su esposo. El nudo de este drama lleva a nuestra heroína a crecer personalmente y abrir los ojos ante una felicidad que no le era propia, sino que ella estaba alienada a la felicidad de su marido. Se da un despertar del personaje, quien nota que siempre ha sido una muñeca al servicio primeramente de su padre y luego de su esposo. Nora pasa de ser un objeto a ser un sujeto y toma las riendas de su vida. El portazo final de la obra es de las escenas más icónicas del teatro y le valió la catalogación de primera obra dramática feminista, aunque su escritor lo haya negado. También es por esto que su estreno causó un escándalo general en las esferas conservadoras, por cuestionar el modelo de matrimonio y familia tradicional. Para Ibsen, la mujer de su época no podía ser auténtica ya que en una sociedad exclusivamente masculina, se la juzgaba desde el punto de vista masculino. Esta obra suscitó una división en el público, había quienes defendían el personaje de Nora y quienes lo aborrecían. |
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