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Crítica de rafaperez


rafaperez
19 August 2022
En aquellos maravillosos años universitarios me tocó en suerte una pandilla que reverenciaba la literatura norteamericana. Era tal su fanatismo que cualquier guerra santa quedaría en riña de patio de colegio a su lado.

Faulkner, Salinger, Fitzgerald, Capote, Steinbeck, Roth, eran sus evangelistas y ellos hacían gala de sus libros incluso cuando salíamos de marcha.

¿Qué hacía un hereje como yo, que sólo leía por aquel entonces a Mortadelo y Filemón?
Llevarme a la morena.
Siempre.
Sin excepción.

Únicamente en periodos de exámenes renunciaba a una de las dos pasiones mundanas y aparcaba, lógicamente, los cómics.

De toda aquella generación de escritores, Hemingway ha sido siempre el eterno aplazado.
El tiempo, el viejo y su mar me dan hoy la razón.

Y es que, no veo absolutamente nada sobresaliente en la pluma del autor.
Su prosa, en esta obra, es sencilla, repetitiva, casi primitiva. Vamos, como la mayoría de sus contemporáneos.

Ya sé. Lo que ha hecho de este libro un clásico es su mensaje, y, tal vez, un Pulitzer que como en muchas otras ocasiones, me deja cara de no entender el porqué.

La novela nos acerca a Santiago, un viejo pescador cubano que lleva 84 días seguidos de mala o nula pesca.
Sobrevive gracias a la caridad de su antiguo aprendiz y al tesón que nuestro anciano le pone a eso de vivir.

El relato de Hemingway nos habla de la condición humana, de la lucha por nuestros objetivos más allá de la moralidad de como conseguirlos.
De la soledad, y del final del camino, ese último puerto llamado muerte, hacia el que todos, irremediablemente navegamos.

No discrepo de la intención.
Pero Santiago no busca alimento, no lucha por atender ninguna necesidad primaria.
A nuestro protagonista no le sirve un pequeño pez con el que ganarse el sustento diario.
Quiere un gran pez o lo que es lo mismo, notoriedad y reconocimiento.

Perseguir a un ser vivo durante tres días, provocándole un sufrimiento extremo y llevándole a él mismo al borde de la extenuación no me parece un motivo ni ético, ni merecedor de premio alguno.

Es cierto que el viejo, tiene momentos donde se cuestiona su acción en la soledad de la barquita, pero más bien me parece carga de conciencia que siquiera una insignificante fracción de arrepentimiento.

No puedo, por tanto, bajo ningún concepto comprar parte del mensaje.

Desde que el hombre piso la tierra lo hizo con un gran error imposible de corregir.
Porque es innato.
Porque es puro instinto.
Alcanzar su pequeña gloria y superponerla por encima de los demás.
Aunque esto suponga romper las reglas y el ecosistema.

El problema es que este cuento se ha querido vender como un alarde de espíritu de superación, de conseguir los objetivos. de lucha hasta el límite de las fuerzas de cada cual.

No. Tengo la esperanza de que Hemingway deseara precisamente que nos plantearamos la moralidad e incluso la necesidad de rendirse ante según que objetivos. Sin embargo, el texto me da argumentos de todo lo contrario y así ha trascendido.

La lectura me ha resultado algo afixiante, aunque debo reconocer la capacidad del autor a la hora de crear una trama aburrida y envolvente. Nada fácil dado el antagonismo de las mismas.

Pese a todo, lo que si ha conseguido este norteamericano es reflexionar, siendo un texto tan sencillo.

Lo he disfrutado, para que negarlo, pero me faltó un mejor trato en la narración.

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